Antonio Morales ha vuelto a reclamar financiación a los gobiernos canarios y español, afirma “que no se puede seguir consumiendo más territorio con nuevos carriles y carreteras y se hace imprescindible el transporte guiado al problema de movilidad en nuestra Isla”. Estamos ante una inversión que ya sobrepasa los 25 millones de euros para estudios y proyectos y con una aportación de otros 5 millones en el año 2021 para la futura línea ferroviaria entre la capital y el sur.
En declaraciones de José Francisco Pérez López, presidente de Hablemos Ahora, somos conscientes de que es necesaria una solución a la movilidad en la isla de Gran Canaria, pero es el tren la mejor solución. En su momento ya se cuestionó su instalación, no solo por su coste, sino también por su impacto medioambiental y dudosa rentabilidad, pero además por el carácter invasivo del territorio, propuestas desestimadas, pero si usadas como argumentos para descartar como alternativa al problema de movilidad el construir nuevas vías de carreteras, como recientemente acaba de afirmar el presidente cabildo.
Si atendemos a las voces de expertos en la materia, como es el caso del Doctor en Economía por la Universidad de Leeds y Catedrático en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria D. Ginés de Rus, el cual desaconseja dicha inversión, refiriendo que las subvenciones a la operación son superiores a lo que pagan los usuarios por usar la infraestructura. Por lo que la tasa de cobertura será negativa, además considera la oferta del tren sobredimensionada en relación para la demanda de pasajeros, ello conllevaría reducción de frecuencia y con una densidad de paradas mucho menor que el transporte tradicional, por tanto, una clara desventaja, si añadimos los transbordos necesarios para llegar a destino complican mucho más el uso de este medio de transporte.
Lo grave y a reflexionar, es que, como consecuencia del costo de esta infraestructura, se disminuyan las inversiones públicas en servicios mucho más necesarios. Es fundamental para valorar esta implantación, antes de seguir dilapidando fondos, reabrir un debate social objetivo y en búsquedas de alternativas de transporte acorde a nuestra realidad territorial, social y a la mentalidad e idiosincrasia de nuestros ciudadanos.
