CRÓNICAS DE UN ARTISTA MARCIAL EN JAPÓN: CAPÍTULO 1 «SUGANO»

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Los artistas marciales de la Bujinkan y que además nos dedicamos a las terapias naturales intentamos acercarnos a los lugares de refugio adonde acuden las personas que enferman o para prevenir las enfermedades. Para nosotros es primordial entender el sufrimiento humano y los viajes que se hacen hacia la liberación de dicho sufrimiento y el origen del vigor de algunos lugares, que son usados por el ciudadano de a pie para dispersar su dolor. El Budismo está lleno de estos lugares especiales.

Suelo visitar mucho este barrio de Tokyo, Sugamo. Muchas veces lo hice solo ahora me acompañan los alumnos que así lo desean.

La atmósfera y el ambiente así como el olor a incienso es muy especial, revitalizante e inolvidable.

En este pequeño barrio de Tokyo está situado el  Templo de Koganji, hogar del Togenuki Jizo. Se dice, a voces, que visitar el templo elimina las dolencias.

En los templos, en los caminos y especialmente en los cementerios en Japón es muy común ver unas pequeñas estatuas de piedra de apariencia infantil con gorritos de lana y baberos rojos.Son las famosas estatuas Jizo y detrás de muchas de estas encantadoras figuras hay una historia triste, una familia rota por el dolor, pero también hay en ellas un mensaje de fe y esperanza.

Las estatuas Jizo representan a Ksitigarbha , un Bodhisattva muy venerado por los budistas en Japón, se conoce como Jizo Bosatsu, el protector de los niños pequeños, las embarazadas, los viajeros,  de las dolencias y enfermedades y es una de las deidades más queridas en el país del Sol naciente.

Jizo es muy conocido por ser el guardián de las almas de los niños que murieron antes que sus padres y también de las almas de los fetos abortados o bebes nacidos muertos.

En la cultura budista japonesa se cree que los muertos deben cruzar un río, el rio Sanzu, de camino a la otra vida, pero los niños van al Sai no Kawara, el Limbo en Japón, ya que no han tenido la oportunidad de acumular suficientes buenas obras para cruzar al más allá.

Las almas de los niños apilan piedras en la orilla del rio como penitencia, aunque todas las noches las torres de piedras son destruidas por los demonios. Pero Jizo está allí para proteger a los niños y esconderlos bajo sus túnicas para que los demonios no los encuentren.

Por este motivo es común ver junto a las pequeñas esculturas montoncitos de piedras, estas han sido puestas allí por los padres y familiares de los malogrados niños, con la esperanza de acortar el tiempo de sus pequeños en el inframundo y ayudarles con su penitencia.

Muchas veces las esculturas llevan gorritos y bufandas para que no pasen frío y baberos para evitar que se manchen al comer, mayoritariamente de color rojo, color que ayuda a espantar a los demonios y en ocasiones hay también junto a ellas ofrendas de juguetes.

Pero no todos los Jizo representan la tristeza por los niños muertos, también los hay que reciben ofrendas en agradecimiento por haber salvado a los hijos de una grave enfermedad, para pedir por la fertilidad o un parto sin complicaciones (como hacemos los católicos de llevarle flores y rezarle a la Virgen del buen parto).

Igualmente es común encontrarlos en las orillas de los caminos porque es también el protector de los viajeros.

Las estatuas de Jizo suelen representarse como monjes con sencillas túnicas y la cabeza afeitada, en su mano izquierda sostiene una joya y en la mano derecha un bastón con 6 anillos qué representan los paramitas, las seis perfecciones que conducen al nirvana, que son, la generosidad, la moralidad, la paciencia, el vigor, la concentración y la sabiduría. (varias fuentes).

Pedro Fleitas González

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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