El peluquero de Telde: «Queríamos ser padres, el dinero daba igual»

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Esta es la historia de dos mileuristas de Telde, un peluquero y un mecánico, con  tanto afán  de ser padres que se hipotecaron para viajar a América  y alquilar el vientre en el que nació su hija. Todo ideal, hasta que volvieron, y en su país se les negó el subsidio de maternidad. Ahora, la Justicia les da la razón.

David García –33 años, propietario de una peluquería en Telde– y Javier Martín –30, mecánico–  se conocieron en 2008, se casaron en 2009  y decidieron que querían ser padres por encima de todas las cosas de este mundo cuando estaban a punto de celebrar su primer aniversario.

Iniciaron un proceso de adopción, pero «vimos que eso iba a tardar mucho», explica David.

Un día vieron un reportaje en televisión  sobre gestación subrogada, y el peluquero sintió que eso era lo que quería. Se sentó delante del ordenador,  empezó a informarse, a trastear con clínicas y abogados norteamericanos –sin hablar una palabra de inglés–, y a mediados de 2013 tenía lo que creía que era una propuesta «fiable» de una clínica de Fresno (California, Estados Unidos) que adjuntaba la foto de una saludable mujer, una médico internista, dispuesta a gestar en su vientre al hijo de él y de Javier.

Se decidieron. El proceso costaba «mucho dinero, como una casa», admite David, que no quiere dar cifras –bastante más de 30.000 euros entre los honorarios de la gestante, viajes, parto, estancias– pero reconoce que tuvieron que hipotecarse.  Aún hoy les  quedan nueve años de cuotas.

«En ese momento, pensé: hay gente que se compra un coche de lujo y a la primera lo estampa y sigue pagando quince años, y me dije que me daba igual el dinero, que yo quería ser padre, a fin de cuentas, con trabajo y salud todo se paga», argumenta el estilista.

A la lejana California llegaron en el otoño de 2014. Cada uno donó un poco de semen –no saben de quién fue el espermatozoide fecundador–, una mujer anónima aportó el óvulo y el proceso se implantó en el vientre de la madre subrogada.

América

 Podía haberse hecho como  una adopción, de forma fría, sin apenas conocer a la gestante, pero quisieron  implicarse a tope, conociendo a la madre, a su marido, la acompañaron durante las últimas semanas del parto. Asistieron al alumbramiento.

Cuando el 9 de  julio de 2014 nació Cayetana en la clínica de Fresno, el primer contacto piel con piel que tuvo fue con David.

El contrato daba la opción de cerrar  ahí los lazos y separarse en ese momento. La madre de alquiler sola a una habitación, con su familia,  y la niña y los padres, David y Javier, a otra. No quisieron, se quedaron cuidándola, a pesar de que ella también tenía a su propia familia, un marido y una hija.

De hecho, actualmente hay una foto de la gestante y su familia en la habitación de Cayetana. «Es una persona más de la familia»; asegura David, que habla con ella hasta dos veces por semana ¿Cómo no lo va a ser, si tuvo a mi hija en su vientre durante nueve meses, si sin ella mi hija hoy no existiría?».

El cuento se quebró cuando  regresaron  a España, con los papeles americanos que la acreditaba como padres de la niña. A los dos días, Cayetana se puso mala. David la llevó al Materno, y mientras tramitaba su inscripción en la seguridad social, intentó solicitar el permiso de maternidad. «Pídalo si quiere»; le dijo el director de la oficina, «pero le va a venir denegado, la niña no está registrada». Sintió que le estaban negando un derecho a su hija. Fue a registrarla.

Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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