«La estrella navideña de Khaled»

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Un cuento para reflexionar en Nochebuena

A través del hueco  de la  ventana de su habitación, días atrás reventada por la  onda expansiva de un obús que impactó en una  casa vecina,  los ojos inocentes de  Khaled  escrutaban  la noche con la esperanza de encontrar, entre la infinidad de estrellas que salpicaban rutilantes el cielo de Alepo, la estrella que hace algo más de 2000 años guió a reyes y pastores hasta el lugar donde había nacido Jesús.

Entretanto que el pequeño  Khaled no apartaba su  mirada del cielo, la fría noche  lanzaba su gélido aliento  sobre su rostro,  machacado por  la tristeza y el horror de una guerra que había aniquilado a casi toda su familia.

En la soledad de la habitación, al pequeño Khaled solo le quedaba la esperanza de que aquella noche la estrella que alumbró el pesebre donde nació el niño Jesús de los cristianos volviera a brillar en el cielo para llevarlo hasta el lugar donde los terroristas del DAESH, después de asesinar a su padre,  habían llevado a su madre y a sus hermanas.

De pronto, acercándose a gran velocidad hacia la ciudad, una estela luminosa  apareció por el horizonte. Ante su visión, khaled rompió con sus gritos la soledad que lo envolvía:

–  Ya está aquí, ya  vuelve la estrella cristiana…

No le dio tiempo a decir nada más. Un fuerte golpe lo lanzó por los aires, cayendo sobre la montaña de cascotes  en que se había convertido el edificio. Porque lo que el pequeño Khaled creía que era  la Estrella de Belén era un misil lanzado desde un barco que navegaba por el Mediterráneo, o por uno de los  aviones de combate de un país ´amigo´.

Agonizante y semienterrado entre los cascotes, antes de morir, al niño sirio solo le quedó tiempo para pensar que aquella  estrella, que una vez alumbró el establo donde nació el Niño de los cristianos, no  quería a los  niños árabes. Que ya no era una estrella de paz y de amor, sino de destrucción y muerte.

Qué razón tenía Khaled, la Estrella de Belén ha dejado de ser una estrella de paz y amor, ya que sin justicia no puede haber paz, y mucho menos amor.

Porque aquella Estrella rutilante, que un día representó  paz y amor, actualmente no es más que un eslogan publicitario de una época del año marcada por el consumismo y el derroche. Una estrella apagada por el  infierno que viven los desplazados a causa de las guerras, el terrorismo y el hambre. Una estrella muerta por la maldad y la humillación que sufren las esclavas sexuales, las mujeres maltratadas y los niños explotados.  Una estrella consumida   por  la  miseria en que viven los que no tienen un salario digno…

En este momento, en el que he acabado de  escribir este relato, la situación en Alepo ha empeorado. La ciudad se ha convertido en una ratonera mortal y muchos de sus habitantes están utilizando las redes sociales para despedirse de sus seres queridos antes de morir. Así que, en este momento, en el que he acabado de escribir este relato, siento que desearle al mundo una feliz Navidad no sería más que una pantomima irreverente por mi parte.

José Juan Sosa Rodríguez

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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