Interesantemente Galileo era un fiel seguidor de Copérnico y usaba sus descubrimientos para la causa heliocéntrica, lo cual desató el enfado y la ira de los teólogos.
En este texto no voy a hacer un estudio profundo de estas teorías y comisiones de castigo autogestionadas en nombre de cualquier causa y suficientemente injustificadas.
Galileo sobre todo defendía los principios de la libertad de pensamiento y en mi modesta opinión si bien lo hizo abogando por un pensamiento científico alejado del absolutismo de los teólogos encuentro en ésta, su defensa una voluntad de defender las libertades de pensamientos.
Galileo fue expuesto a la famosa inquisición, creada por los Reyes Católicos para mantener un catolicismo puro y así someter a quienes ellos denominaron “herejes” y que no eran sino simples “libres-pensadores”.
El célebre Gabriel García Márquez en su magnífica obra “relato de un náufrago” basado en un hecho real realmente nos deja sentir el más vívido aliento de un náufrago, alguien que, repentinamente se encuentra en una situación de no control siendo víctima de una situación que pone a prueba las capacidades de supervivencia de la misma.
Naufragio se relaciona con el mar, aunque hay tantos y tantos náufragos en tierra. Muchos son expulsados desde sus plataformas a la tierra más firme y tras el primer paso la tierra se convierte en arenas movedizas.
El poder frente a la fuerza es un adagio de gran valor en la gran aventura humana. La conciencia lo abarca todo y es ilimitada además de matriz omnipotente.
Mi cuestión a los lectores es: Y si nuestra concebida realidad personal fuera una anamorfosis de reflexión?
¿El planteamiento es acerca de concebir que nuestra vida cuando se refleja en el espejo de la realidad se deforma y solo se podría reconstruir por la reflexión sobre ella misma?
Pedro Fleitas González
