El histórico político grancanario siempre se la tuvo guardada a Román Rodríguez, Pedro Quevedo y Carmelo Ramírez. Esperó hasta que llegó el día en que creyó ver las condiciones objetivas para desplazar del omnipresente poder a los «pata negra» y dar paso a una nueva hornada con Teodoro Sosa al frente. La pérdida del acta de Román Rodríguez y el fracaso de la «operación Frente Amplio’ que no supuso más réditos de los que se tenían, precipitó el golpe de timón interno. Lo que dieron en llamar renovación interna en primera instancia, se convirtió en disidencia abierta y ruptura luego, pero cuando Teodoro descubrió que tenía «su propia baraja» con Coalición Canaria, Antonio Morales se enrrocó y bajó del barco.
Resulta paradógico que, ahora mismo, el futuro de Nueva Canarias y de la existencia de izquierda a la izquierda del PSoe, dependa de la decisión que tome Antonio Morales. Y lo es porque, tras la «espantada» de los ahora tránsfugas, el único capaz de mantener un voto propio significativo es Morales. Ni Román Rodríguez, ni Pedro Quevedo, ni Carmelo Ramírez tienen voto suficiente para evitar la residualidad. De hecho, Román y Quevedo pudieron optar a muchos de sus cargos públicos porque otros en los municipios de Gran Canaria ponían los votos suficientes y sí, aún hay votos en Telde y Sta Lucía como para obtener alguna representación local e insular, pero a día de hoy ‘el palo» estaría asegurado. Otra cosa distinta es que Morales se desmarcara, como parece, de la OPA hostil de Coalición Canaria con los «Municipalistas» tránsfugas. Si esto ocurriera y Morales se reivindicara como la última «esperanza blanca» de toda la izquierda en Gran Canaria «la cosa» podría cambiar algo. Al menos para un poco mejor que lo que dan las encuestas.
Los nuevos dirigentes de Nueva Canarias dicen ahora que «la izquierda de obediencia canaria» debe unir sus fuerzas para «combatir a la ultraderecha» y «cortarle el paso a la confluencia de toda la derecha» también en Canarias. Podemos, por su parte, sabe que,ni de lejos, está siquiera en su peor momento, sino más abajo aún y el resto de la llamada izquierda española (IU-Sumar-Mas País) no llenan ni un taxi entre todos, al menos orgánicamente. De Drago Canarias en Gran Canaria o los Verdes poco se sabe y otros partidos de similar filiación nacionalista o local andan aún en una etapa de cimentación.
Con todo así colocado, pareciera que, al menos de cara a las elecciones de 2027, un Morales que no quisiera irse a su casa aún, parece el único capaz de aglutinar voto suficiente para que el PP, de la mano de CC y VOX no vuelva a gobernar Gran Canaria. Tal vez para no ser Presidente esta vez, pero para al menos, propiciar que haya partido.
Hasta aquí lo que se desprendería desde un análisis por encima. Otros analistas defienden que también el propio Morales se ha erosionado en el transcurso de estos dos últimos años de gestión, sobre todo tras el polémico proyecto de la Central de Chira Soria, que ha terminado alejándolo de sus apoyos ecologistas y sectores de la izquierda. Tampoco le saldría gratis la «ambigüedad» mostrada con el giro populista de su delfín, Teodoro Sosa.
Fuentes muy cercanas a Antonio Morales confirman que el dilema lo tiene ahora entre irse a su casa o intentar aglutinar al que es aún su partido, NC, y sectores de la izquierda en Canarias en una plancha encabezada por él. De todas, todas, no sólo no se va a sumar a la «trouppe» de Óscar Hernández y Teodoro Sosa, Ciuca y Onalia Bueno, sino que la va a combatir porque no quiere acabar su etapa política siendo el «enterrador» de la izquierda grancanaria y partícipe necesario por «candidez simulada» y falta de cálculo, del regreso de la derecha a la primera institución de la isla. Tremendo dilema.
Si Morales despeja sus incógnitas tal vez le esté salvando la vida a Nueva Canarias, que podría volver a coger aire y salir de la UVI en que había quedado hasta hace poco. Y de paso, muy probablemente, estaría a la vez, propiciando que los «Municipalistas» se entierren con Coalición Canaria en Gran Canaria.
El tiempo se agota. Ya Morales ha propiciado que Teodoro haya dejado de ser el portavoz de su ex partido en el Cabildo. Ahora sólo falta que le corte el grifo de dinero que está manejando muy alegremente para hacerse pasar por gestor. Ni Roma paga traidores.
Hijosdecanarias.com