«Proceso de investidura: La virtud de la necesidad»

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El resultado de las últimas elecciones generales ha creado una situación inusitada en el Parlamento español: por primera vez, no hay mayoría suficiente para que una fuerza política gobierne, ni sola o acompañada del apoyo de los diputados “nacionalistas” ni asociándose según afinidades de derechas o de izquierdas. Tras décadas de una cultura parlamentaria definida por la oposición y no por el consenso, o se encuentran otros criterios de asociación, o habrá que ir a nuevas elecciones.

En estas circunstancias, la cúpula directiva del Partido Popular ha propuesto, para, según ellos, asegurar una gobernabilidad estable y fuerte, una “Gran Coalición” a la del Partido Socialista Obrero Español. Esa es la fórmula que funciona en la actualidad en las instituciones europeas, donde los parlamentarios “populares” gobiernan, con el apoyo de los “socialistas”. En una Unión Europea que, tras décadas de representar la política más plural y social de Occidente, hoy es el bastión del reaccionarismo más feroz y exclusivo: el que sirve sin pudor a “los mercados” mientras empobrece a las ciudadanías; el que deja a sus puertas a miles de demandantes de refugio por causa bélica y que, además, pretende expulsar, masivamente, a los que ya han entrado en sus fronteras. Y en el país más poderoso de Europa, en Alemania, también existe una coalición entre conservadores y progresistas moderados que solo está sirviendo para seguir promocionando, en el ámbito de la Unión, la profundización de la brecha existente entre los socios del norte y del sur y, en sus propias fronteras, para continuar imponiendo una decidida dualización socioeconómica a su ciudadanía.

La iniciativa del PP se explica en la pura necesidad de evitar el hundimiento más rápido y severo de su historia: de la mayoría absoluta a la oposición en cuatro años. Viniendo de perder su hegemonía en varias Comunidades Autónomas y en múltiples ayuntamientos, a sus dirigentes, para mantener, a toda costa, sus redes de poder, el que deban renegar de su forzado antagonismo con el otro gran partido, ya les parece una cuestión menor para “hacer tragar la píldora” de la coalición a sus militantes y votantes y a la ciudadanía. Y, “haciendo de la necesidad, virtud”, así lo expresan, con tanto desparpajo, como caradura.

No obstante, la actual ejecutiva del PSOE, con su Secretario General al frente, ha decidido negarse, tajantemente, a esa componenda. Ello, aunque viene de cosechar los peores resultados de su historia y está sintiendo el aliento de Podemos por detrás, que podría llegar a sobrepasarle en apoyo electoral. Y siendo que, en los tiempos felices de la alternancia del bipartidismo, los socialistas llegaron a no distinguirse mucho de los populares en usos y costumbres del ejercicio del poder, en el apoyo a los poderes fácticos, en el apuntalamiento de leyes antisociales y en prácticas corruptas. El PSOE, de tanto pelearse por ser los más centrados del centro y con la retórica de una izquierda en “tercera vía” a ninguna parte, ya no se reconocía como fuerza política socialdemócrata. Hasta la famosa chaqueta de pana había desaparecido del escenario, esa que solo se ponía para asistir a los mítines Felipe González, el artífice de la “Década Prodigiosa”, concluida abruptamente por continuados mal gobiernos y corruptelas.

Y es que, tras el haraquiri político del último presidente de gobierno “socialista”, con su modificación de la Constitución por vía de urgencia y “al alimón” con el PP para asegurar el pago de las deudas antes que el cuidado de las personas, al actual PSOE, la necesidad de sobrevivir, le lleva, cueste lo que cueste, a tener que regenerarse, a practicar la virtud. En fin, las paradojas de la política…

Xavier Aparici Gisbert es filósofo y secretario de Redes Ciudadanas de Solidaridad
Florentino López Castro

Florentino López Castro

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