Existen valores inviolables en la práctica de un arte marcial, especialmente cuando has encontrado a un Maestro que hace que tomes conciencia de tu potencial y habilidades intrínsecas. Una de ellas y muy importante es la lealtad.
Existe un templo sintoísta en la ciudad de Noda, llamado Sakuragi Jinja. Cuando empecé a viajar a Japón era un pequeño templo llamado Atago Jinja, cerca de la estación de tren del mismo nombre. Posteriormente se trasladó a la periferia de la ciudad. Es un lugar maravilloso, lleno de tranquilidad y rodeado de naturaleza viva.
Es uno de esos rincones que te hacen desaparecer por unos instantes.
En japonés, “sintoísmo” significa “el camino de los dioses”. Los orígenes del sintoísmo se remontan a la Edad Antigua, cuando todavía era un culto a los fenómenos naturales (las tormentas, las montañas, el Sol, la Luna o los ríos), que los creyentes identificaban con unas deidades llamadas kami.
Este maravilloso espacio sirve de retiro de la vida mundanal y da un descanso al espíritu. Un lugar para hallar el bien preciado silencio en una vida que pasa más rápido que la propia vida.
Pedro Fleitas González
