Ocurrió hace varias semanas, pero la iglesia de San Juan tampoco ha querido hacerlo público. Un ladrón, o varios, se llevó lo recaudado de al menos tres cepillos situados en el templo, el destinado a Cáritas, el que estaba al pie del Sagrado Corazón de Jesús y el de la capilla de los Dolores. No se sabe a ciencia cierta cuánto pudo llevarse, pero lo curioso de la acción está en que quien lo hizo no forzó las puertas ni las ventanas para acceder. Destrozó los cepillos y se marchó con la voluntad de los fieles.
La hipótesis principal es que se quedó dentro del templo cuando el sacristán lo cerró al mediodía, de 12.00 a 16.00 horas. Se escondió bajo el trono del Santo Sepulcro, que está en la nave lateral izquierda. Una vez solo, campó a sus anchas hasta que el sacristán reabrió el templo a primera hora de la tarde. Aprovechó para escapar en lo que el empleado iba a encender las luces del recinto. ¿Y por qué debajo de ese trono? Porque allí se dejó olvidado una caja que estaba dentro de uno de los cepillos.
Tras este incidente la iglesia ha solventado la avería que tenía en la alarma que tiene contratada. Ahora detectará cualquier movimiento dentro del templo.
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