En Telde tenemos un fenómeno paranormal que ya quisiera Cuarto Milenio: la suciedad aparece, se acumula y nunca desaparece. Ayer lo mostramos con fotos: el corazón de la ciudad, los alrededores del Mercado cerrado desde hace años, está hecho un cuadro. Hojas secas que parecen alfombras roídas, olor a orines que compite con cualquier fábrica de amoniaco, tuberías rotas como si hubieran pasado siglos de guerras, y basura que se reproduce sola como si fuera un ecosistema aparte.
Pero tranquilos, que aquí no falta limpieza… lo que sobra son competencias cruzadas. Según el manual municipal de excusas, en Telde la basura no se recoge: se reparte. Uno se encarga de las aceras, otro de los pabellones, otro de los parques, otro de los solares, y si hablamos de senderos ya eso es otra novela. Es decir, que para que recojan una colilla primero hay que llamar al 010, pedir audiencia con el concejal correcto y rezar a la Virgen del Pino.
Por eso, si ves una montaña de basura al lado de tu casa, no te molestes en quejarte. Pregunta primero a quién pertenece esa basura: si es municipal, si es deportiva, si es cultural o si es medioambiental. Porque aquí, estimado vecino, cada cáscara de plátano tiene su concejal asignado.
Y mientras tanto, el Mercado sigue cerrado como un sarcófago egipcio y sus alrededores parecen un vertedero urbano de exposición. Eso sí, para las fiestas no falta presupuesto ni escobas, porque ahí se barre más rápido que en los estudios de Telecinco cuando llega una demanda.
La gente de Telde está harta, y no es para menos. Llevamos dos años escuchando que todo se iba a arreglar “nada más entrar” y aquí seguimos: baches que ya son patrimonio histórico, suciedad que parece parte del paisaje y concejales que se pasan la pelota de la escoba como si jugaran la Champions de la incompetencia.
Y ojo, que se avecinan manifestaciones en los barrios, porque los ciudadanos están hasta el moño. Eso sí, cuando salgan a protestar, que tengan cuidado: igual el permiso lo tiene que firmar uno de deportes, otro de cultura y otro de jardines.
Al final, en Telde no es que falte limpieza… lo que sobra es teatro. Como diría Sánchez: “El que quiera algo, que lo pida”. Pues aquí estamos pidiendo: que recojan la basura, que tapen los baches y que, ya puestos, limpien también el listado de excusas.
Porque, señores, en Telde la suciedad no es un problema: es una tradición municipal.
Juan Santana, periodista y locutor de radio