Nuevo episodio en la Casa de la Condesa. Tan solo cinco días después de un nuevo incendio que afectó a las salas de la parte norte de la casona ubicada en Jinámar, los okupas se han saltado el débil perímetro que el Ayuntamiento instaló el viernes pasado para evitar que los ciudadanos se acercasen debido al «peligro de derrumbe» que existe en este espacio -dicho por los bomberos que extinguieron el fuego-.
Unas vallas y una cinta de la policía local ha sido todo el sistema de seguridad que el Consistorio ha puesto para evitar que nadie se acerque a la cara más cercana a los jardines del Parque de la Condesa. En la mañana de este miércoles las vallas han amanecido fuera de sitio y las cintas han sido cortadas. Del mismo modo se ha forzado la puerta de la habitación contigua -la única a la que no afectó el fuego en este punto concreto de la casona-, donde algunas personas ya se han metido dentro junto a sus enseres.
Los habitáculos afectados por el fuego continuan cerrados por ahora gracias a unas vallas metálicas clavadas en los marcos de sus puertas de acceso. Además, aún se desconoce si el incendio fue generado accidentalmente o si se provocó de manera intencionada por un posible ajuste de cuentas.
Los bomberos del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria, quienes emplearon cerca de 2.000 litros de agua para acabar con las llamas, advirtieron tras su actuación a los miembros del Gobierno local que esta parte de la Casa de la Condesa se encuentra actualmente en peligro de derrumbe como consecuencia de los múltiples incendios que han dañado su estructura en los últimos años. Por ello, uno de los bomberos explicaba que en estos momentos es mejor «tirar las partes en peor situación del edificio antes de que ocurra una desgracia mayor».
Cabe recordar que esta fue la casa de verano de muchos condes hasta que Alejandro del Castillo y Del Castillo la decidió vender al Estado para que se usase como un lugar de recreo y de crecimiento cultural para la ciudadanía de Telde. Esta pasó a manos del Gobierno de Canarias, quien a su vez se la concedió al Ayuntamiento de Telde por 50 años para su gestión. Desde 2011, cuando el Gobierno local decidió clausurar el espacio debido a deficiencias en su estructura, el declive de este espacio patrimonial ha ido decayendo a ritmos muy acelerados. Hoy en día se ha convertido en un almacén de residuos y excrementos donde reinan los escombros, la basura, los okupas y la desidia política.
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