Les podemos adelantar que, salvo que de aquí al pleno del viernes pase un terremoto político (que en Telde nunca se descarta), el candidato a tránsfuga de Más por Telde ha descubierto la marcha atrás. Y no una marcha atrás cualquiera, sino de esas que chirrían y dejan olor a goma quemada.
Después de la información publicada por Onda Guanche, al concejal en cuestión le dio un repentino ataque de amor a las siglas de su partido. Vamos, que si antes tenía medio pie en el club de los tránsfugas, ahora lo ha recolocado a toda prisa en el lado de la “fidelidad”. Eso sí, fidelidad de postureo, porque dentro de ese grupo de dos, cada uno va por su cuenta: como esas parejas que aún posan juntas en las fotos familiares aunque ya duerman en habitaciones separadas.
El simple amago de salto encendió todas las alarmas de otra posible crisis de gobierno en Telde, que ya colecciona crisis como otros coleccionan imanes de nevera. Pero finalmente, el edil reculó, quizá porque alguien le recordó que el transfuguismo no solo da titulares jugosos, también regala soledades eternas, vetos de por vida y, de propina, algún disgusto judicial. Mejor seguir bajo el paraguas de Más por Telde… aunque dentro del paraguas se mojen más que fuera.
Lo divertido de Telde es que hasta la fidelidad política se parece a una comedia de enredos. Hoy digo que me voy, mañana que me quedo, pasado que ya veremos… Y mientras tanto, el alcalde Juan Antonio Peña puede respirar un poquito más tranquilo: un fuego menos que apagar en su “parque de bomberos políticos”, donde cada concejal es un incendio con patas y siempre hay una manguera rota.
El protagonista de esta novela por entregas no es un novato. Hace apenas dos años juraba amor eterno a Telde, prometía defender a los vecinos con uñas, dientes y hasta muelas del juicio, pero en la práctica ha terminado siendo ejemplo de lo contrario: menos compromiso, más cálculo; menos barrio, más ambiciones. Ya anda midiendo qué camiseta ponerse para las próximas elecciones, como en un mercadillo político: hoy la roja, mañana la azul, y si no convence ninguna, me diseño una propia con logo exclusivo y ¡a correr!
Porque en Telde el transfuguismo no es un accidente, es tradición, casi patrimonio cultural. Aquí nadie se cambia de bando solo: siempre es en pareja, como en un tango mal ensayado. Uno cruza, el otro lo sigue, y entre los dos convierten el pleno en una pasarela militar: firmes, serios, y cambiando de fila según sople la brisa.
En definitiva: el poder en Telde se aguanta con alfileres, parches y pactos exprés que duran lo que un helado al sol. Lo realmente importante no es si Peña aguanta en el sillón, sino si los partidos logran sostener lo que dicen defender o, por el contrario, siguen mirando para otro lado mientras alguno convierte el Ayuntamiento en trampolín personal para sus sueños de grandeza.
Eso sí, no canten victoria: en Telde el guion cambia más rápido que las telenovelas venezolanas. Y con el calor apretando y los nervios a flor de piel, el Pleno del próximo viernes promete. Porque cuando parece que ya lo has visto todo… llega otro capítulo nuevo de esta serie interminable llamada política municipal.
Juan Santana, periodista y locutor de radio
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