Luchar por ser eternos (78-76)

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Ambiente de gala. La afición respondió y ocupó la mayoría de los asientos de un Gran Canaria Arena dispuesto a vivir su primera gran noche europea. Una gran noche histórica.

Pero en la cancha todo transcurría con normalidad. Los mismos estiramientos, el mismo calentamiento. Era como si, por arte de magia, entre esas cuatro líneas nada de lo de fuera importara. Y eso era lo necesario para que el Herbalife Gran Canaria, iniciado el choque, también diese la imagen de siempre.

Y eso que Bykov se empeñó en que no sucediera lo de Kazan. El base ruso, el mejor de los suyos en la ida, anotó los primeros siete puntos de su equipo mostrando un arsenal de juego imparable. Pero los amarillos sabían responder a todos los golpes. No iba a haber ninguno que les acabara tumbando en toda la noche.

Un robo de Kyle Kuric acababa en un potente mate a dos manos que hacía temblar todo el Gran Canaria Arena (14-8, minuto 5). Su acción levantó a una afición que ya desde antes del salto inicial animaba y apretaba. Lo hizo también cuando el equipo encajó un parcial de 0-8 con un destacado White.

El Unics Kazan vivía de individualides, y el Herbalife Gran Canaria del equipo. Del grupo. De la familia. La sangre que unía a todos y que hacía levantarse a los jugadores ante cualquier jugada del partido. A Sasu, Fabio y Joaquín vestidos de calle. A Oriol y DaJuan, que jugaron los cuarenta minutos desde el banquillo.

Ese sentimiento de unión permaneció siempre, toda la noche. Kendall, con cuatro puntos, cerraba el primer cuarto con ventaja para los locales (22-21).

La unión hace la fuerza. Y una familia unida puede con todo. Ahí residió la verdadera potencia de un Herbalife Gran Canaria que controló el choque, como la eliminatoria, de principio a fin. Bykov y White seguían a lo suyo, y un triple del estadounidense ponía dos arriba a los rusos (30-32, minuto 17).

El ritmo de juego había bajado considerablemente, pero en lo estático la genialidad a veces se pierde. Y entonces, por ello, Albert Oliver decidió clavar uno de sus triples tras bloqueos para disparar a los amarillos, que con un parcial de 7-0 se iban de seis, ventaja que acabó siendo de cuatro al descanso (40-36).

Tras la reanudación el Herbalife Gran Canaria salió dispuesto a romper el choque. Un parcial de 6-2 les hacía obtener una renta de ocho puntos, rápidamente contrarrestada por los tártaros. El Unics intentaba una y otra vez aferrarse a la eliminatoria, pero la contundencia amarilla era incontestable.

Ni tan siquiera con agarrones como los que sufrió, en repetidas ocasiones, un Edy Tavares que anotó menos, pero fue igual de influyente en el juego. El pívot caboverdiano anotó en los momentos importantes, y tras varias alternancias en el marcador el equipo claretiano llegó al último cuarto con un punto de ventaja (60-59).

Y, el resto, es historia. Una historia que cada uno de los más de 8.000 aficionados presentes en el Gran Canaria Arena recordará para siempre. Y que cada uno contará como quiera. Centrándose en un detalle que quizá sea las lágrimas de uno de los abonados más ancianos del club; o quizá sea la cara de ilusión de un niño de apenas nueve años que siente el Gran Canaria en el corazón; o quizá uno de los detalles sea el abrazo repetido y cariñoso que los componentes del equipo se daban en el banquillo.

Da igual el detalle que actúe de generador en la historia. Porque la historia, al final, es la que es. Y nadie podrá decir que este Herbalife Gran Canaria no hizo historia en la noche del 8 de abril de 2015.

Pero, ¿saben qué? En unas semanas, el 24 y 29 de abril, el equipo amarillo disputará 80 minutos. Una hora y veinte minutos que bien se la puede pasar uno en una cola esperando algo, o viendo una película, o buscando alguna cosa. Pero estos 80 minutos serán luchados y sudados por el Herbalife Gran Canaria para convertir ese corto periodo de tiempo… en eternidad.

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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