«CCD: El verdadero centro democrático»

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Sin duda los partidos políticos son organizaciones con una estructura compleja que trasciende la propia ideología que defienden, y al igual que la sociedad tienen que adaptarse de continuo a los cambios que la ciudadanía demanda en cada momento.

Dentro de esta complicada organización nunca pueden perderse de vista dos principios que a mi parecer son básicos: la democracia interna y la persecución del interés general por encima de todas las cosas. Ignorar o ningunear estas máximas conduce a la decadencia de cualquier formación política, convirtiéndola en un mero lobby destinado a la especulación pura y dura en busca de réditos particulares.

A lo largo de mi trayectoria política siempre he tenido claras mis ideas centristas, al considerar no solo que son las más provechosas para el conjunto de los ciudadanos, sino que también son las que más se adaptan a mi carácter y forma de ser, por cuanto entiendo que el diálogo y el consenso son los pilares sobre los que debe cimentarse una sociedad equilibrada. De este modo, comencé mi andadura pública defendiendo el CDS de Adolfo Suárez y una vez desaparecido este partido, me integré en las filas del CCN cuyas raíces se hundían en la ideología de centro suarista, pues no en vano fue fundado por Lorenzo Olarte, estrecho colaborador y compañero del que fuera primer presidente de la democracia que actualmente disfrutamos.

Durante los veintitrés años trascurridos desde entonces hasta hoy he permanecido fiel a esas siglas contra viento y marea, acatando todas las decisiones de los órganos de dirección del partido, aunque en algunas ocasiones considerara que no reflejaban mi forma de ver las cosas, pero comprendiendo que esto forma parte de la disciplina interna propia de cualquier formación política, donde no siempre se puede regular el funcionamiento a gusto de todos y cada uno de sus miembros, como es fácil de entender.

No obstante lo anterior, es cierto que tampoco nunca hasta ahora aprecié que esas decisiones del partido que no llegaba a compartir al ciento por ciento contrariaran el interés general de los canarios, y más específicamente el de los teldenses, entre los que me cuento y a los que me debo por entero en mi labor política.

Desgraciadamente en los días pasados he tenido que vivir unos de los momentos más dolorosos como político, al sufrir en mis propias carnes la falta de democracia interna de la organización en la que llevaba integrado casi un cuarto de siglo y por la que siempre he luchado al máximo, que nos imponía a la ejecutiva local de Telde un pacto con otras formaciones en cuya gestación nunca participamos, ni tan siquiera como meros opinadores.

Sin embargo lo más grave no fue esta arbitraria e impositiva forma de proceder, por lo demás impropia del cualquier organización democrática, si no que tal coalición a la que se nos quería forzar estaba integrada por fuerzas que dejan mucho que desear políticamente hablando y cuyo fin no es el sagrado interés de los canarios, sino la denodada búsqueda del particular y propio beneficio de los dirigentes de las mismas, más preocupados por alcanzar y repartirse puestos de poder en el Parlamento Autonómico y en el Cabildo de Gran Canaria, que por luchar por la ciudadanía.

Además, se daba a conocer todo este dislate justo en un momento en el que la capacidad de maniobra para buscar alternativas válidas era mínimo para cualquiera que no estuviera dispuesto a decir amén, con vencimiento inminente de plazos legales relacionados con los comicios de mayo, lo que sin duda no fue casual, sino fruto de una estrategia bien diseñada para eliminar cualquier intento de oposición y dificultar cualquier posibilidad de presentarse a las elecciones fuera de dicha coalición.

El compromiso con mi equipo de colaboradores y, sobre todo, con la ciudad de Telde, me procuró las fuerzas necesarias para continuar apostando por el proyecto en el que tantos meses llevamos trabajando, y en el que tanta ilusión hemos puesto todos y cada uno de nosotros. Conté para ello también con el apoyo unánime de todos los miembros del comité local, negados a acatar la decisión de entrar a formar parte de una colación con la que ninguno nos sentíamos identificado, es más, por la que sentíamos un especial rechazo en virtud de las razones que antes expliqué. Y como no, gracias a la desinteresada ayuda de Lorenzo Olarte, que puso a la disposición del colectivo de centristas de Telde su partido político, Ciudadanos de Centro Democrático (CCD), para que pudiéramos concurrir libremente a las elecciones en nuestro municipio, bajo la cobertura de una formación que es fiel reflejo de nuestro ideario y que nos deja donde siempre hemos estado, en el centro.

Ahora será la ciudadanía de Telde la que tendrá que pronunciarse acerca de si los centristas somos o no merecedores de su confianza. Si así fuera, lucharemos en el consistorio por el interés general como siempre hemos hecho, trabajando codo a codo con los vecinos y poniendo atención a sus necesidades y demandas. Y si ello no sucediera, nos iremos a nuestras casas, pero no porque lo decida ningún cónclave de dirigentes políticos, sino el pueblo soberano en las urnas, como deber ser en una democracia.

(*) Juan Martel es candidato a la Alcalía de Telde por Ciudadanos de Centro Democrático (CCD)

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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