Roque de Gando analiza en LA PROVINCIA-DLP la crisis del movimiento vecinal en Telde

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El municipio homenajeó al asociacionismo en los barrios con una calle de La Barranquera con el nombre de Movimiento Vecinal, una vía en la que se encuentra parte del parque urbano de la zona. Un tributo que hacía justicia a la labor de los vecinos que, preocupados por el desarrollo del lugar donde vivían, realizaron una labor ingente para que el progreso de Telde no fuera solo en el centro urbano, sino también en la periferia. Una lucha que incluso se articuló en los primeros años de la Democracia en un partido político, con un candidato, Francisco Santiago, que fue elegido alcalde gracias a un pacto para desbancar al anterior, Alejandro Castro. Era el ascenso al poder de un numeroso sector de la población originario de otras localidades y que llegó a la ciudad para trabajar y residir en ella. Parecía que la fractura social y territorial del municipio podría soldarse para vertebrarlo en torno a nueva realidad, pero no ha sido del todo así.

Han transcurrido ya 40 años desde las primeras elecciones democráticas tras el régimen franquista, pero el vigor y el activismo social no es el que era o al menos eso se observa en la situación de los locales de las asociaciones de vecinos de Telde, con 63 inmuebles en los 73 barrios y diseminados que integran los102 kilómetroscuadrados del término municipal. La mayoría, salvo excepciones, permanecen cerrados gran parte del año, con muy poca actividad y sin ser ya el referente de sus vecinos. La gran inversión efectuada durante décadas en estos inmuebles se estima en cantidades millonarias y en el caso de algunos edificios, desmedida para la población que reside en el barrio.

A esta conclusión han llegado, después de un recorrido por el municipio durante meses los miembros de Roque de Gando, partido liderado por el exconcejal y exasesor municipal Sebastián Henríquez Valido. Con una amplia galería de fotos de cada una de las sedes vecinales y los datos recabados en sus visitas, Henríquez Valido y su equipo exponen un diagnóstico de una ‘enfermedad’ que puede hacerse crónica si no se interviene a tiempo. No es otra que la falta de vertebración de Telde, un viejo achaque que en estas últimas cuatro décadas no se ha sanado pese a que el impulso del movimiento vecinal parecía que podría lograrlo insuflando aire nuevo a una ciudad que durante siglos miró hacia su casco y desatendió al resto del territorio.

Telde invertebrado, una suerte de la España invertebrada de Ortega y Gasset, es lo que se muestra de esta ciudad tanto dentro como fuera de sus fronteras. A la descripción de distintos tipos de teldenses a lo largo de la Historia por el cronista oficial, Antonio González Padrón, que señalaba según su residencia sus características, habría que añadir un dato demográfico revelador: casi la mitad de la población que residía en Telde hace 40 años procedía de otros municipios, atraídos por la pujanza económica de una ciudad que ofrecía trabajo en comercio, industria o agricultura, a la vez que era asentamiento d quienes trabajaban en el Sur y la elegían como su domicilio.

Esos asentamientos fuera del centro urbano, como recuerdan muchos de sus pioneros, carecían de todo tipo de servicios y fueron muchos los vecinos quienes con sus propias manos y sacando tiempo de descanso pelearon para mejorar sus condiciones de vida y convertir sus barrios en lo que hoy son. Su empuje motivó que el Ayuntamiento dirigiera su vista hacia estos enclaves residenciales, los atendiera y los tuviera en cuenta. Hasta aquí, todo perfecto, con sus deficiencias y ventajas, pero no llegó esa vertebración real, la que convierta a la ciudad en un cuerpo con todo su organismo coordinado y en forma. Las concejalías de distrito no cumplen ese fin.

A eso se refiere Sebastián Henríquez cuando habla de la necesidad de vertebrar el municipio. Cree, por su experiencia política anterior y su recorrido por los barrios, que el Ayuntamiento debe respetar más a los vecinos y realizar una gestión política más conforme con los tiempos que corren. El presidente de Roque de Gando reclama que no se deje adormecido al activismo social y que desde el grupo de gobierno se retome su impulso. «Pero para ello», argumenta, «lo primero que debería hacer es asumir su responsabilidad como titular de los locales sociales construidos en los barrios, ya que se ha hecho una inversión millonaria en ellos y ahora no se les puede dejar sin apenas actividad». Es lo que ha observado y sorprendido, a partes iguales, en sus visitas. «Sedes vecinales cerradas gran parte del año, salvo honrosas excepciones, pocas actividades programadas y unos edificios infrautilizados», añade, al tiempo que propone varias medidas para que el asociacionismo remonte.

El Ayuntamiento, en su opinión, puede mejorar la situación con una decisión tan sencilla como la de eximir del pago del agua y la luz a las sedes vecinales. «En nuestro recorrido hemos preguntado en las asociaciones y nos indican que deben pagar estos servicios, pero nosotros creemos que la corporación puede prescindir de una media de 4.200 euros cada dos meses y que puede reanimar la participación ciudadana», alega Sebastián Henríquez.

Más ardua parece ser, si no hay la voluntad política que reclama, sacudir el polvo a la propuesta de reglamentación de juntas de distrito que hace casi 30 años presentara la entonces Izquierda Canaria Unida (ICU) cuando gobernó en coalición con la entonces Asamblea Nacionalista Canaria (ANC) liderada por Francisco Santiago. Testigo de esos tiempos, Henríquez Valido recuerda que se quedó en eso, en una idea que no se quiso poner en marcha y que ahora, «con una población de más de 102.000 habitantes y 73 barrios parece más que oportuna».

Unas juntas de gobierno en los seis distritos en los que se divide administrativamente Telde -casco, centro, costa, cumbre, medianías y Jinámar- que actuarían como miniayuntamientos en ellos y «mejoraría la prestación de servicios a los ciudadanos, que solo se tendrían que desplazar a las oficinas municipales a temas más importantes». En su esbozo sobre la función y dotación de estos órganos municipales, Henríquez apunta que «con el concejal de distrito y personal municipal se puede conocer de primera mano las necesidades de cada barrio, ya que las asociaciones de vecinos tendrían una administración cercana donde acudir».

Sin embargo, esta nueva organización administrativa debería llevar aparejada también un cambio en la gestión de las asociaciones de vecinos, según indica. Así, como locales municipales, el presidente de Roque de Gando considera que «deben convertirse, además del lugar para celebrar las asambleas, en espacios públicos a los que puedan acudir todos los vecinos, estén inscritos o no en la asociación, para celebrar eventos o contar con una biblioteca pública u otras iniciativas sociales».

La dejación del grupo de gobierno, «el que tiene en su centro a las personas», ironiza Henríquez, en «atender las demandas de los ciudadanos hace necesario la creación de un Foro Anticrisis que aborde este desvertebramiento de Telde, en el que se puedan hablar de los presupuestos y en qué se gastan el dinero que ingresa». En su opinión, puede empezar por arreglar diversos locales sociales, cerrados más de 300 días al año por falta de mantenimiento y no acercarse a los barrios a pintar o arreglar pequeños desperfectos cuando se van a celebrar sus fiestas. «Colegios en los que se ha denunciado su falta de mantenimiento o si se quiere, el ejemplo más caro de cómo se trata el patrimonio municipal lo tenemos en pleno Telde con el Palacio de la Cultura y las Artes de Arnao», sentencia.

LA PROVINCIA-DLP

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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