Nada descubro si digo que en Nueva Canarias, antes con otras siglas (Asamblea de Vecinos, Asamblea Canaria Nacionalista, Coalición Canaria y ahora Nueva Canarias) ser concejal constituye un ejercicio de alto riesgo que periódicamente va cobrándose nuevas víctimas. La última la exconcejala de Bienestar Animal, Auri Saavedra, antes ya cayeron: Juan Rodríguez Batancor (q.e.p.d), Sebastián Henríquez, Maribel Castro, Héctor Suárez, Gloria Cabrera, Juan Fco. Artiles, Abraham Santana, etc).
Cabría pensar que con el paso de los años y el ascenso de gente más joven, como Carmen Hernández, la actual alcaldesa de Telde, y la lógica regeneración política con la que todos los partidos se llenan la boca, debiera contribuir a dignificar la vida pública y a olvidar el sectarismo, pero estamos viendo que no es así, sino más bien todo lo contrario algunas organizaciones se radicalizan más convirtiéndose como sucede con Nueva Canarias en una máquina de picar carne.
Aunque echen ambientador el hedor es ya insoportable, hay que celebrar que toda la basura de la política salga a la opinión pública, porque eso significa que las bombas de achique funcionan perfectamente y esas bombas son los medios de comunicación que Nueva Canarias no ha podido comprar.
Nueva Canarias siempre ha sido una secta donde el gurú (antes Paco Santiago, ahora Carmen Hernández) tratan de impedir que sus malas praxis salgan a la superficie atribuyéndose encima el mérito de ser adalides de la democracia.
En Telde Nueva Canarias lleva mucho tiempo picando carne y haciendo albóndigas con la gente, mucho se ha dicho y publicado del sectarismo rampante de esta organización, sin embargo, la frustración y la cólera de una humilde concejala amenaza con ser una descarga explosiva, que se llevará por delante, no solo a esta pandilla de sectarios, sino a estrategias y comportamientos más propios de un Gulag en las que todo vale, incluida la guerra sucia contra el adversario político, o como ha ocurrido ahora, contra el compañero de partido que se cruza en sus aspiraciones personales.
(*) Maribel Castro Melián, periodista
