Ocurrió el 30 de enero de 2015, en la residencia de mayores de Taliarte, que gestiona el Cabildo. Un auxiliar iba a ayudar a asearse a una usuaria y, siempre según la denuncia de su familia, el trabajador se molesta porque ella no se ha empezado a quitar la ropa y la «agrede física y psicológicamente». Además, el hijo de la residente, Roberto Parada, se queja de que todas las medidas que a partir de entonces ha tomado el centro han ido en detrimento de su madre. «Se ha desatado una caza de brujas contra ella cuando es la víctima». El Cabildo, por su parte, lo niega todo.
Parada ha llevado el caso a todas las instancias. Lo ha denunciado en comisaría, ante la Fiscalía y al Diputado del Común. Le duele que en la residencia le digan que su madre, de 67 años, «no tiene credibilidad cuando lleva 11 años en el centro y jamás se ha quejado de una cosa así». Hay un informe médico que apunta que tiene «hematomas en una mano».
A partir de ahí empieza lo que Parada califica de «calvario», porque, según asegura, el centro ha tratado a su madre como si fuera la culpable. «Sabiendo que la justicia es lenta, pedí que al menos hasta que haya una sentencia firme apartaran a ese señor de mi madre, y lo que hacen, en vez de trasladarlo a él a otra planta o a otro recinto, trasladan a mi madre».
Denuncia que lo «hicieron de forma brusca», sin avisarle a él, a otra habitación «que ni estaba lista», que no tiene ni tele y en contra de informes médicos que aseguran que pacientes como su madre, con una «patología depresiva leve», toleran mal los cambios. Por eso pide que devuelvan a su madre a su habitación, en la que llevaba 8 años.
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