Crónicas, por Pedro Fleitas: «Una sociedad del castigo»

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Tanto castigar no lleva a ningún lugar. El castigo en la cotidianidad es solo un reflejo de los desmesurados trastornos emocionales. 

Existen ciertas cosas que necesitan recibir “observaciones” aunque luego en la relación cotidiana con los demás no es necesario el castigo. 

Una de las peores formas de castigo es el autocastigo. No querernos a nosotros mismos y estar continuamente auto censurándonos en nuestra conducta y vivir con un “soy así” estúpido e inocuo que solo te lleva a la debacle más profunda como ser sintiente. El “soy así” es un suicidio ritual interior y todo para no acceder a la transformación que puede parecer algo nuevo. 

Hay un “cerebro” al que no le gustan las cosas nuevas, se coloca en modo “supervivencia” y activa todas las alarmas incluidas en algunas partes del cerebro ante lo nuevo. Esta es la razón por la que hay siempre tanta auto-disputa por afrontar nuevos retos y tanta castración y censura agresiva hacia quienes hacer algo que parece “novedoso”. 

Y justamente lo nuevo y lo variado es una de las formas de sanación interior del ser humano. ¿Interesante verdad? 

Hay otros castigos que hacemos y recibimos de los demás seres humanos. El castigo relacional, a base de imponer “imputaciones” continuas. Amenazas continuas como a los niños con “si suspendes” no vas a ir más esta actividad o a la otra, o bien te quito esto o lo otro, que curiosamente se lo hemos regalado nosotros mismos para luego chantajearlo incoscientemente con ello. 

No es posible que los niños se depriman de la forma que lo hacen y menos que sientan un terror absoluto y absurdo cuando deben entregar la notas/calificaciones del colegio a sus padres o tutores. Si les ha ido mal o han bajado la nota, entran en un situación de terror horrible por miedo a  ser castigados, si es que no hacen algo peor por miedo a enfrentarse a una situación básica y simple. 

Esto es un solo ejemplo. Si observamos siempre hay castigo en todo y reproche en casi todo, desde un recibo devuelto por el banco al que le cobran como castigo una cuota de mora, una multa que no se paga en su tiempo, y un gran etc.. de CASTIGOS. 

Prefiero desmarcarme y ARROPAR a esos niños que sienten esa situación, abrazar al ser humano  que sufre por el autocastigo y el castigo aceptado  como algo cotidiano.  

Prefiero abrazar más y evitar el castigo.  

Una de las cosas importantes que he aprendido de mi maestro, el Dr. Masaaki Hatsumi es “ que incluso las cosas violentas pueden ser realizadas sin violencia” 

Muchas personas al leer estas líneas no estarán de acuerdo conmigo, tiene sentido que no lo estén aunque tienen que respetar mi opinión y finalmente aunque tengamos diversas opiniones podemos darnos un abrazo y seguir adelante. Con el amor no se juega y no se no se negocia. 

Pedro Fleitas González 

www.balanceinternacional.com www.pedrofleitasbujinkan.com

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