«Está claro, nos tratan como a niños»

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Resulta evidente que el PP se encuentra ya en precampaña electoral de las elecciones generales de diciembre. Por eso, ahora los funcionarios, gracias al Gobierno, recuperarán una ridícula cantidad de dinero (1%) que les fue arrebatada en nombre de la crisis y también se les devolverá una cuarta parte de la paga extraordinaria que le fue retirada en 2012.

Sin embargo, este mismo Gobierno nos oculta que mediante un sencillo ejercicio de matemáticas, cualquiera puede comprobar que donde nos quitaron 100 ahora nos devuelven 5. ¡Qué  bueno es este Gobierno! ¡Y qué corta es nuestra memoria…!

Como ha escrito Ángeles Caso: “Últimamente, un desfile triunfal recorre España. Lo encabeza el presidente del Gobierno, seguido de cerca por sus ministros, altos cargos y los jerarcas del partido. “La crisis ha terminado”, claman los vencedores y su séquito”.

Uno piensa con ella que quizá tengan razón, pero si echamos una mirada a nuestro alrededor, uno no percibe eso, ya que todo lo que es importante para el común de los ciudadanos parece haber ido a peor.

Padecemos una reforma laboral que atrapa a miles de ciudadanos en la precariedad y hemos perdido por el camino derechos que costaron enormes esfuerzos conquistar. Miles de personas siguen perdiendo sus casas, a pesar de la invisibilidad mediática de los desahucios impuesta por la “Ley mordaza”; y, además, cientos de miles de ciudadanos no reciben ninguna prestación.

La sanidad pública se ha debilitado, es desigual según la Comunidad Autónoma y la de Canarias es la última del Estado, según datos referidos a 2014. ¿Y la educación? ¿Qué decir de ella cuando su peor ministro la ha dejado para recibir el premio a la incompetencia, concediéndosele una de las mejores embajadas?

Por otra parte, los dependientes apenas encuentran ayuda; las pensiones se tambalean, mientras el Gobierno saquea, una y otra vez, sus reservas para salvar la cara políticamente ante los propios pensionistas. O lo que es lo mismo: pan para hoy y hambre para mañana. Además, la cultura se ha debilitado enormemente por las descaradas persecuciones políticas.

Y por si todo lo anterior fuera poco, para no perturbar al Gobierno, sufrimos ya los efectos de la mencionada “Ley mordaza” con el objetivo de frenar las protestas ciudadanas e impedir la contemplación de imágenes tal y como se producen en las manifestaciones democráticas. Los derechos de información y de manifestación se han limitado por decisión del Gobierno. ¿Lo  habrá aprendido el PP del gobierno de Venezuela?

Sin embargo, aceptando la evidencia de que hay más empleo que hace dos o tres años, debemos preguntarnos: ¿Qué empleo? ¿En qué condiciones? ¿De cuánta duración? ¿Con qué salario? ¿Es este el país que nos va a quedar ahora que “ha terminado la crisis”?

Si lo que dicen es verdad, significa que éste era el país que pretendían: una sociedad mucho más desigual; de personas empobrecidas; de trabajadores mal pagados, temerosos y sumisos. Y todos al servicio de un pequeño grupo de ricos y poderosos, cada vez más ricos y poderosos, a los que se les facilita una legislación adecuada a sus insaciables intereses.

Además, los datos del paro registrado del pasado mes de agosto, tradicionalmente malo para el empleo, este año ha arrojado cifras que recuerdan los momentos más duros de la crisis. No sólo subió en 21.679 el número de personas inscritas en las oficinas del antiguo INEM, sino que la Seguridad Social perdió 134.289 cotizantes.

Como ha escrito el periodista Vicente Clavero:”Si se entrega un arma a alguien, lo normal es que la utilice cuando la necesite. Y eso es exactamente lo que están haciendo los empresarios españoles con las armas legales que se les han entregado para contratar y despedir trabajadores a su entera conveniencia”.

Y sigue escribiendo: “Como consecuencia de ello, el mercado laboral se ha convertido en una especie de montaña rusa, que sube y baja de forma cada vez más imprevisible. O, mejor aún, en un alocado carrusel, del que tan pronto se entra como se sale por culpa de ese inquietante fenómeno llamado temporalidad”.

Ante esta triste realidad para muchos ciudadanos, lo que propone Rajoy y el PP ante la doble coincidencia de Navidad y elecciones es la típica pedrea propia de campaña electoral para embaucar de nuevo a los incautos. Y, al mismo tiempo, continúan con su ya clásica estrategia del miedo, amenazando con el abismo y el desastre si no se vuelve a votar al PP. O lo que es lo mismo, la típica expresión ya conocida y propia de regímenes autoritarios: Yo o el caos.

¿Acaso la situación actual no es ya un desastre para miles de ciudadanos como para reincidir en el error? Y todo esto sin entrar a analizar los procesos judiciales contra los presuntos corruptos, que interesadamente se eternizan y que, con un poco de suerte para ellos, algunos delitos terminarán prescribiendo.

Y para terminar poniendo todo en evidencia, lo primero que ha hecho Rajoy al iniciar el presente curso político ha sido acudir a Berlín, verdadera capital de la Unión Europea (y si no que se lo pregunten a los griegos), a rendir pleitesía a Schäulbe y a Merkel, a cambio de un panegírico laudatorio de ambos a la política desarrollada por Rajoy. Todo ello, para consumo electoral interno.

Y mientras esto ocurría en Berlín, el PP en el Congreso de los Diputados presentaba en solitario una proposición de ley de reforma del Tribunal Constitucional, para que llegado el momento, una vez más, Rajoy pueda esconderse detrás de las leyes e instituciones y, así, eludir como presidente del Gobierno dar la cara directa y personalmente al problema político catalán. ¡Cuánta valentía!

Y es que en el PP, con Rajoy a la cabeza, creen que con regalar algunos caramelos después de las enormes palizas -algunas de muerte- dadas en los últimos años, es suficiente para recuperar el voto de los ciudadanos. Está claro que nos tratan como a niños. ¿Nos resignamos?

Fernando T. Romero Romero, miembro de Roque Aguayro

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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