José Mejías Naranjo, el último zapatero artesano de Telde, afirmó en una entrevista exclusiva concedida al profesor y comunicador Manuel Ramón Santana para ONDA GUANCHE que “tengo 85 años y llevo desde los 14 trabajando en esto, el negocio de reparación de zapatos siempre ha estado en la calle Ruiz Muñiz, primero lo llevó mi padre y luego yo, por lo que llevo toda la vida en la zapatería”.
Mejías señaló que “mi padre me dio a elegir entre estudiar o trabajar, a mi estudiar no me gustaba mucho, así que me apunté con cinco amigos más en el taller de mecánica de maestro Isidro Hernández, pero cuando mi padre me vio todo tiznado del taller, me dijo que si quería trabajar lo haría con él en la zapatería y no en un taller de mecánica. Al día siguiente empecé en la zapatería y hasta la fecha. Cuando él dejó la zapatería la cogí yo”.
El zapatero indicó que “en aquella época se dedicaban a esta profesión, maestro Juan Hernández, maestro Paco Umpiérrez, maestro Pancho. Yo me hacía el trabajo de calzado femenino y mi padre el masculino, hasta que el falleció y pasé yo a hacerlo todo. Recuerdo que lo que más se estropeaba eran las tapas, pero hoy lamentablemente la demanda de zapateros ha decaído mucho porque hoy el calzado vale casi lo mismo que la reparación de las tapas, prácticamente no vale la pena llevar los zapatos a reparar”.
José Mejías afirmó que “hace dos años que cerré la zapatería, no me puedo quejar de la clientela que tuve hasta el final, entre mis clientes tenía a Paco Santiago, que fue Alcalde de Telde y también muchos concejales del Ayuntamiento. Puedo decir que viví de mi trabajo, tengo un piso en la playa y otro en Telde que lo pagué con la zapatería. De mis hijos nadie ha seguido con este oficio de zapatero remendero, las cosas han cambiado mucho, aunque si me ayudaron a mí cuando eran más jóvenes”.
El maestro zapatero recordó como anécdota que “perdí muchos zapatos entre tantas bolsas de clientes, una época me tenía amargado esto, no ganaba para pagar zapatos. Tenía una clienta que me dejaba zapatos baratos y luego cuando venía a recoger el trabajo se llevaba otros de más calidad que yo tenía de otros clientes, o sea, me engañaba, hasta que tuve que empezar a identificar los zapatos con cada cliente concreto y ahí cambió la cosa. De política no quiero saber, la política es para los políticos”.
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