Dentro de una misma vida hay quien la disfruta con un espíritu positivo y hay quien la deja pasar sin más. Para aquellos que ahora quisieran vivir como Hikkyu se les presentaría una vida austera con no pocas dificultades que superar. Cuando pregunto a los extranjeros si saben lo que significa ronin, enseguida me suelen contestar: «Low nin, sí, sí entiendo, los japoneses son pequeños. ¿A eso se refiere? ¿No?. Japonés pequeño. ¿Hombre sin dinero?
En la antigua Grecia el sueldo y las armas no se les proporcionaban a los soldados, ellos mismos se encargaban de su abastecimiento, debían ser autosuficientes, sin duda semejante situación, impensable hoy, era posible debido a la gran capacidad productiva del país y la mentalidad de sus habitantes. También es cierto que aquellos que no tenían medios para conseguir su propio abastecimiento, no tenían otro camino que convertirse en bandidos, cazadores a sueldo u otros oficios semejantes. Esta triste situación se vería incrementada cuando las guerras se dieran por terminadas y todos esos militares tan bien preparados dejaran de ser útiles. A ello se debe que durante una larga época de paz, aquellos militares sin trabajo y que además renunciaban a convertirse en bandidos o piratas, terminaran sus días vagando sin rumbo fijo dando así lugar a la figura del ronin. De este modo, con el devenir de los años aquel samurai que en otros tiempos abrazaba la ilusión de llegar ser alguien importante terminó siendo un soñador desengañado. En todo este proceso que venimos comentando, el Gobierno feudal desempeñó un papel importante, pues fue quién se encargó de hacer creer a los grandes Daymios y en consecuencia a sus vasallos, (en ocasiones regiones enteras del país) que el apego al dinero y los bienes materiales no era el mejor modo de respeto y consideración hacia el Gobierno. Para ello se instauró la costumbre de celebrar los llamados «Sankinkootai» desfiles y desplazamientos de los Daymios por orden del poder central, debido a todo ello numerosas fortunas fueron dilapidadas y el resto debilitadas fuertemente, evitando así posibles sublevaciones o levantamientos.
Los numerosos militares errantes (no necesariamente samurais) que vagaban ociosos por las ciudades, terminaron vendiendo su acero al mejor postor o haciendo los servicios de guarda-espaldas-matón donde triunfaba la ley del más fuerte.
Se dice que Joji Jinnai regentaba en secreto un local donde las mujeres ofrecían todo tipo de servicios a los clientes. De este modo, entrando en la madriguera podía conocer al zorro y tratar con los más diversos tipos que se movían en las sombras de la ciudad. Era por ello que los miembros de la justicia cuando tenían que resolver algún caso de sangre, acudían a Jinnai para que éste les informara de quien podía ser el supuesto asesino. En no pocas ocasiones sus informaciones llevaron al criminal a la cárcel, pues es bien sabido que la naturaleza humana antes de comenter semejante atrocidad, como es el homicidio, siente la necesidad de protegerse, sentirse seguro y querido, para ello acude a los brazos de una mujer que lo reconforte. De tal modo creció la fama e influencia de Jinnai de sus ideas acerca de la prevención de los delitos fueron oidas por la justicia y puestas en práctica en todas los burdeles que se diseminaban por cada rincón de Edo. Un buen ejemplo de estas medidas se puede observar en los alrededores de Nihonbashi donde existía la famosa casa «Yoshiwara Yukaku»
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