Rastreando y al mismo tiempo respetando la tradición. Sin preconcepciones, sin prejuicios, sin etiquetas, sin expectativas uno se siente flotando allá dentro en el interior, que es donde está la verdadera libertad.
Aquellos días en Japón solo a un mes de haber estado en Febrero y bajo las condiciones peculiares del Memorial del Aniversario de Takamatsu Sensei, el 2 de abril. Aquel día me regaló muchos símbolos. Sentado junto a SENSEI con mis hermanos de tantos países con los que me encontré durante años alrededor del mundo, en tantos y tantos congresos siguiendo allá donde el Maestro HATSUMI se encontraba.
Me sentía muy emocionado. El Maestro nos pidió a todos que dijéramos unas palabras, todas nacidas del recoveco más oculto de nuestros corazones. Además uno de los actos más simbólicos fue la invitación del Maestro HATSUMI a agarrar la espada que su Maestro Takamatsu Sensei usaba en sus entrenamientos con él mismo.
Acto más que simbólico que reforzó nuestra unión. Para nosotros los artistas marciales una espada es mucho más que un elemento para cortar. Representa la conexión y el sentimiento de unidad. La Unión del alma, la mente y el cuerpo.
Yo ya había tenido una experiencia parecida pero de diferente calibre hace algunos años en las que el Maestro HATSUMI nos había mostrado esta espada y uno de sus gestos me estremeció en aquel momento. Yo, y digo yo para no involucrar a todos los estábamos allí. Pues si yo miraba analizaba años atrás las características de la espada en si como un instrumento material y el Maestro cogió la espada ente sus manos y la olió profundamente y dijo: “ me huele a Takamatsu Sensei. Me parece que estuviera aquí ahora”. Me estremecí, aún ahora escribiéndolo me estremezco. Algún autor lo denomina el temblor del Alma.
Escribo estas líneas viajando a Grecia. Querido lector, a quien se aprecie leer estas líneas hasta el final. Cuando me preguntan y ahora que haces y contesto pues salgo de vaje, a tranajar en el exterior. La respuesta más común es “ que bueno, que vida te pegas …” (Palabras textuales).
No entienden nada, tampoco tengo el derecho ni ellos la obligación d entenderlo. So el que lo experimenta entiende perfectamente. Dejar en casa a tu padre de 94 años, a tu hijo de 24 años, a tu familia, a tus alumnos-hijos, a tus pacientes que te necesitan, a tus seres queridos, a mis perritas que sin mi familia ¿sabes lo que realmente es eso?
Así y todo he aprendido a disfrutar el momento. A olvidar para otra vez recordar, ir y volver, estar en medio, a no ser comprendido. A cumplir mi misión sin dilatar nada, a entender que la vida es un instante y que no se puede dejar para mañana lo se puede hacer hoy ( dicho popular).
Amo mi trabajo, que es mi vida. He aprendido a echar de menos en todos los extremos en las noches tormentosas de los hoteles, las cuales aprendí a convertir en mi hogar. Y finalmente cuando viajo me viene clara la idea y claro comprendo, estás experimentando Pedro, estas formándote Pedro, estas diciendo hasta luego a tus alumnos residentes y pacientes para decir hola a los alumnos y pacientes no residentes.
La distancia entre hola y adiós en mi vida ya no existe. He aprendido a vivir en el kukan, en el vacío tan nombrado y a veces cuando piso tierra firme duele un poco y entonces tomo ese dolor como maestro para seguir aprendiendo en este rápido sendero denominado VIDA.
PedroFleitasGonzález: UNRYU