Aunque es cierto que la Real Academia Española considera adoctrinar y educar como sinónimos, creo que, en cuanto a las connotaciones semántica que en la actualidad conlleva cada una de ellas, no lo son tanto.
Y es que cuando hablamos de educar, nos viene a la mente la palabra formación -otro sinónimo-. Formación basada en el conocimiento científico, es decir en las ciencias. Así hablamos de disciplinas académicas como las ciencias naturales, sociales, físicas, etc. Resultando así que las materias estudiadas pueden ser contrastadas y validadas por el método científico, sin que medie en ellas las ideas o influencias del docente.
En cuanto al adoctrinamiento, las materias que se le imparten a los adoctrinados carecen de validez científica -y si tienen alguna una raíz científica, esta está tergiversada por los intereses espurios de los adoctrinadores-. De este modo, el objetivo del adoctrinamiento es inculcar a la población determinadas ideas o creencias, muchas sesgadas con intenciones maliciosas e interesadas, y otras sin bases científicas que las respalden, con el fin de fomentar algunos tipos de conductas o sentimientos.
Así, se me ocurre pensar que, entretanto la formación fomenta la reflexión y el razonamiento crítico, el adoctrinamiento mueve a las masas encendiendo sus emociones, anulándoles de esta forma su capacidad de crítica, consiguiendo de este modo personas sumisas, fanáticas, gregarias y fácilmente manipulables.
Pero el adoctrinamiento, como fórmula de manipulación de las masas no es un fenómeno reciente, ya que ha existido en todas las etapas de la historia de la humanidad, sobre todo desde que el hombre comenzó a sentir el deseo de seguir existiendo tras la muerte. Así surgieron las religiones mistéricas, como la cristiana, en las que para alcanzar la vida después de la muerte el hombre tiene que convertirse en un ser poco contestatario y sin juicio crítico, pues todas las respuestas a sus preguntas existenciales tropiezan con el muro inexpugnable de la fe. Esa fe que, según escribió Nietzsche en una de sus obras -El Anticristo-, ´no transporta las montañas, sino que coloca montañas donde no las hay´.
Pero no solo la religiones, o sectas, adoctrinan a sus feligreses o adeptos, también los líderes políticos y sociales de todos los tiempos han utilizado el adoctrinamiento, así el Imperio Romano utilizó el ´Panem et circenses´ con el objetivo de ocultar y mantener al pueblo al margen de los hechos más controvertidos.
Mas reciente, a finales del siglo XIX y principio del XX, gobiernos dictatoriales, de uno u otro color, han utilizado el adoctrinamiento como técnica para fabricar fanáticos; El surgimiento del nazismo en Alemania, el fascismo en Italia, el falangismo en España o el estalinismo en la Unión Soviética son ejemplos conocidos de ello.
Pero tampoco nuestras tradiciones y cultura se han librado del adoctrinamiento, creando, por ejemplo, una cultura machista, donde el patriarcado dejaba a la mujer relegada a un segundo plano, y supeditada a las decisiones, muchas veces caprichosas, tomadas por sus padres, hermanos o esposos.
Actualmente, en España, se suele citar a Cataluña como paradigma de un pueblo adoctrinado, donde algunos de sus falsarios líderes políticos o sociales han tergiversado la historia de Cataluña -y de España-, a la vez que han lanzado soflamas, del tipo ´España nos roba´ con el ánimo de enardecer al pueblo catalán y crear un sentimiento anti español.
Tampoco están libres de utilizar el adoctrinamiento algunos medios de comunicación que, esclavos de ciertas ideologías, o amancebados con algún líder político, social o económico, no dudan en manipular la información en beneficio de aquellos que les mantienen el pesebre lleno.
Pero, con todo, en la actualidad son las redes sociales el medio más utilizado por aquellos que quieren propagar ciertas consignas o ideologías de una forma sibilina, con el fin de cambiar mentalidades y sembrar confusión. En este sentido, no es difícil encontrar en las redes noticias fraudulentas, afirmaciones sin fundamento, o imágenes trucadas o fuera de contexto, que buscan cambiar actitudes o enardecer ciertos sentimientos -como el anticlericalismo o la xenofobia, entre otros- de los usuarios de estos medios de interacción social.
Para terminar, amigos lectores, les recomiendo que sean críticos y cuestionen todas las noticias que circulan por las redes sociales, pues la mayoría de ellas son bulos o están segadas para conseguir ciertos propósitos, como los expuestos anteriormente.
José Juan Sosa Rodríguez