«En el ruedo de de las elecciones del 28 de abril»

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El próximo 28 de abril, el «Ruedo Ibérico», se vestirá de gala para, una vez más, celebrar en su albero la «fiesta nacional».

Los apoderados de los primeros espadas -con nombres de las más importantes entidades financieras y grandes empresas-  se afanan ya en editar los carteles anunciadores  con las fotos de sus representados, retocadas con el engaño del «Photoshop», con el propósito de conseguir las simpatías del respetable indeciso.

Para pedir la venia al presidente de la farsa,  y antes de comenzar el festejo, por el albero desfilaran los primeros espadas, -unos ya curtidos en otras plazas y otros recién tomada la alternativa-. Todos, con caminar solemne y paso marcial, llevaran en sus mentes la misma idea: Hacerle una buena faena al toro que le ha tocado en suerte,  aunque ese toro represente su ideología política, da igual. Lo importante no es el astado. Lo verdaderamente importante es el triunfo, por ello, si es necesario matar en la faena a su ideales políticos, para salir por la puerta grande a hombros del respetable,  se matará.

Acompañando a los primeros espadas, y detrás de ellos, como manda el protocolo, marcharan sumisos sus subalternos, o peones. Banderilleros, picadores y mozos de espadas, que anhelan el triunfo del maestro. Todos aspiraran a la merecida  recompensa por su lealtad al diestro. Quizás un escaño, acaso sus influencias para conseguir el puesto de trabajo anhelado…

Acabado el desfile, apostados  en sus respectivos burladeros, los espadas observaran con atención como el alguacilillo, de manos del presidente,  recibirá las llaves simbólicas que abrirán los toriles donde aguardaran los toros de las ideologías, que los matadores deberán lidiar, hasta que mueran.

Y comenzarán las faenas, donde cada lidiador culminará la suya con división de opiniones por parte del respetable, que, impaciente, mirará hacia el palco donde se encuentra el presidente, esperando su veredicto definitivo.  Entretanto, sobre el albero, yacerá  muerto el cornúpeta, bañado en su propia sangre. La sangre de las ideologías políticas, derramadas  como tributo que paga la salida por la puerta del triunfo.  Por la puerta donde salen los culos que ocuparan las mullidas y deseadas poltronas durante los próximos cuatro años, hasta la próxima «fiesta nacional».

Por fin, el presidente -al que los toreros llaman «pacto»- haciendo caso omiso de la opinión del respetable, sacará el último pañuelo blanco. El pañuelo que le abrirá  a  uno de los espadas la deseada puerta del triunfo.

 Cuando termine la fiesta,  el respetable abandonará  los tendidos y, jubiloso,  sobres sus hombros, sacará del ruedo al vencedor de la corrida,  para sentarlo en la poltrona de honor de los victoriosos.

Pero, una vez más,  la farsa de la fiesta -a la que muchos llaman ejercicio de la democracia-  conseguirá confundir al respetable, haciéndole creer que el apoltronado de honor va a sentar sus posaderas en la poltrona más importante de todas  por voluntad del populacho, cuando en realidad será el presidente del festejo, conocido como «el pacto», el que dictará el nombre del afortunado diestro.

En el silencio de la plaza, ya vacía, un ínfimo trozo de cerebro humano observará con asombro como la  sangre de los astados de  las ideologías, derramada sobre la arena, será  evaporada por el turbión creado por la poca capacidad de juicio del respetable y  la insaciable ambición del hombre.

José Juan Sosa Rodríguez

Florentino López Castro

Florentino López Castro

1 comentario en ««En el ruedo de de las elecciones del 28 de abril»»

  1. Algunos y debe ser por la edad parece que echan de menos los tiempos del blanco y negro y los tiempos de dictaduras de todo tipo……….cuanto amargado, caramba.

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