«¿INDÍGENA, ABORIGEN O AMAZIGH?»

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Hace poco, alguien comentó en una publicación mía: “En ese caso, y de acuerdo en que es mejor ‘indígena’ que ‘aborigen’. ¿Por qué no utilizar la palabra ‘Amazigh’, que es como los indígenas canarios la decían?”

Y me pareció una pregunta muy oportuna. Por eso hago esta reflexión sobre identidad, memoria… y nombres olvidados.

Durante mucho tiempo se ha utilizado el término aborigen para referirse a los antiguos habitantes de las islas Canarias. Sin embargo, hoy sabemos que este término es impreciso y arrastra connotaciones coloniales que reducen a estos pueblos a algo genérico, estático, casi primitivo. Frente a eso, el uso de indígena ha ganado terreno por ser más respetuoso y por reconocer la pertenencia ancestral a un territorio.

Pero si de precisión y respeto hablamos, ¿por qué no ir aún más allá y recuperar el nombre que algunos de estos pueblos usaban para sí mismos? Amazigh es el nombre que aún hoy emplean los pueblos bereberes del norte de África —significa “hombre libre”— y, según los estudios más aceptados, de ahí provienen buena parte de los primeros habitantes del archipiélago.

Usar Amazigh no es solo un gesto simbólico. Es un acto de dignificación. Es abrir una puerta a la identidad real, compleja y diversa que existía en las islas antes de la colonización.

Y me surge una pregunta casi obligatoria:

¿Eran todos guanches?

Para contestarla, debemos hacer un pequeño viaje a los nombres de los antiguos canarios.

¿Alguna vez has oído decir que los guanches eran los antiguos habitantes de todas las islas Canarias? Pues bien, eso no es del todo cierto. Aunque el término se ha generalizado, en realidad solo se llamaban guanches los pobladores originarios de Tenerife.

Cada isla tenía su propio grupo humano, con rasgos culturales y lingüísticos propios —eso sí, con raíz amazigh común— y, por supuesto, su propio nombre. Aquí va un breve repaso que quizá te sorprenda:

Tenerife: Guanches. Este es el único uso correcto y específico del término.

Gran Canaria: Canarii o canarios. De hecho, se cree que de aquí proviene el nombre del archipiélago entero.

La Palma: Benahoaritas, también conocidos como auritas.

La Gomera: Gomeritas o gomerenses.

El Hierro: Bimbaches.

Fuerteventura y Lanzarote: Majos o mahos. Compartían muchas costumbres y formas de vida.

La Graciosa e islotes del norte: No hay evidencia de asentamientos indígenas permanentes, aunque pudieron usarse para la pesca o como paso estacional.

Entonces, ¿por qué decimos guanches como si fueran todos iguales?

La respuesta tiene que ver con una historia contada desde fuera. Durante siglos, la visión oficial simplificó lo complejo. Como Tenerife fue una de las islas más documentadas durante la conquista, su nombre acabó por imponerse al resto. Pero es como llamar vikingos a todos los pueblos escandinavos, o mayas a todos los pueblos mesoamericanos. No solo es incorrecto, sino que borra la riqueza cultural de cada lugar.

Recuperar estos nombres no es un capricho académico ni una corrección política sin sentido. Es un ejercicio de memoria. De respeto. De justicia histórica.

Saber que en El Hierro vivían los bimbaches y en La Palma los benahoaritas nos ayuda a entender que el pasado indígena de Canarias no era homogéneo, sino profundamente diverso y dinámico.

Y recordar mejor es, también, reconstruir una identidad que fue silenciada, pero que nunca murió del todo.

Diego Fernando Ojeda Ramos, fue concejal del Ayuntamiento de Telde y actualmente es asesor en la Consejería del sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo Insular de Gran Canaria

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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