No podemos echarle la culpa a la maldita pandemia. Aunque sí estamos viendo que, el “coronabulos”, también ha contagiado a la sociedad. Ahora, compulsivamente, todos vamos a las redes sociales a explicar nuestra visión de lo que estamos viviendo en el 2020. Recuerdo cuando la información la canalizábamos por los medios de comunicación oficiales. Manipulados o no, que ese es otro debate, nos creíamos todo lo que se decía. Cuántas veces no hemos oído “lo dijeron en la tele”, y ya eso era seguro de veracidad. Teníamos un periodismo profesional que trataba de dar las noticias y su función principal era: informar.
Con la llegada de las redes sociales se liberalizó todo. Ahora cualquiera podía opinar sin temor, pero con un peligro inherente, la subjetividad. Siendo la información la mayor fuente de transmisión de ideas, todos pelean por hacerse fuertes en la batalla de la posesión de la verdad absoluta. Y, ahí, es donde entra el juego de la política. Pactemos que en este artículo no hay ideologías, puesto que yo mismo no las tengo. Aun así, me tienen que reconocer que los partidos enarbolan ideales con los que luchan por tener, en propiedad, la veracidad de las noticias.
Me encantó cuando salió la red social twitter, porque estaba tan llena de subjetividad que, en cualquier disputa social, podíamos leer gente que opinaba a favor y sus opuestos, en contra. Esto te daba un añadido, para sacar tu propia conclusión. Al principio, nos hizo más críticos con las noticias. Ya no nos teníamos que creer lo que dijeran en la tele. Fue cuando empezamos a darnos cuenta de que algunos medios de comunicación nos informaban “a su manera” para controlar nuestra forma de pensar.
En política se necesitan muchos votos, porque con ellos se consiguen más diputados, y con ellos el control de las leyes. Así que, para conseguir el poder hay que lograr que la gente comulgue con los ideales del líder y, luego, lo apoyen en las urnas. Qué pena el día que se dieron cuenta que las redes sociales eran una plataforma excepcional, para transmitir las doctrinas del partido. El resultado es que, ahora, tenemos una despiadada guerra en la que vale todo. Y una de las armas empleadas más potentes está siendo: el bulo.
El bulo lo crean personas inteligentes y lo difunden los ignorantes. No se me ofendan los lectores, ni se sientan insultados. Hay dos tipos de ignorantes. A uno de ellos pertenecemos todos, en tanto en cuanto hay cosas que desconocemos. Yo, por poner un ejemplo, no sé pilotar un avión y me gustaría. Pero “ignoro” como se hace porque soy un ignorante de esa realidad. Pero el otro tipo es el peligroso, el que no tiene ni idea, pero habla como si fuera experto. Este tipo, como no sabe, para parecer que domina el tema tiene que, obligatoriamente, copiar la idea de otro. Ahí nace el transmisor de los bulos. El que da creencia a noticias de las que desconoce su veracidad, pero las suelta como ciertas. Si hasta se han creado “legiones” de perfiles falsos para difundir masivamente los mensajes. ¿No se dice que la 3ª Guerra Mundial será tecnológica? Quizás ya estemos en ella y no nos hemos percatado. ¿No se dice, se cuenta, se rumorea que Donald Trum ganó las elecciones controlando los bulos? ¿Estaría difundiendo uno si lo afirmase? No nos escapamos ninguno.
También, y hablando de las subjetividades, tenemos que decir que las ideas nos entran fáciles cuando nos dicen lo que nosotros queremos oír. Si no tengo trabajo porque en mi sector prefieren contratar inmigrantes sin cualificar por menos sueldo, y me dicen que los que llegaron en patera y estaban confinados se han escapado contagiando a cien personas, no contrasto la información. Directamente difundo que el rebrote que hay es debido a que hay que cerrar las fronteras. La realidad es que el rebrote está siendo producido por el ocio privado y las fiestas de la gente de la isla. Pero lo otro me parece más creíble, porque es lo que quiero escuchar. Y ale, a difundir el bulo.
No, ni Kary Mullis, el creador de la PCR dijo que su invento no puede detectar cargas virales ni los inmigrantes que están alojados en complejos turísticos cerrados están de vacaciones pagadas. Estos bulos se están difundiendo entre todos los que quieren lanzar el mensaje de que todo está funcionando mal. ¿Qué interés hay en desestabilizar, con falsas informaciones, el equilibrio social? Pues unos lo harán para ganar votos, en contra de los que ostentan el poder. Estos son los listos. Otros, seguidores de los ideales de estos, son los que se creen listos, y no son nada más que la mera munición de esa arma tan poderosa. Y que, como los casquillos de bala, quedarán en el suelo después de haber sido usados. Y, por último, los ignorantes que se creen todo lo que le dicen. Por favor, intenten no pertenecer a este grupo. Contrasten las informaciones antes de darle veracidad. Descubrirán muchas cosas que creían verdad y no lo son. Y para ser personas, tengan sus propios criterios. Que no sean otros los que dirijan sus formas de pensar.
Por cierto, el padre del goleador más joven de la historia de la selección española de fútbol, Ansu Fati, llegó ilegal a Europa. ¿Qué hacemos, los echamos? No tiene sentido. ¿Y a mi amigo Luc André? Menos todavía.
Luis Alberto Serrano@luisalserrano