Lenta pero inexorablemente nos vemos arrastrados por una dramática involución democrática. A nivel internacional podemos ver un aumento de partidos de extrema derecha, algunos incluso dirigiendo países y otros gobernando las instituciones de la mano de una derecha cómplice, cada vez más radicalizada.
Por una parte tenemos la guerra de Ucrania, apoyada de forma entusiasta por una Unión Europea a las órdenes de EE.UU., convertido a la vez en Juez y verdugo mundial, que ahora en la distancia, sigue azuzando un enfrentamiento bélico que puede llevarnos a la tercera guerra mundial. Entre los colaboracionistas europeos se encuentra España, entregado seguidista del gobierno norteamericano, sin criterio propio en política internacional. Ahí tenemos las concesiones a Marruecos, incluyendo la traición al pueblo saharaui; no hay que olvidar que el Sahara fue la provincia española número 53 hasta 1976. Ahí tenemos también la entrega a Marruecos del mar y los cielos de Canarias por inacción, mientras se muestra incapaz de impulsar el reconocimiento del Mar Canario ante la CONVEMAR de Naciones Unidas, lo que sin duda zanjaría de una vez por todas la grave situación de Canarias ante las veleidades de Marruecos.
Entre tanto vemos al pueblo palestino masacrado por Israel ante la pasividad internacional, con la excepción de unos pocos países encabezados por Sudáfrica. Cómo es posible una actitud internacional tan contradictoria. Cómo es posible que se apoye de forma decidida un conflicto bélico en el seno de Europa que sólo puede abocarnos a una guerra mundial, mientras se da la espalda al pueblo palestino que sufre un proceso de claro exterminio por parte de Israel, los mismos que fueran víctimas del holocausto nazi ochenta años antes. No entro a valorar los graves y numerosos conflictos bélicos en el continente africano, que ni siquiera son noticia para la prensa occidental: Burundi, Mali, Nigeria, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Somalia o Sudán del Sur (según ACNUR).
Entre tanto en España continúa el aumento de los mensajes de la extrema derecha, ya sea por la cantidad de ellos como por su simpleza, con lo que penetran fácilmente en el sector más desinformado de la sociedad. Hay gente pobre tan desesperada que vota a la extrema derecha que lleva en sus programas suprimir las ayudas sociales que les permiten sobrevivir. La mezcla de religiosidad y militarismo, incluso con niños disfrazados de legionarios o nazarenos en esta Semana Santa que ahora termina, es una muestra evidente del retroceso, más allá de la fe que cada uno profese. Los Jueces con toga manifestándose a las puertas de los Palacios de Justicia en protesta por decisiones políticas del poder legislativo que no les afectan, son un signo claro de este retroceso democrático, al tiempo que evidencia una impunidad que asusta. Un poder del Estado que ya amenaza con revelarse si la democracia deja de ser un simple circo de marionetas en el que los poderosos siempre ganan. La falta de voluntad del bipartidismo imperante hasta ahora a renovar el máximo órgano de los jueces, así como la falta de voluntad de los mismos a forzar la renovación dimitiendo, son también claros ticks antidemocráticos. Las declaraciones fuera de tono contra el poder legislativo y manifestaciones carnavalescas de sindicatos policiales, al tiempo que algunos de los más radicales apalean inmigrantes pobres con impunidad, son otra muestra inequívoca de esta involución democrática. Las extemporáneas juras de banderas de civiles, cada vez más frecuentes, así como las declaraciones públicas con claros sesgos fascistas de determinados funcionarios públicos con total impunidad, va convirtiéndose en el caldo de cultivo de todas las intolerancias.
Debemos mostrarnos beligerantes con este tipo de involuciones democráticas, especialmente en Canarias, en la que la huella criminal del fascismo sigue muy presente, quedando decenas de fosas por excavar y miles de víctimas a las que devolver su dignidad. Veremos si ahora que tenemos un Ministro canario de Política Territorial y Memoria Democrática avanzamos en este camino o será sólo un bonito título para un “Ministerio decorativo”…
Paco Vega