Hubo tanta gente que la organización se quedó sin cucharas ni tenedores y los rezagados se tuvieron que tomar el potaje de berros como si fuera un gazpacho. Hasta 3.000 personas, estima el Ayuntamiento, se acercaron este martes hasta el parque urbano de San Juan a darse un viaje de canariedad.
El tiempo puso de su parte y, aunque a eso del mediodía chispó ligeramente, al final el sol le ganó la batalla a las nubes y colaboró con la buena marcha de la fiesta, que tomó por asalto el parque de San Juan, convertido este martes en fortín de las tradiciones, la música y la gastronomía canaria. Y pese al gentío que allí se reunió, la mañana transcurrió sin incidentes, según informó Protección Civil, que veló por la seguridad de este macroevento junto a policías locales y nacionales.
La música no paró de sonar. Hasta 30 agrupaciones folclóricas se fueron turnando toda la mañana en el escenario que se montó en la cancha deportiva del parque. Quien quiso se sentó a escucharles. Pero a los que les va el movimiento, justo al lado tuvieron la opción de practicar el salto del pastor con la Jurria Jara, dar unos golpes en el juego del garrote de la mano de los monitores de la Escuela de Maestro Paquito Santana, o atreverse a una agarrada con los chicos del club de lucha Castro Morales. Los pequeñajos optaban más por el set de los juegos tradicionales. Los más movidos corrían detrás del aro o se montaban en los zancos, pero el que quiso pudo descubrir cómo se fabrica una pelota con hojas de platanera o cómo se mueven las fichas en la chascona.
Más allá, en el pasillo central del parque, Soraya se quedaba sin voz para vender sus quesos. O sus panes de millo. Normal. No estaba sola. Tenía competencia. La organización dispuso un corredor de estands de gastronomía y artesanía que este martes, día de Canarias, se disputaban la atención, y las compras, de los cientos de curiosos que lo paseaban arriba y abajo.
Y un año más hicieron furor las degustaciones de comida. Las monitoras de la improvisada cocina de la fiesta no dieron abasto. Repartieron 18 litros de leche con gofio, 50 kilos de papas arrugadas con 5 litros de mojo, 5 bandejas con 5 pellas de gofio cada una, y un potaje de berros para 300 personas obra del catering Yanioma, que puso el broche a una mañana de espíritu identitario.
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