Los desagües mal diseñados de un edificio de la Segunda Fase de Jinámar, que construyó el Gobierno de Canarias hace más de 30 años, traen de cabeza a sus residentes. Las tuberías se desbordan y las aguas residuales se quedan estancadas, por lo que tienen miedo que la estructura esté afectada.
Rosario Guerle es una de las residentes a la que más afecta el problema que arrastra este edificio desde su construcción. Vive en el bajo y cuando se desbordan los desagües los olores se hacen insoportables. A todo ello se suman los mosquitos, la proliferación de ratas y cucarachas justo debajo de su ventana.
El inmueble del Valle de Jinámar, en la calle Manuel Alemán Álamo, lo construyó el Gobierno de Canarias hace más de 30 años. Al poco tiempo de recibir las casas ya comenzaron los problemas y el Ejecutivo se comprometió a subsanar los defectos cuando pasaron los primeros recibos de cobro de las viviendas. Desde entonces no han hecho absolutamente nada critica Guerle.
Las tuberías que instalaron en ese entonces son demasiados pequeñas para soportar la evacuación de agua de las 47 viviendas que alberga este inmueble de 11 plantas. Tienen un diámetro de 110 cuando deberían ser de 140 o 180, explica el presidente de la comunidad, Elías Medina. El coste para cambiarlas ronda los 20.000 euros, dinero que la comunidad no tiene.
se desentienden. Han pedido ayuda al Ayuntamiento de Telde, pero los derivan al Ejecutivo regional. Sin embargo desde el Gobierno canario alegan que muchos de los residentes son ya propietarios de las casas y tiene que asumir el problema la comunidad. Algunas de las viviendas son de Visocan y las tienen en alquiler, pero no pagan los recibos comunitarios, explican.
Las compañías de seguro se niegan a renovar la póliza de este edificio porque no le salen rentables. Unas cuatro veces al año tienen que llamar a una empresa para que desatasque los desagües porque se desbordan, pero no les cubre el gasto. Ya llevan gastados 4.600 euros extra. Quieren que la Consejería de Vivienda se haga cargo de arreglar los defectos desde su construcción porque el principal temor que tiene Rosario Guerle es que los cimientos estén afectados por las continuas humedades. «Tengo miedo que un día el edificio se venga abajo», apunta. Solo técnicos especializados podrían comprobar el estado de la estructura del edificio, asegura. Por ello pide que sea el Gobierno de Canarias el que se encargue de hacer un estudio.
Canarias7