Vecinos de la zona de Los Cascajos, en Jinámar, están desesperados. Piden ayuda para una mujer de 75 años, que está enferma y vive en estado de precariedad. «Es un crimen como la tienen abandonada», dicen, ya que tiene familia directa. Sufre síndrome de Diógenes y de arca de Noé y su casa se ha convertido en un basurero.
Los residentes de este pequeño sector de Jinámar no tienen nada en contra de la mujer, todo lo contrario, el objetivo que persiguen es ayudarla. No la culpan del drama que vive. Es vecina del lugar desde hace años y una persona muy querida, pero desde que sufrió un ictus y le dieron un golpe en la cabeza durante un atraco, ya no ha vuelto a ser la misma. Malvive en una casa llena de basura, rodeada de varios animales y de excrementos, que no solo ponen en riesgo la salud de ella sino también del vecindario.
La anciana sufre el síndrome de Diógenes, un trastorno del comportamiento que afecta especialmente a personas mayores que les lleva a la acumulación en su hogar de grandes cantidades de residuos; además del síndrome de arca de Noé, que provoca que tenga varios animales que
en ocasiones están desatendidos. Los que habitan en los edificios colindantes al inmueble tienen que estar la mayor parte del tiempo con las ventanas cerradas a cal y canto por el mal olor que les llega, pero lo más preocupante es que se ha convertido en un foco de ratas y de proliferación
de posibles enfermedades.
LIMPIEZA
El Ayuntamiento ha acudido en varias ocasiones a desratizar, pero el problema persiste ya que no se ataca el problema principal, la limpieza del inmueble, explican los vecinos. Una joven sufrió incluso el año pasado la mordedura de un roedor mientras dormía. Por eso viven con miedo, especialmente por sus hijos. «Las ratas nos van a comer», relatan con preocupación.
Los vecinos y conocidos han acudido al juzgado para que intervenga, también a Servicios Sociales y a Sanidad del Ayuntamiento de Telde, pero hasta ahora no han tenido la respuesta que esperan, salvo la intervención para evitar una plaga de ratas. Les consta que un hijo de la mujer administra su pensión, pero lamentan el abandono en el que permite que viva, ya que ni siquiera acude al médico ni tiene los mínimos cuidados en el aseo personal. Le han llegado a quitar cucarachas de su cabello. Mientras tanto, le dan comida caliente casi todos los días y se preocupan
por su estado, pero no pueden hacer nada más, aseguran. Están cansados de denunciar. Requieren una actuación urgente, ya no solo por un asunto de salubridad en el barrio, sino por una cuestión de humanidad con una persona mayor.
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