Antonio de los Reyes Rivero Artiles, vecino de Jinámar, activista social y devoto de la Virgen de La Inmaculada Concepción además de corresponsal en Radio Las Palmas durante más de una década el siglo pasado, fue víctima de un robo con fuerza ayer miércoles 29 de octubre.
Antonio señaló al profesor y comunicador, Manuel Ramón Santana, en exclusiva para ONDA GUANCHE que «los hechos ocurrieron cuando fui a cobrar la pensión, un individuo al que no vi llegar, se aproximó a mí corriendo, me tiró al suelo y me robó el sobre con el dinero de la pensión que llevaba en el bolsillo, además de la cartera con toda la documentación. Hablamos de unos 500 euros, afortunadamente no sufrí ninguna herida en la caída. Lo malo es que no le pude ver el rostro al ladrón».
Antonio indicó que «la policía lo detuvo poco después gracias a un vecino que observó el robo y siguió al ladrón al que pudo retener con la ayuda de un vigilante de seguridad en el Hiperdino del barrio hasta la llegada de la policía, pudiendo recuperar mi dinero. Hay una oleada de robos en el barrio, en la Iglesia de la Concepción de Jinámar han entrado a robar 4 veces en las últimas semanas con grandes destrozos llevándose algunos artilugios de valor como candelabros, equipo de megafonía, la hucha, etc, a lo que hay que sumar un intento fallido».
ANTONIO DE LOS REYES
Medio Telde lo ha visto siempre vinculado a su iglesia, a la de La Concepción de Jinámar. Nacido el 6 de enero de 1952 e hijo del pueblo de Jinámar, de la calle Bilbao, donde sigue viviendo, vino al mundo gracias a Antonio y a Ángela. Estudió en el colegio de Aniceto Rivero y luego siguió en el IES Arencibia Gil. En cuanto acabó se metió de lleno en el mundo sanitario, siempre de celador.
Desde 1977 a 1982 estuvo en los ambulatorios de Telde, «a las órdenes de Teresita Muñoz como enfermera jefe», apostilla, el Palmital de La Isleta, el CAE de Prudencio Guzmán (también en la capital), en el de Vecindario y en el centro de salud de Ingenio. Ese periplo de destinos acaba justo en 1982. «Dos meses antes de que abriera el Materno Infantil, entré yo junto a 20 compañeros más, lo estrenamos». Hoy apenas quedan. «¿El Materno? Una parte de mi vida, no solo ha sido mi trabajo como profesión, sino también mi vocación». Siempre procuró ayudar al paciente. «No creo que tenga enemigos ni que hiciera daño a nadie, pero si a alguien le hice sentir mal, le pido perdón», añade con su habitual humildad.
Dedica su tiempo a su iglesia, de la que es sacristán, y a su archivo. Una etapa que inició desde bien niño, con apenas 10 años, con su iglesia de Jinámar. «El día que me confirmé le dije al Obispo Pildain que quería ser monaguillo». Y desde entonces. Luego siguió de sacristán, como hasta ahora, donde ayuda en la liturgia. «Para mí la Virgen es como una madre». Ahora quiere escribir su historia como parroquia.
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