OPINION

El Tribunal Constitucional podrá tumbar el decreto de alarma sanitaria nacional activado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ya que en la práctica se ha instalado un “estado de excepción”, en consecuencia la nulidad del decreto supondría el fin del arresto domiciliario y la nulidad de las sanciones y condenas interpuestas tras el 14 de marzo.

El decreto del ‘estado de alarma’ ha supuesto una grave suspensión general del derecho fundamental a la libre circulación consagrado en el artículo 19 de nuestra Carta Magna al contener una prohibición global en cuanto a situaciones, personas y lugares, lo que desborda la previsión normativa contenida en la Ley para el supuesto del ‘estado de alarma’ lo que ha generado una grave preocupación por el estado de deterioro que sufre el sistema de libertades de los españoles ante la “suspensión generalizada, universal, y permanente de los derechos fundamentales consagrados en nuestra Constitución”, que no encuentra cobertura “jurídico-constitucional” en el ‘estado de alarma’ amparando otro derecho fundamental con la monitorización de las redes sociales para silenciar las críticas al Gobierno.

El influyente filósofo alemán Karl Theodor Jaspers definió la crisis como una época de transición  donde ´todo sufre un cambio súbito del que el individuo sale transformado, dando origen a una nueva resolución, o yendo hacia la decadencia. La historia de la vida no sigue el curso uniforme del tiempo; estructura el propio tiempo cualitativamente, impulsa el desarrollo de las experiencias al extremo de hacer inevitable la decisión.

En el campo de la psicología se distinguen dos tipos de crisis, las evolutivas o de desarrollo y las accidentales. Las primeras, como la crisis de la adolescencia, de la madurez, de la menopausia o de la ancianidad, están asociadas al desarrollo biológico, pero también al contexto social de cada persona, pues las gestiones de las mismas están modeladas  por el modelo cultural donde está inmerso el individuo. En cuanto a las segundas, a las accidentales, como una enfermedad grave, la pérdida de un ser querido, o de un bien material, o un cambio inesperado y súbito en el trabajo, son cambios imprevistos, y con frecuencia traumáticos, que amenazan el equilibrio psicológico de las personas.

De esta forma, podemos definir la crisis del COVID-19 como un suceso imprevisto, accidental y traumático que, con más o menos severidad, está poniendo en riesgo nuestro equilibrio psicológico.

Pero, como señala K. Theodor, de este cambio el individuo puede salir transformado para adaptarse mejor a la nueva situación generada por la crisis, o, como él también apunta, ir hacia la decadencia.  Todo va a depender de los recursos que disponga la persona para gestionar la crisis. Uno de los recursos que ayudan a superar estas crisis accidentales de forma saludable es el modelo utilizado por los psicoterapeutas para ayudar a las personas a superar sus procesos de duelo.

Según el modelo de elaboración del duelo, las personas van superando una serie de etapas, hasta llegar al final del proceso más fortalecidos que cuando iniciaron el mismo.

Ante el fallecimiento de un ser querido, comenzamos nuestro proceso de duelo con una fase de ´negación´ de su fallecimiento.

A esta primera fase le sigue la de ´enfado´. Nos enfadamos con el personal sanitario que lo atendió, con el familiar encargado de cuidarlo, incluso, por enfadarnos, nos enfadamos hasta con Dios, que permitió que falleciera.

A esta fase de enfado le sigue otra fase, la de ´depresión´. Creemos que jamás vamos a poder superar su pérdida o que, con su fallecimiento, la vida ha dejado de tener sentido para nosotros.

Superada la fase de depresión, entramos en una nueva, la de ´aceptación´ de la pérdida. Aceptamos la ausencia del ser querido y construimos otros modelos de relación social y familiar donde ya no está presente el fallecido.

De este proceso de la elaboración de unos nuevos modelos de vida nace la última fase del proceso de elaboración del duelo, ´el aprendizaje´. Con el aprendizaje se cierra un proceso de duelo, más o menos dilatado, de una forma saludable.

Así, la articulista Pilar Jericó, inspirándose en este modelo por etapas de elaboración y superación del duelo, ha elaborado otro modelo que nos puede ayudar a comprender y superar de forma saludable la pandemia producida por el COVID-19.

El modelo de Pilar Jericó comienza por la fase de ´llamada´, cuando nos enteramos de que en China hay un nuevo virus.

Igual que en el modelo del duelo, a la de llamada le sigue la fase de ´negación´. Nos negamos a creer que el virus pueda llegar hasta nosotros.

Superada la fase de negación, aparece la de ´rabia´. En esta fase, en la de rabia, igual que en la del duelo, culpamos a los demás de que se haya producido la epidemia. Así, por ejemplo, hemos cuestionado al Gobierno por no haber tomado medidas antes de que se propagara el virus ¿Por qué no suspendió las manifestaciones del 8 de marzo? ¿Por qué no se activó antes el estado de alarma? Por qué no se cerraron antes las fronteras?…

Superada la fase de rabia, entramos en una nueva fase, la de ´miedo´. En ella comenzamos a temer por nuestra salud, por  la de nuestra familia y del resto de  las personas que nos rodean.

Si en el modelo del duelo la fase de depresión daba paso a la de aceptación, en el modelo de Jericó sucede lo mismo, la etapa de miedo también da paso a la de ´aceptación´ de la epidemia. Estoy triste, me siento vulnerable…

Aceptar que existe una pandemia del virus COVID-19 significa tener que adquirir nuevos hábitos, como aprender a cuidarse, cómo ayudar a los demás, comenzar a creer en los que nos están enseñado a superar la crisis, confiar en el trabajo de los sanitarios… Es decir, de la fase de aceptación pasamos a la que Jericó denomina ´nuevos hábitos y confianza´. Es precisamente en la fase de nuevos hábitos y confianza donde  la mayoría de nosotros nos encontramos en estos momentos.

La fase ´pandemia pasa´, la última de las fases del modelo de Jericó, significa que una vez superada la pandemia de forma saludable no solo habremos conseguido aprender  de ella, también nos vamos a sentir más fuertes para afrontar y superar otras tragedias futuras que puedan poner en peligro nuestra salud mental o física.

José Juan Sosa Rodríguez es psicólogo general sanitario y experto en Psicología de Emergencias y Catástrofes

Les confieso que estoy emocionado en recibir el apoyo de los pibes que he visto crecer, no yo, el colectivo que creó Guillermo Casañas, su primo Juan Antonio Suárez Casañas siempre estuvo implicado, ahora con esta necesidad y aunque el senderismo es su pasión se dedica, como quien suscribe y otra mucha gente con Antonio Trujillo de presidente, en cuerpo y alma al voluntariado.

Guillermo Casañas que se nos fue hace un par de años y nos dejó algunas tareas: La Asociación desde su nacimiento fue (y es), colaboradora de la Cruz Roja en la entrega de alimentos para los más necesitados en la zona de Jinámar- Merced al nuevo protocolo establecido son los Servicios Sociales de Telde son ellos los que derivan a asociaciones como ésta a la gente necesitada: Está creciendo la cifra de desamparo de una manera extraordinaria y aquí aparece Juanma Suárez y su equipo, se incorporan a la ingente tarea de forma voluntaria.

¡Vienen los mejores!, los que lo ganan todo en el deporte, los que nos hacen sentir orgullosos como canarios de tener campeones del mundo, de Europa…trabajando codo con codo para salir adelante, llevando a las casas de nuestros mayores con necesidad la comida, colaborando en la carga y descarga, recaudando dinero para la causa….no puedo seguir, me puede el sentimiento.

¡Gracias!. GENTE EXTRAORDINARIA.

Germán Ramos Ramos, activista social y colaborador de ONDA GUANCHE

En estos tiempos de pandemia y de próximamente de pobreza social , los servicios sociales serán la gran avanzada de nuestro país y de nuestro municipio y que su gestión va a ser necesariamente importante para llegar a los más necesitados y próximamente a los que por un Erte  convertido a ere caigan en la pobreza e indigencia .

Ya es sabido que los dineros para servicios sociales, aunque aumente, nunca se llega a todo el mundo, hay una simple frase que se pone en tela a los servicios sociales de cualquier Ayuntamiento, Cabildo o Gobierno canario “dar dinero a Servicios Sociales es dar dinero a un bolsillo sin fondo, siempre se llegará a no poder ayudar a todos”, por ello, los Ayuntamientos, Cabildos y Gobierno de Canarias pone a disposición de Servicios Sociales  la mal llamada “burrocracia”, para torpedear y desmotivar al ciudadano o ciudadana que lo pida, aún peor a las familias que lo necesitan y cuando llegan es tarde y mal.

Esta gestión funesta ha llevado a la desesperación a familias enteras en este municipio (Telde), más aún cuando, según este alcalde, Héctor Suárez, hay dinero, ya que se han subido el sueldo hace unos meses. Esta pandemia Covid-19 no tiene sentido de políticos o de ricos o de gente trabajadora o pobres, el virus este mata a todos, por ello hay ayudar a los necesitados y a los que, por esta pandemia, sea hace inevitable.

Por ello propongo:

a) La gestión de ayudas se acelere rápidamente

b) La gestión de los recursos pase por un grupo económico para que lleguen a todos y ser gestionados limpiamente y equitativamente

c) La llegada de más dinero a los Servicios Sociales poniendo como en su día hizo Aznar con las pensiones, una bolsa con una cantidad para hacer frente a lo está pasando y lo que puede venir .

d) Una bajada del 50% mientras la pandemia este y después de ella, hasta que la se vuelva a la normalidad en pymes y autónomos

e) Una ayuda a las familias más necesitadas después de esta pandemia de 450€

Con esta propuestas debe haber un censo de todos los afectados para que las ayudas  lleguen rápido y sin tardanza. Estas serían mis propuestas  para un servicio, Servicios  Sociales.

Francisco Santana González, vecino de Telde y afiliado de VOX

Hasta ahora, la comunicación digital se ceñía únicamente a grandes tratados emanados de las facultades y escuelas de marketing, dirigidas esencialmente al ámbito de las grandes empresas multinacionales, cuyo trabajo se basaba principalmente en el trabajo en red a lo largo y ancho del planeta.

En cambio, con la crisis del Covid-19 se nos ha presentado una oportunidad que no hemos desaprovechado para incluir y ampliar nuestras destrezas comunicativas en el ámbito de la escuela, desde los niveles de infantil y primaria hasta los de secundaria, bachillerato y formación profesional.

La actual legislación educativa promueve la actividad digital de nuestro alumnado, evaluándose la misma dentro de las competencias básicas como la digital. Esta competencia implica el uso creativo, crítico y seguro de las tecnologías de la información y la comunicación para alcanzar los objetivos relacionados con el trabajo, la empleabilidad, el aprendizaje, el uso del tiempo libre, la inclusión y la participación en la sociedad. Así mismo, se fomenta el trabajo colaborativo,  la motivación y la curiosidad en el uso de las tecnologías.

Ante la incertidumbre de lo que pueda ocurrir con el curso escolar, sobre todo después de la ampliación del estado de alarma por el Gobierno hasta el  veintiséis de abril, la competencia digital sigue ganando enteros entre los diferentes pilares de la comunidad educativa: familias, alumnado, profesorado y personal de administración y servicios. Necesitan comunicarse entre ellos o entre sus iguales, se trata del triunfo de la comunicación digital, sin ni siquiera buscarlo. Ya lo dijo recientemente un comunicador en nuestro país: “Si algo positivo debemos sacar de esta crisis sanitaria y el consecuente confinamiento de la ciudadanía, es esa nueva necesidad de comunicarnos a todas horas”. Y esa destreza digital es la que venimos demandando desde la escuela desde hace mucho tiempo. Pero para todos, empezando por las distintas administraciones educativas, hasta un sector del profesorado y de las familias reticentes al cambio, esta competencia se antojaba como una de esas materias que calificábamos con el adjetivo de “maría”.

Hoy, inmersos en esta cuarentena de la que todos deseamos salir cuanto antes, pero que, al mismo tiempo, nos contagiamos de la paciencia colectiva y necesaria para afrontarla, nos mostramos entusiasmados por el uso masivo de dispositivos tecnológicos que hacen más llevadera nuestra comunicación. Hemos dicho adiós a los temores generados en el pasado, aquellos que hacían temer por la desaparición de la tiza de cal y del libro de texto como únicas e irremplazables herramientas educativas.

Con todo lo expresado, y como primer obstáculo para su implementación, aparece la tan cacareada pero al mismo tiempo cierta brecha digital, ligada no sólo a la carencia de medios tecnológicos en los centros  educativos, donde las administraciones han hecho muy poco, sino también a la carencia de una formación y actualización adecuada de conocimientos en los recursos humanos; es decir, en el profesorado. El docente, a un ritmo vertiginoso, ha tenido que formarse en tiempo récord en materias digitales y de la comunicación para lograr llevar el proceso de enseñanza-aprendizaje al estudiantado, que como él se encuentra confinado. El futuro ha llamado a nuestra puerta sin ir a buscarlo, la crisis sanitaria nos ha hecho repensar que las distintas propuestas metodológicas también cambian, también se adaptan a las nuevas situaciones.

Si hay un acuerdo generalizado entre todos los sectores educativos es el sentido democratizador de la escuela, que unido a a la horizontalidad y el fácil acceso a los conocimientos en red, nos obligan a reinventar y renovar las antiguas estructuras de la misma. Mucho hemos escuchado acerca del actual estado de la enseñanza en nuestros colegios e institutos, identificándolos incluso con aquellas lecciones magistrales del siglo pasado. Estamos en un momento distinto, sí, aunque sepamos que ha sido fruto del confinamiento de la escuela, un momento donde la interacción entre las partes es ya una realidad. Nuestro alumnado entra ya, a través de videoconferencia, en casa de su profesor, y este a su vez en la casa de sus alumnos. Este hecho, impensable en otros momentos, favorece una nueva competencia transversal, generalmente olvidada, como es la de la educación emocional, que ahora recobra más sentido, si cabe. Decía Antonio Vallés, al respecto, que había que enseñar al alumnado habilidades emocionales que le permitan enfrentarse a las dificultades de la vida diaria que se dan en el ámbito escolar, pero que ahora ese ámbito pasa a ser un nuevo espacio escolar y digital. En la actual situación, desde el profesorado hemos revertido la dificultad o debilidad hacia una fortaleza que nos lleva a reforzar la autonomía personal de nuestro alumnado, generando actitudes de motivación y curiosidad, ademas del trabajo en equipo desde cada uno de nuestros dispositivos. Combinamos junto a ellos actividades de observación, contrastando elementos de la realidad con la búsqueda de información desde la lectura, pero sin olvidarnos jamas de la vertiente lúdica de nuestra metodología.

A modo de conclusión, y volviendo al planteamiento del comienzo de esta reflexión, la crisis mundial producida por el coronavirus supone un impacto sin precedentes tanto para la sociedad en general como para las actividades estrictamente educativas. Sus efectos los estamos viendo ya en nuestras aulas virtuales. La incertidumbre surge cuando pensamos, si el día que volvamos al aula física y a la clase presencial, olvidaremos todo lo que estamos viviendo y aprendiendo. La escuela no se ha paralizado, la escuela esta más viva que nunca, hemos sobrevivido a la situación, hemos repensado y modificado nuestra forma de comunicarnos y los frutos los veremos muy pronto, planteándonos una pregunta que dejamos para respuesta futura: ¿estamos en el preludio de una nueva educación con un alumnado y un profesorado adaptado, por fin, al siglo que nos ha tocado vivir

Antonio Hernández Lobo, profesor de enseñanza secundaria

Desde hace unas semanas todos los días a las 19:00 horas, los vecinos de toda España como si fuera la llamada de una secta a sus fieles, se asoman a los balcones y terrazas para aplaudir y reconocer el esfuerzo que los sanitarios, policías, y demás personal esencial está haciendo para combatir la pandemia que estamos padeciendo.

Debo reconocer que los primeros días me pareció un gesto bonito y solidario hacia esos profesionales que se están dejando la piel en cada jornada laboral, pero ya con el paso de los días y las semanas se está convirtiendo en un instrumento político con un claro efecto placebo.

Nuestro actual gobierno quiere meter detrás de esos aplausos la asesina gestión que están llevando a cabo, los sanitarios de nuestro país no quieren aplausos, quieren material de protección para no llevar el virus letal de necesidad a sus casas, y como consecuencia infectar a sus seres queridos, nuestros enfermeros y auxiliares de enfermería no son héroes, tampoco son mártires, son víctimas de este gobierno torpe, inútil, e inepto.

Un héroe escoge su destino, nuestros sanitarios no han escogido ir sin protección a trabajar, no han escogido arriesgar su vida por la torpeza política del actual gobierno, son víctimas y se juegan la vida cada día, no seamos superficiales vivimos en una sociedad infantilizada, no estamos para aplausos ni para canciones, esto es una tragedia sin precedente, los aplausos de todos los días no va a evitar que sigan muriendo cientos de infectados cada día, ni va a despertar de los ataúdes a los más de 10.000 fallecidos, pero oiga, si usted se siente bien aplaudiendo siga aplaudiendo, yo personalmente veo más útil que se apunte a ayudar al voluntariado del banco de alimentos de Las Palmas, y ayude a distribuir esos alimentos entre los más necesitados, los aplausos yo me los reservo para cuando vea entrar en prisión a los asesinos que nos gobiernan y que no están llevando a la más absoluta de las ruinas, ¡Un aplauso para ellos también ya puestos oiga!.

Enoc Santana Pérez, Técnico Auxiliar de Enfermería