‘MARTELADA’, LAS COSAS DE JUAN MARTEL Y LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA

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Un grupo de intelectuales de Telde están estudiando elevar culturalmente el nivel político de la ciudad proponiendo incluir en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la palabra «Martelada» en referencia a los méritos políticos y ‘culturales’ que concurren en el concejal perpetuo Juan Francisco Martel Santana, tras hacerse público a través de ONDA GUANCHE la penúltima «MARTELADA» de Martel, y tras hacer un repaso histórico y biográfico de las «MARTELADAS» del concejal Martel, el único concejal de la ciudad que ha gobernado en Telde con todos los partidos políticos en todos los gobiernos, llegando a ser el concejal de Juventud de mayor edad del Gobierno y concejal de Cultura, siendo e más analfabeto del salón de plenos  

La propuesta de incluir la palabra ‘MARTELADA’ en la RAE hace justicia con la máxima del diccionario de referencia de la lengua española, porque contribuirá a hacer cumplir su razón de ser: «Limpia, fija y dar esplendor».

El lema de la Real Academia Española (RAE) es «Limpia, fija y da esplendor». Este lema refleja el objetivo de la institución de preservar y embellecer el idioma español, eliminando incorrecciones, estableciendo normas y promoviendo su uso correcto. 

El lema «Limpia, fija y da esplendor» se refiere a las siguientes acciones: 

Limpia:

Elimina las incorrecciones, barbarismos y errores que puedan afectar la pureza del idioma.

Fija:

Establece las normas y reglas gramaticales y ortográficas, proporcionando estabilidad y coherencia al idioma.

Da esplendor:

Promueve el uso correcto y elegante del idioma, buscando que sea un reflejo de la cultura y la riqueza del español.

La RAE, desde su fundación, ha trabajado para mantener la integridad y belleza del idioma español, y este lema encapsula su misión fundamental.                        

Para incorporar ‘MARTELADA’  como una nueva palabra al Diccionario de la Lengua Española (DLE) de la Real Academia Española (RAE), los intelectuales y catedráticos de Telde deben enviar una propuesta a través del formulario de la Unidad Interactiva del Diccionario (UNIDRAE) en el Portal Lingüístico de la RAE. La propuesta debe incluir la palabra, o sea, MARTELADA, su significado, y documentación que avale su uso.

La propuesta de la inclusión de la palabra ‘Martelada’ echa sus raíces en los méritos que concurren en un personaje para inmortalizarse en la política, sin hacer gestión ni autocrítica, sin más preparación reglada que el certificado de estudios primarios, aumentando el poder político y las responsabilidades (áreas delegadas en el Gobierno) y el sueldo, siendo el concejal más caro en los últimos dos mandatos electorales en Telde. 

«Martelada’ sería sinónimo de garantizarse un puesto político permanente en mando, con sueldo, sin capacidad ni méritos. ‘Martelada’ pasaría a significar permanecer en un cargo público, pese a ejercer contra la ciudadanía dilapidando millones de euros a través de la empresa municipal Gestel para favorecer a empresas y blanquear su imagen.                                                     

‘Martelada’ sería perpetuarse en el Gobierno de Telde con mayor sueldo y responsabilidad en cada nuevo mandato, nombrado en la penúltima ocasión por quien le calificó como de corrupto en el salón de plenos por  regalarle 3 millones de euros a un empresario, calificando al personaje y su ‘Martelada’ como «la mierda que flota en todas las aguas».

                                                          

‘Martelada’ representa ser el concejal de Cultura de una gran ciudad el personaje más analfabeto integral, y concejal de Juventud, siendo el concejal de mayor edad, llegando a ser concejal soltero y continuar un siglo después siendo abuelo.                                                          

‘Martelada’ es ser el concejal de Parque Móvil y Policía de una gran ciudad y dejar a todo el parque móvil, incluido, coches y motos de la gran ciudad, sin seguro obligatorio, entre otros vehículos  coches y motos de la Policía Local.                                                     

Una martelada avanzada en primicia imfomativa de ONDA GUANCHE que saltó a la prensa regional para escarnio y vergüenza de la ciudadanía.                                                  

‘Martelada’ es ser el concejal de Patrimonio y al mismo tiempo el mayor depredador del Conjunto Histórico monumental de la ciudad, con la maldición urbi et orbi del Cronista Oficial de Telde, Antonio María González Padrón, que dijo sentir indignación y vergüenza de ser ciudadano de Telde.                     

         

‘Martelada’ es poner en peligro y causar graves destrozos en el patrimonio histórico de San Juan celebrando en la misma plaza del Conjunto Histórico protegido la celebración del entierro de la Sardina y seguir siendo el máximo responsable y garante de la conservación y protección del patrimonio histórico de la gran ciudad, venida a Aldea pitufa                         

Conviene recordar que hace un año VOX Telde consiguió que no se volviera a celebrar el tradicional Entierro de la Sardina en el Conjunto histórico monumental de San Juan

‘Martelada’ es que el máximo responsable del Patronato municipal realice una paella gigante en la cocina de la Casa Condal causando graves daños en su cantería, sin que ningún responsable municipal ni siquiera le llamara la atención o le hiciera pagar la reparación de los daños económicos causados.

‘Martelada’ e pagar 6000 euros del dinero de los contribuyentes para pagar autobombo y mirarse al espejo a costa del dinero de los contribuyentes.                         

                            

‘Martelada’ es hacerse pasar por amigo del alma de quién lo llevó a la política el siglo pasado y a quién traicionó vendiéndose al ‘necionalismo’, al más puro estilo de la yenca, traicionando nuevamente a su socio político de Telde dejándolo vendido y a los pies de los caballos a quién le dio la penúltima oportunidad de ir en lista electoral, ‘juntos por Telde’ y seguir en la mamandurria, con un sueldo de más de 52.000 euros anuales y 4 asesores en nómina.                          

Y yo con estos pelos…

Manuel Ramón Santana,  director de Telde Libre es profesor especialista en Educación Especial por la Universidad de Burgos

«CRÓNICAS DEL HORNO AJENO: CUANDO EL MIEDO HUELE A PAN NUEVO»

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Dicen que en política todo vuelve, incluso los que escriben desde el púlpito de la sorna disfrazada de análisis. Hoy nos despertamos con un artículo titulado “El Mesías centrista y los panaderos ilusionados” que pretende repartir hostias ideológicas como si fueran pan bendito. Pero a algunos ya no les cuela ni con agua, ni con vino, ni con gofio amasado.
 
Porque para empezar, el único que parece creerse un Mesías aquí es el autor del artículo, que baja de la montaña del elitismo opinativo con las tablas de la verdad absoluta, dispuesto a iluminar al pueblo de Telde, que al parecer no sabe lo que quiere. El problema es que sus tablas no traen mandamientos, sino un batiburrillo de resentimientos vintage, ironías de saldo y una visión de la política local más rancia que una sardina olvidada en San Juan.
 
Llamar “Mesías” a alguien que defiende el centro político es como llamar “yogur caducado” a un queso curado: no ha entendido el concepto. El artículo de marras caricaturiza al centrismo como si fuera una estafa emocional. Pero se le olvida que el centro político no es una religión, ni una estafa. Es, en muchos casos, el refugio de quienes ya están hartos del circo bipolar en el que algunos viven cómodos, cobrando artículos mientras los vecinos ven el espectáculo desde la cuneta.
 
Decir que el centrismo en Telde es un “baúl de los 90” es como decir que Canarias es solo sol y playa. Reduccionista, vago y con tufillo de prejuicio. Algunos deberían saber que en política, como en la panadería, lo que importa no es la fecha del horno, sino si el pan sale crujiente o quemado. Y viendo lo que hay ahora en cartelera, no extraña que haya “panaderos ilusionados” que prefieran probar nuevas recetas. Porque pan duro ya se ha comido bastante, y muchas bocas siguen esperando miga.
 
Y ya que hablamos de pan… Qué manía tienen algunos en reírse de los vecinos que se ilusionan con algo distinto. “Panaderos ilusionados”, dice el artículo, como si fuese una enfermedad contagiosa. ¿Pero qué prefieren, ciudadanos resignados, pan rancio del día anterior y más de lo mismo?
 
Tal vez el autor prefiere una ciudadanía calladita, obediente, que compre lo que ya está en la estantería, aunque tenga moho. Pero hay gente que, con razón, quiere hornear un futuro diferente. Y no porque crean en Mesías de saldo, sino porque están cansados de los mismos iluminados de siempre, que llevan veinte años diciendo que el horno no está para bollos mientras se comen las pastas en los despachos. Y encima se las facturan a nombre de todos.
 
Lo que de verdad se huele en ese artículo no es ni harina ni masa madre. Lo que se huele es miedo. Miedo a que el tablero político cambie. Miedo a que la gente se ilusione de nuevo. Miedo a quedarse sin la tarta completa. Y lo que es peor: miedo a que las facturas empiecen a ser menos… o ninguna.
 
Sí, porque cuando cambia el horno, cambia también quién reparte el pan. Y hay quienes llevan años comiéndose las mejores rebanadas, sin dejar ni las migas. Y claro, si ahora vuelve alguien que sabe dónde están los fuegos, cómo se amasa y por dónde se escapa el calor… pues los nervios están servidos. Y no por ideología, sino por bolsillo. Porque cuando el pastel ya no se corta entre los mismos, los cuchillos tiemblan.
Y claro, ante eso, se escribe desde el rincón del sarcasmo. Se ridiculiza. Se menosprecia. Se ningunea. Todo con el estilo de quien se siente por encima del bien y del mal. Pero cuidado: ese estilo, en política, ya no alimenta. El hambre de dignidad, de limpieza, de gestión decente y de ilusión no se sacia con columnas condescendientes.
 
La fábula del ratón que quería comerse el mundo… hasta que llegó el Gato…
 
Érase una vez un ratón que vivía feliz en una despensa ajena. Día tras día, iba royendo todo lo que encontraba: pan, queso, tarta, hasta las etiquetas de las facturas. Nadie lo molestaba, y él pensaba que todo le pertenecía.
 
Un día, empezó a burlarse de los demás animales. “¡Mírenlos, qué ilusos!”, decía. “Quieren abrir otra despensa, hornear su pan, soñar con comida nueva. ¡Pobres panaderos ilusionados!”
 
Pero lo que no sabía el ratón es que, en silencio, muchos vecinos ya estaban cansados. Y uno de ellos, viejo conocido del terreno, había decidido volver. Un Gato. Astuto, tranquilo, sin necesidad de maullar mucho. Solo con aparecer, el ratón sintió el bigote del miedo. Porque cuando el Gato entra en escena, el ratón deja de burlarse. Y la despensa deja de ser suya.
 
Telde no necesita profetas del desánimo ni predicadores del cinismo. Lo que necesita es gente que se moje, que se levante, que proponga. Y si entre esos hay algún «centrista» de los de antes, de los que hacían política con las manos en la calle y no desde la tribuna del sarcasmo, pues bienvenido sea.
 
Porque al final, querido profeta del sarcasmo, los panaderos ilusionados puede que no horneen para ti. Pero están amasando futuro. Y eso, aunque te repita, es lo que Telde está empezando a digerir.
 
Aunque duela. Aunque te deje sin postre. Aunque te asuste el Gato.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
 

«CURRÍCULUM CIEGO: ¿A QUÉ ESPERA EL PP PARA ACTUAR CON MANUEL DOMÍNGUEZ?»

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En la creciente batalla política por los currículos falseados, hay partidos que han empezado a asumir responsabilidades —y otros que siguen mirando para otro lado. Varios cargos del PSOE y de VOX han dimitido en las últimas semanas por haber inflado o manipulado sus trayectorias académicas. En el Partido Popular, sin embargo, solo una diputada nacional en Madrid ha sido sacrificada. ¿Y el presidente del PP en Canarias, Manuel Domínguez? Ahí sigue. Sonriendo. Como si no pasara nada.
 
La falta de explicaciones sobre su “licenciatura”, sus supuestas convalidaciones internacionales o su misterioso Erasmus lo colocan en el centro de la polémica. Pero ni un solo gesto de humildad. Ni un documento aclaratorio. Ni una comparecencia. Solo silencio. Solo arrogancia institucional.
 
¿A qué espera el PP para decirle a Manuel Domínguez que asuma su responsabilidad por engañar a los ciudadanos? ¿Hasta cuándo va a durar este doble rasero ético que castiga a unos y protege a otros?
 
Porque no estamos hablando de un concejal de pueblo. Hablamos del máximo responsable del Partido Popular en Canarias. Un hombre que aspira a presidir la comunidad autónoma y que ha sido candidato al Parlamento nacional. No se trata de una anécdota personal, sino de un patrón que cuestiona su credibilidad y su legitimidad como líder político.
 
En cualquier democracia seria, un escándalo así bastaría para abrir una investigación interna o pedir explicaciones públicas. Aquí, en cambio, se impone el silencio de los cómplices. Nadie pregunta. Nadie incomoda. Nadie se mueve. El aparato del PP calla. Génova no se pronuncia. Y en Canarias, todo el mundo hace como si no hubiera un elefante en la habitación.
 
La regeneración política no se predica: se practica. Y lo cierto es que el PP en Canarias lleva demasiado tiempo atrapado en sus propias contradicciones. Por un lado, exige transparencia y ejemplaridad a sus adversarios. Por otro, protege a quienes dentro del partido representan justo lo contrario.
 
El caso de Manuel Domínguez no es un caso aislado. Es el síntoma de un modelo agotado, que se sostiene más en la fidelidad interna que en los principios. En los favores que se deben, más que en la responsabilidad pública. Y es especialmente grave porque no hablamos de rumores: hablamos de hechos contrastados. De un currículum con lagunas, incoherencias y títulos que nadie ha podido verificar.
 
¿Tan poco vale la palabra de un dirigente político? ¿Tan débil es la exigencia ética dentro del PP canario como para tolerar este tipo de trampas sin consecuencias?
 
En los últimos años, España ha visto dimitir a ministros, presidentes autonómicos, portavoces y alcaldes por situaciones mucho menos graves. Pero en el PP de Canarias, todo parece tener un precio, menos la dignidad.
 
Si Manuel Domínguez no da un paso al lado por respeto a los votantes, alguien debería obligarlo a hacerlo por decencia política. Y si nadie en su partido tiene el valor de pedírselo, entonces tal vez el problema no sea él… sino el sistema que lo protege.
 
Porque cuando un partido renuncia a la verdad y tapa la mentira, el problema no es individual: es estructural.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
 

«TELDE, CONTIGO EMPIEZA TODO OTRA VEZ»

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Vecinos de Telde piden a Francisco Válido que vuelva a liderar un proyecto que recupere la política como servicio. “Paco, tienes que volver”. Ese es el mensaje que, con frecuencia creciente, Francisco Válido escucha en la calle, en las visitas a los barrios, en los cafés con vecinos, en las llamadas inesperadas. Telde, una ciudad herida por la decepción política y el abandono institucional, está pidiendo que alguien dé un paso al frente, pero no desde el protagonismo, sino desde la responsabilidad.
 
Y esa petición tiene un nombre. O al menos, una figura reconocida: Francisco Válido, exalcalde del municipio, quien ha comenzado a meditar seriamente su regreso o, en su defecto, impulsar un nuevo equipo que recupere el valor de la política hecha para servir.
 
«Estoy aquí para ayudar, no para imponerme», ha dicho Válido con claridad. “Si puedo ser útil encabezando, estaré. Pero si lo mejor para Telde es empujar desde otro lugar, también lo haré. Lo importante no soy yo. Es la ciudad. Es su gente.”
 
Una ciudad que quiere volver a creer
 
El hartazgo de muchos vecinos con el actual estado del municipio ha derivado en una demanda creciente de volver a hacer política “como antes”: con compromiso, con seriedad, con gestión. Barrios que se sienten abandonados, servicios públicos deteriorados, proyectos estancados y una ciudadanía cada vez más alejada de sus representantes.
 
En ese contexto, la posible reactivación del Grupo Centrista Canario, bajo la inspiración de Válido y un equipo plural y profesional, empieza a generar ilusión. No se trata de volver al pasado, sino de recuperar lo mejor de él: el sentido de la responsabilidad, la cercanía, el rigor y la escucha.
 
“Queremos que Telde funcione”, le dicen quienes se acercan a hablarle. Y él responde con honestidad: “Yo no quiero figurar. Pero si hace falta que me moje, me mojaré”.
 
Un proyecto sin gritos, pero con rumbo
 
El grupo que empieza a reunirse en torno a esta idea no busca titulares fáciles. Busca poner en marcha un programa serio, ambicioso y realista, que priorice la limpieza, el mantenimiento, el empleo, la cultura, la recuperación de San Gregorio, la apertura del nuevo mercado y, sobre todo, la renovación del Plan General de Ordenación Urbana, paralizado desde hace más de una década.
 
“La política no está para servirse, está para servir”, repite Válido. Esa frase se ha convertido en la columna vertebral del movimiento que empieza a tomar forma. Con técnicos, jóvenes, profesionales y vecinos que creen en la honestidad como punto de partida.
 
¿Una candidatura? Todavía no, pero…
 
La pregunta está en el aire: ¿será Francisco Válido candidato en 2027? La respuesta, de momento, es prudente: “No es el momento de decidir si encabezo. Es el momento de construir equipo. Si lo que necesita Telde es que vuelva, lo haré. Pero si lo mejor es que otro lo lidere, lo apoyaré con todas mis fuerzas. Lo único que no voy a hacer es mirar para otro lado”.
 
Mientras tanto, el mensaje se sigue repitiendo en la ciudad: “Paco, vuelve. Telde te necesita.”
 
Y con ese impulso colectivo, nace un lema que ya empieza a escucharse con fuerza: “Telde, contigo empieza todo otra vez.”
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio