«El principio del fin de la cultura occidental»

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´Su error -el error de la cultura occidental- es ir contra la naturaleza y los instintos primordiales de la vida, convirtiendo al hombre en el esclavo ideal´

(Friedrich Nietzsche)

Hace algunos días ha salido publicado en los medios de comunicación que a partir de 2015, el crecimiento vegetativo en España ha seguido  una tendencia negativa  -las muertes superan a los nacimientos-. Pero este fenómeno demográfico no solo se produce en España, sino que es una tendencia que comparten prácticamente  todos los países de la UE.

Personajes como el filósofo Friedrich Nietzsche, con su ´crítica a la sociedad occidental´, el naturalista  Charles Darwin dentro de  la teoría de la selección natural, o el antropólogo Marvin Harris, con su apuesta por el materialismo cultural,  pueden ayudarnos a entender los motivos que nos han llevado a esta situación.

Desde la perspectiva de Marvin Harris -el  materialismo cultural-, donde las diferencias y similitudes socioculturales se explican atendiendo a las condiciones materiales de la existencia humana,  podemos entender cómo las familias occidentales actuales tienen menos hijos.

Hasta bien avanzada la segunda mitad del pasado siglo XX, tener muchos hijos era una práctica ´rentable´. El acceso a edades tempranas al mercado laboral -principalmente en el medio rural- de los hijos le proporcionaba a las familias pingües beneficios. Esto, unido a que  cuanto más hijos mayor sería la probabilidad de ser acogido por algunos de ellos en la vejez, hacía que las familias optaran por tener el mayor número de hijos posibles.

En la actualidad, todo esto ha cambiado. Los hijos han pasado de ser ´rentables´ a convertirse en una ´inversión ruinosa´, donde el acceso al mercado laboral es más tardío y costoso – no solo por el dinero invertido, también por el tiempo empleado-. Además la responsabilidad de los hijos sobre sus progenitores ha pasado a asumirla los centros geriátricos, bien privados o públicos.

Pero si las condiciones socioculturales de las sociedades modernas están detrás del descenso de de los índices de natalidad, no son las únicas. Si ahora nos acercamos a la teoría de la selección natural, de Charles Darwin, donde las condiciones del medio ambiente selecciona,  favoreciendo  o dificultando, la reproducción de los organismos vivos según sean sus peculiaridades, vemos como la capacidad tecnológica que posee la  sociedad occidental  ha sido capaz de alterar los principios de la selección natural, para dar la misma oportunidad de supervivencia a todos sus miembros. Como ejemplo de esta manipulación ambiental, vemos como en los países desarrollados, paradójicamente,   los avances en medicina, al permitir que todos los  individuo -fuertes y débiles-   tengan la misma probabilidad de reproducirse, ha ocasionado que la aptitud reproductiva, o  eficacia biológica –  entendida como la capacidad   de un genotipo determinado para dejar descendientes en la siguiente generación- sea menor en que en otras zonas  de la Tierra en que la medicina no está tan avanzada.

Quizás, hoy más que nunca,  la afirmación de Nietzsche: ´Su error -el error de la cultura occidental- es ir contra la naturaleza y los instintos primordiales de la vida, convirtiendo al hombre en el esclavo ideal´ donde la racionalidad de la conducta humana ha anulado a los instintos que, de forma natural, han llevado durante muchas generaciones a los hombres  a vivir en armonía con el medio.

Por todo  esto, se me antoja pensar que es el propio orden natural el que está detrás del declive  de una cultura poco adaptada . Una cultura que amenaza con arruinar el planeta. Una cultura en la que  cada niño que nace en su seno consume tantos recursos naturales como  diez nacidos en el llamado «Tercer Mundo». Una cultura en la que el hombre, intentando perfeccionar su dimensión humana -formulando ambiciosas normas o leyes internacionales que protejan esa dimensión-, se ha olvidado de su relación  material con la naturaleza, esquilmándola en pro de un  quimérico estado del bienestar…

Y es precisamente esto, el estilo de vida de la sociedad occidental, lo que ha propiciado su propia decadencia. Así,  no sería  el avance de otras culturas emergentes, que, como todo proceso natural, buscan cubrir los espacios dejados por  estilos de vida desadaptados -a la historia me remito- las responsables de la, más que probable,  desaparición de nuestra actual forma de vida.

En este sentido, no tiene razón Geert  Wilders, controvertido político holandés, cuando afirma que  ´la ocupación de Europa es parte de la lucha global del Islam por la dominación mundial´. Quizás es más correcto afirmar que la ocupación de Europa por el Islam es una consecuencia de la incapacidad de la cultura europea para proyectarse en el tiempo, sin que con ello ponga en peligro la  supervivencia de la propia humanidad. Porque, retomando  a Nietzsche, es posible que la cultura islámica no sea tan ´racionalmente´ humana como la occidental, pero sí está  más fijada a  ´los instintos primordiales de la vida´ como mecanismos de supervivencia.

José Juan Sosa Rodríguez

 

 

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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