En la península, medio país está ardiendo, y no solo por el calor. Da la casualidad —y qué casualidades más bonitas tenemos— que muchos incendios se dan justo donde después aparecerán plantas fotovoltaicas, parques eólicos y proyectos “verdes” con más marketing que un concejal en campaña. Ejemplos: Tres Cantos, Palmosilla… y, si nos descuidamos, en el próximo mapa de incendios saldrá “Proyecto Barranco Sostenible Juan Antonio Peña Experience”.
El manual es sencillo: abandonas el monte “por respeto a la naturaleza”, prohíbes que los vecinos lo limpien, borras de la ecuación a las cabras y ovejas, dejas la maleza crecer como si fuera una inversión, sueltas al pirómano, atas a los bomberos… y la culpa para el cambio climático. Luego, con el terreno chamuscado, montas el gran proyecto “eco” que, curiosamente, ya estaba en la carpeta.
Versión Telde: fuego político a 40 grados
Aquí no tenemos pinares infinitos… pero tenemos solares, barrancos y, sobre todo, un ayuntamiento que enciende más hogueras políticas que cualquier verbena de San Juan. El gallinero está al rojo vivo:
•Juan Antonio Peña lleva semanas jugando a los equilibrios políticos, con un pie en CIUCA y otro tanteando a Teodoro Sosa para ver si en la próxima foto sale con traje nuevo y banda de alcalde. Si fuera un incendio, estaría en fase de propagación rápida, y no parece que haya cortafuegos cerca.
•Daniel Reyes, heredero del trono CIUCA, anda regando su parcela política… pero parece más interesado en salvar su gallinero que en apagar fuegos. Y el problema es que, si se le escapa la llama, no solo se chamusca CIUCA, sino que el humo llegará a toda la ciudad.
•Paco Valido, con su estilo tranquilo y sin estridencias, observa la jugada. No necesita levantar la voz ni aparecer todos los días en titulares: prefiere escuchar, medir tiempos y, si algún día decide volver, que sea porque siente que puede aportar algo bueno a Telde. Más que bombero, se le ve como ese vecino veterano que, sin presumir, conoce cada rincón del pueblo y sabe cuándo arrimar el hombro.
•Juan Francisco Artiles, de Más por Telde, concejal de Alumbrado, Parques y Jardines y Bienestar Animal, intenta que al menos las farolas sigan encendidas para que los vecinos vean por dónde corren cuando salten chispas. Entre poda, riego y bombillas fundidas, sabe que en este incendio político a veces lo más difícil es que no le apaguen a él la luz.
•Esmeralda de VOX, que un día salió con fuerza a escena con los papeles de Gestel y el camino a Fiscalía, pero al final el expediente se perdió más que un extintor en manos de un concejal en fiestas. Algunos todavía esperan saber si los documentos están en un cajón, en un contenedor o en un capítulo de Cuarto Milenio.
•NC, que se ha instalado en la grada, mirando las llamas con una sonrisa, porque cuanto más arda el gallinero ajeno, más espacio queda para desplegar su bandera verde. Y entre sus filas, José Luis Macías, el joven presidente del partido, que se mueve por las calles en modo incógnito: gorra calada, botón de la camisa hasta el cuello y mirada de “yo no estoy aquí”, mientras toma nota de todo para, llegado el momento, saltar al fuego con la precisión de quien ha estado observando desde la sombra.
•El PSOE, en modo discreto, sin meterse mucho, pero anotando cada chispa para encender la suya cuando toque.
•El PP, con María Calderín al frente de playas, bastante tiene con achicar el agua política que se le mete por las rendijas, pero ojo, que a veces un cubo de agua mal echado aviva el fuego en vez de apagarlo.
•Juan Martel, el veterano de Coalición Canaria, que ya ha visto más hogueras que un bombero de servicio nocturno. Siempre con un cubito de agua en la mano, pasa por delante del incendio, mira al cielo y suelta: “la cosa está complicada”… para luego colocarse donde el humo no le moleste mucho y, si puede, sacar tajada del calor.
•Héctor Suárez, que aunque ya no está en el gobierno, no pierde la oportunidad de aparecer con una cerilla en el bolsillo y un cubo de gasolina “política” en la otra mano. Si el incendio le favorece, lo aviva; si no, se pone el casco de bombero para salir en la foto como salvador de la ciudad. Un veterano en eso de moverse entre el humo sin toser demasiado.
El campo de Telde sigue igual: maleza, abandono y permisos que tardan más en llegar que una obra municipal. Y, como en la península, el fuego —cuando se descontrola— no entiende de fronteras: si aquí la hoguera política se aviva demasiado, puede saltar a municipios vecinos. Y ojo, que en Valsequillo ya tienen leña acumulada, disputas políticas de sobra y algún que otro bidón de gasolina electoral esperando su momento.
En resumen:
•En la península, el fuego viene con proyecto energético y expediente urbanístico.
•En Canarias, el abandono del campo es gasolina gratis.
•En Telde, el incendio es político, controlado… y con actores que saben muy bien cuándo avivar la llama y cuándo posar como héroes con el extintor.
•Y en Valsequillo, más vale que tengan los cubos de agua listos, porque cuando arde el gallinero de Telde, las chispas vuelan lejos.
Y al final, como en toda buena historia de humo, nadie fue, todos pasaban por allí, y lo que ardió… ardió por nuestro bien, claro. Porque aquí, en este gallinero, cuando huele a chamusquina, lo importante no es apagar el fuego… sino salir en la foto sonriendo, mientras el humo todavía sube.
Juan Santana, periodista y locutor de radio