Jinámar, oportunidad perdida

Comparte esto:

Con qué malos pasos y en qué poco tiempo, apenas 40 años, se trunca la vida de tanta gente y se destroza un patrimonio natural, histórico, arquitectónico y etnográfico sin parangón en Canarias. De ser una finca frondosa y productiva, un pulmón verde que fue vanguardia agrícola en los siglos XIX y XX y que dio trabajo a muchos jinameros, se convirtió, por obra y gracia de una desacertada política de vivienda, en un gigantesco, alienante y desarraigado polígono de pisos públicos, en donde metieron, sin planificación previa, sin dotaciones ni servicios, a miles de familias dispares, sin nada que ver entre ellas, con casuísticas y procedencias muy distintas y obligadas a convivir en macrobloques, que, en algunos casos, llegan a las once plantas.

Ni se sabe la de millones que se han ido rumbo al limbo con la excusa, nunca conseguida, de arreglar aquel desaguisado que aún padecen muchos de sus pobladores. Pero el patrimonio que aún conserva, a duras penas, este otrora fértil valle, no ha corrido mejor suerte. El abandono institucional y el saqueo sistemático que sufren algunos de sus emblemas, como la Casa de la Condesa o la Noria de Jinámar, no hacen sino certificar el oprobio contra este pueblo y contra este paisaje. Quizás para remendar parcialmente tanto desatino, a alguien se le ocurrió atender una propuesta ecologista y se proyectó un impresionante parque de interés botánico, geológico y arqueológico en su maltrecha línea de costa.

¿El resultado? Dos impresionantes centros comerciales, contra los que, dicho sea de paso, no tengo nada, pero que contribuyeron a torcer el rumbo de un plan que, hoy en día, lejos de recuperar este paisaje, lo rentabiliza como sumidero de la civilización que desagüa, impune y en sus orillas, toda la mierda que genera con un clamoroso vertido de aguas fecales.

Gaumet Florido / Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

Deja un comentario