El último café, en el Buenaventura

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El emblemático bar Buenaventura echó este martes el cerrojo definitivo tras casi 70 años abierto en pleno corazón de Los Llanos. Ventura Ramírez y sus hijos realizaron una simbólica despedida despachando los últimos de sus famosos cafés. Con su cierre se pierde parte de la historia de Telde.

Los Llanos perdió para siempre el bar Buenaventura. Un negocio que puso en marcha en 1947 Buenaventura Ramírez y que siguió posteriormente uno de sus hijos, Ventura, más conocido como Ronald. Sus cafés fueron famosos durante décadas. A finales de mayo cerró de forma temporal, pero en la mañana de este martes abrió por unas horas como despedida para despachar las últimas tazas   a sus clientes más fieles, aunque la máquina le puso algunos impedimentos. Su dueño se jubila al cumplir en agosto los 65 años.

Llovía y te ofrecí el último café, decía el tango que cantaba Julio Sosa. este martes no llovió por la mañana, pero sí lo hizo de madrugada, como si la letra cobrara vida para despedir a este emblemático local, que no solo era conocido por su especialidad, sino también por la particular decoración que realizó Felo Monzón en 1952 y que se mantenía intacta.

Buenaventura, que fue preso político al igual que su hijo, conoció al pintor en la prisión de Gando. Por ello se encargó de los diseños únicos que tenía el bar, como los azulejos en su paredes, con personajes vestidos de típico, o en la barra, además de las lámparas de madera que colgaban del techo. Las mesas de mármol son las mismas y el dueño ya ha recibido ofertas por ellas. Al igual que por su famosa caja registradora que data de 1958 y que aún funciona, aunque en pesetas. El local, que era alquilado, será devuelto a sus dueños en los próximos días.

la época dorada. Ronald relataba este martes que la época dorada del bar fue en los sesenta. Buenaventura, que falleció en 1968, se encargaba de realizar en la trasera del local el tueste de los granos. Lo hacía una vez a la semana y el barrio entero se impregnaba del olor. En ese entonces se llegaban a despachar una media de 800 cafés diarios y tenía cinco empleados. En la actualidad, no llegaban a las 300 tazas. El siglo XXI no fue benévolo con el negocio, que empezó en decadencia, reconocía este martes. Son muchas las anécdotas y las historias que se vivieron entre sus paredes, pero siente cierto alivio al abandonar una profesión sacrificada. este martes Telde perdió sus cafés, pero también su pescado empanado y sus vueltas, que quedarán en el recuerdo.

Canarias7

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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