¿Para cuándo mordaza para los sinvergüenzas?

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Hace ya unos años que me «jarté» de ser políticamente correcto, al menos si es a costa de prostituir mi dignidad y entendederas para ello. Por eso hoy quiero criticar abierta, firme y contundentemente a quienes han confundido su derecho humano a elegir su orientación sexual y vivirla en libertad, con algo tan distinto como el libertinaje y el pasarse por el forro las mínimas normas de civismo que nos hemos dado para poder vivir en sociedad.

En este país de mierda, a los que reivindican libertad y derechos frente a un sistema económico injusto y corrupto se les penaliza hasta con carcel, mientras a «gamberros» y «frikis» se les consiente conductas incivicas como las de la playa del inglés/Maspalomas, convertida en picadero de sinvergüenzas, por mor de que algunos quieren aspirar a no se qué top de libertad que es liberticidio en verdadhttps://www.canarias7.es/…/sexo-entre-la-multitud-en-playa-…)

De toda la vida la playa ha sido un lugar de ocio plural, familiar y sano y en sus rincones más recónditos de amor y hasta sexo discreto. Después algunas zonas fueron colonizadas para el uso de prácticas minoritarias pero elegante discreción, pero ya hoy algunos que llaman al respeto a sus opciones de vida, han decidido que el respeto a opciones de civismo que nos hemos dado la mayoría, no son dignas de su reciprocidad. Y esto no va dirigido a los hombres y mujeres que libremente quieran vivir su amor y sexualidad sin esconderse, sino a los que han decidido imponernos a los demás, siendo o no homosexuales, que aquí hay que aguantarlo todo y que todo vale para que nos perdonen el pensar diferente.

Si para hacer una manifestación política hay que cubrir unos mínimos que no alteren la normal convivencia de los demás,¿que extraña discriminación convierte a los organizadores de la Gay-pride o carnavaladas gay en privilegiados que se dan licencia para todo?

¿Donde y cuando pondremos en Gran Canaria coto a los comportamientos incivicos que, tras estas mascaradas, aprovechan para convertir nuestros espacios públicos en lo que ya es un problema en otras latitudes como turismo de borrachera o gamberrismo sin más?

Alguien dirá que no se puede generalizar y culpar a un colectivo por las conductas incivicas de frikis y gamberros, y le doy la razón, pero es que tampoco esos colectivos pareciera que marquen distancias entre lo serio de sus reivindicaciones y estas pasadas de rosca cada vez de más falta de respeto para el resto de los que aquí vivimos.

Por lo que se ve para algunos esto de ser un destino turístico mundial y un pueblo de mentalidad abierta, se puede ralear al antojo y convertir, previo pago, todo lo que nos hemos dado para convivir en papel mojado y lo residual en atalaya caricaturizada de la libertad.

De nuestros representantes públicos poco debemos esperar, porque mientras haya dinero de por medio, ya sabemos que callan y consienten.

Cuando cambie esta moda del turismo gay, ¿abriremos también otra línea de negocio y el mercado del turismo sexual para atraer a los pedófilos del mundo como Tailandia?¿Habilitaremos en el futuro locales para un turismo consumidor de prostitución?.

José Carlos Martín Puig, sociólogo

Florentino López Castro

Florentino López Castro

5 comentarios en «¿Para cuándo mordaza para los sinvergüenzas?»

  1. Debería salir y dar una explicación o su opinión el concejal socialista Gregorio Viera Vega que ha participado como ponente en la IV edición de los premios Aula Darío Jaén la Diversidad y la Interculturalidad, celebrado en la oficina de Turismo del Cabildo Insular de Gran Canaria en el Yumbo Centro, enmarcado dentro de las actividades del PRIDE MASPALOMAS 2017, pero no esperemos que diga nada y el que calla otorga.

    Y de que próximamente se lleve a cabo también otra línea de negocio y el mercado del turismo sexual para atraer a los pedófilos del mundo como Tailandia, no se si usted sabrá, que ya existe ese negocio, con las menores bajo custodia del Cabildo de Gran Canaria (Juzgado de Instrucción nº2 de Las Palmas de Gran Canaria- Juez Passarelo).

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  2. ¿Moda? ¿Llama usted, un sociólogo, «moda» a un fenómeno que lleva ocurriendo décadas? ¿En serio? Verá usted, entiendo su molestia o enfado por el hecho en sí, que deja bastante que desear, pero no se puede etiquetar a cientos de miles de personas que vienen, año tras año, por el comportamiento incívico de dos personajes trasnochados y muy probablemente puestos de droga y alcohol hasta las cejas. Lo que puedo asumir de su texto es que parece que se ha subido al carro de la intolerancia más rancia que está volviendo a contagiar al mundo. Y aprovecho este espacio para expresar mi más profunda repulsa por lo que está pasando en Chechenia y que nadie alce la voz por ello, ni tan siquiera los sociólogos. Saludos.

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  3. Mire usted, lo que hagan en Chechenia, me queda muy lejos. Mirese el ombligo y preocupese de lo que ocurre aquí, por ejemplo con las violaciones de menores bajo la tutela del Cabildo, que eso si que es grave.
    En Chechenia, tienen a su gobierno y ya sabrán ellos crear sus leyes, la injerencia en asuntos internos de un pais extranjero, creo que a usted le queda muy lejos.

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  4. La violencia de género en el mundo LGTB: «Mi novia médico me dio una paliza que me dejó en paro cardíaco, me reanimó y siguió pegándome»

    El testimonio pertenece a una mujer maltratada por su ex-pareja, también mujer. No difiere de los que acostumbramos a oír de una mujer maltratada por un hombre. La diferencia radica en que las víctimas de violencia intra-género son amenazadas por sus parejas con revelar su orientación sexual. Un experto analiza la invisibilidad de este tipo de violencia.

    El actor vizcaíno Koldo Losada murió asesinado por su marido, Jon Ezkurdia, el 19 de noviembre de 2014. Más recientemente, en abril de este año, un homicidio en el barrio barcelonés del Raval dejaba al descubierto la muerte de Pilar a manos de su pareja Ana María con la que convivía desde hace años. Dos casos, ni mucho menos los únicos, de violencia entre personas del mismo sexo, una realidad silenciada, poco comprendida y estudiada que sólo cobra gran repercusión cuando hay una víctima mortal y tiene un protagonista conocido, como ocurrió con Losada.

    Las leyes y las estadísticas han diferenciado entre violencia de género y violencia doméstica y acotado la primera a la que ejercen los hombres sobre las mujeres. Pocos informes se han adentrado en la violencia intra-género. La primera gran encuesta española se presentó en abril, al cumplirse ocho años del primer asesinato en España dentro de un matrimonio homosexual.

    Su estudio, sobre una muestra de 900 personas, arrojaba una alarmante conclusión: el 30% de homosexuales reconoce haber maltratado a su pareja del mismo sexo.

    ¿Si el porcentaje es tan alto cómo es posible que esa violencia permanezca oculta?. “La misma violencia de género que se ejerce en parejas heterosexuales está presente en las parejas del mismo sexo, donde se repiten las agresiones y los patrones de comportamiento de dominación-sumisión que la posibilitan”.

    La diferencia mayor es la re-victimización que sufre la víctima de la violencia intra-género debido a la homofobia estructural de la sociedad. De ella se aprovechan los maltratadores para presionar y chantajear a sus víctimas, siendo habitual que las amenacen con revelar su homosexualidad a su entorno familiar o laboral para aislarlas y coaccionarlas.

    Al igual que la violencia entre heterosexuales se sustenta en el machismo, la intra-género se sustenta en la homofobia, la lesbofobia y la LGTBIfobia y el maltratador utiliza el outing como una importante herramienta de sumisión.

    Denunciar supone revelar tu orientación sexual, algo muy duro en un sistema que discrimina y culpabiliza a los LGTBI”, explica el autor. “Además, los maltratadores presionan con el argumento de que “nadie les va a creer, ni ayudar; ni la policía, ni los jueces”.

    También se da por hecho que no puede haber violencia entre lesbianas, con el argumento de que las mujeres sólo pueden ser víctimas de los hombres. Todavía hay feministas que se resisten a ver al hombre como víctima o a la mujer como agresora para no dar argumentos al machismo, mientras que los colectivos LGTBI no admitían la existencia de esa violencia para no tirar piedras contra su objetivo de conseguir la aceptación social de las uniones del mismo sexo.

    Las víctimas gais, lesbianas o bisexuales experimentan sentimientos de aislamiento, niegan que la violencia exista o la minimizan, se culpan a sí mismas y aceptan un estilo de vida basado en la indefensión aprendida.

    Y ahora, me vais a decir que es mentira.

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  5. Estimado Sr. Doramas. Yo me miro el ombligo cuando me dé la real gana, no cuando usted me lo diga. Chechenia le quedará muy lejos a usted, pero toda criminalización de la libertad del ser humano debe ser condenada. Y no por ello deja de preocuparme las «violaciones de menores bajo la tutela del Cabildo», ni las que han venido durante siglos produciéndose en el seno de la Iglesia. Y verá usted, siempre que le leo, y esta es la última vez que lo hago, me revuelve la tripa. Y ahorma, «me vais» a decir que es mentira.

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