«Diciembre de 2017»

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En estos días previos a la Navidad en los que todo parece tan alegre,  alocado, casi incontrolable y bullicioso, apenas nos paramos a pensar en quienes no tienen tanta suerte como nosotros. Nos anestesiamos con el ajetreo de compras, ilusiones y comidas.

Sin embargo, muchas personas se devanan el cerebro pensando en lo que le darán de comer a su familia, porque no les alcanza ni para eso, cuanto más,  para comprar juguetes y objetos innecesarios. Pero sus hijos necesitan tener ilusiones y esperanzas, como todos los demás niños. Ellos piensan que si han sido buenos, los Reyes Magos les traerán lo que han pedido esperanzados, pero muchas veces, demasiadas, esos Reyes se han despistado y les dejan desilusión y dolor.

Esto por no hablar de los que están enfermos en hospitales,  o en sus hogares y no alcanzan a disfrutar sino de dolor y desesperanza.

Existen otras  personas, que ni siquiera tienen un techo que les cobije en las frías noches de invierno. Sus preocupaciones muchas veces son encontrar los cartones suficientes para que les sirvan de colchón y puestos por encima,  aislarles del gélido viento de la noche.

Generalmente, pasamos junto a ellos y nuestro pensamiento, va raudo y veloz a pensar y hasta verbalizar: “Son  drogadictos, o borrachos, o…”

¿Y qué?,   ¿Son  por eso menos desgraciados?, ¿Dejan de ser seres humanos necesitados, e infelices?

Que fácil resulta tranquilizar nuestra conciencia y menospreciar, para no ayudar.

Tal vez fuera mucho mejor que empatizáramos  y nos viésemos por un momento  en esas situaciones extremas. Así, nuestra visión cambiaría  sin lugar a dudas.  Sabríamos que debemos ayudar y extender una  mano afectuosa, que les proporcione un poco de calor. Lo mismo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros, o a nuestra gente querida,  si nos encontrásemos en la misma situación.  Otro gallo cantaría.

Dolores Suárez Rodríguez, vecina de Telde y adjunta a la dirección de LA HOJA POPULAR CANARIA

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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