Sobre su paso 12 horas por Urgencias del Hospital Doctor Negrín, el Padre Báez dijo: “Sucedió, que vueltos el Domingo último del Camino a Santiago (a Tunte), desde Los Llanos de la Pez, hasta La Plata, y que grabábamos para la Televisión –de cara a promocionar el Camino para el Año Jacobeo 2021, a puno de comenzar-, y ayer lunes, tuve un lapsus de memoria, con el que no recordaba nada de lo del día anterior, de lo transcurrido ni del grupo en cuatro coches que me acompañaron, dejando dos en La Plata y subiendo todos en los otros dos, hasta Los Llanos de la Pez, con el fin de regresar en coche y no volver a hacer el camino de vuelta, con las cuatro horas de bajada tener que regresar, con lo que el cansancio y la noche nos pudiera afectar”.
“Y no recodando nada, y conocido mi estado por un vecino (Jordi), y por Don Carmelo Martín, a las 9 de la mañana me sorprende éste, al tiempo que una ambulancia ya me llevaba hacia el Hospital, donde me hicieron distintas pruebas como analítica, TAC cerebral y otras para a las 12 del mediodía darme el informe –y el alta- donde se especifica mi estado de desorientación por amnesia transitoria, sin tratamiento alguno posterior, y desde las 12,00 a as 21,00 horas esperando la ambulancia me devolviera a casa, transcurría el tiempo en sala de espera, con olvido o “amnesia” del personal del hospital, pues ésta no llegaba nunca, con lo que me enfadé y les dije me pidieran un taxí (atrás quedaba el compromiso de bautizar a un niño de una enfermera, la foto de con una doctora para su hijo fans de un servidor, y muchas otras anécdotas, pero la mejor fue la del taxista, que conversando bobadas en el trayecto, le pregunto que de dónde es (Vecindario), y le digo que un servidor lo es de La Cumbre (aunque vivo en Jinámar), y me dice: “¡Oh, La Cumbre, desgraciadamente llena de pinos!” A lo que le digo, pues no ha oído Usted al Padre Báez, en contra de ellos, y me dice: “¡Por supuesto que sí; le sigo, como todos los canarios…!”, y le digo: “¡Pues ese, es un servidor!” A lo que sorprendido me dijo: “¡Oh, qué suerte la mía llevarlo en mi taxi, pasa que con eso de la mascarilla, no caía en la cuenta…!”, y dado la hora de la noche, me figuro”.
“El caso es que al llegar a casa, hasta diez llamadas de Don Carmelo Martín (nunca contesto después delas 20,00 horas a nadie, pues a esa hora me retiro a descansar-dormir), y previo leí sus correos y escuché sus mensajes: hasta tres veces me visitó al Hospital, sin que lo dejaran entrar a visitarme. Pues, ahí lo tiene: ese, sí que es un hermano, un amigo, otro yo. Gracias, gracias, gracias Don Carmelo. Dios le pague tanta preocupación e interés por esta humilde y pobre persona, sin otro mérito que defender La Cumbre y sembrar la fe”, finalizó el cura.
