“LOLA, LA PERRA MÁS ESCURRIDIZA DE LAS LONGUERAS… Y LA NUEVA ALCALDESA EN LA SOMBRA”

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Si pensabas que los plenos municipales eran lo más surrealista que podía pasar en Telde, es porque no conoces a Lola, una perra con más tablas que un concejal veterano y con más agilidad que los presupuestos cuando hay que aprobarlos “por urgencia”.
 
La historia arranca en Las Longueras, donde desde hace días el alcalde, la Policía Local, Bienestar Animal y hasta los del bar de la esquina tienen un nuevo tema de conversación: una perra llamada Lola que ha revolucionado el barrio y puesto a prueba a todo un ayuntamiento. Porque sí, Lola tiene dueño, vive en una finca privada y, por si fuera poco, no se deja coger ni con galletas, ni con diplomacia institucional.
 
Cada vez que alguien del personal técnico intenta acercarse con buenas intenciones (y una correa en la mano), Lola hace gala de sus habilidades ninja: huye con una elegancia perruna, salta a su finca y ahí termina la expedición. Como si dijera: “Aquí mando yo”.
 
La situación es tan peculiar que algunos vecinos ya la saludan como si fuera la nueva regidora del barrio. Hay quien asegura haberla visto vigilando desde lo alto de una piedra, cual leona canaria protegiendo su territorio… o simplemente disfrutando del espectáculo.
 
Desde el Ayuntamiento, eso sí, nos piden paciencia y comprensión: esto no es abandono, señoras y señores, que la perra tiene dueño, chip y residencia fiscal en la finca, y cualquier actuación debe ir con autorización legal. Ya se ha localizado al propietario y se está tramitando una cita —esperemos que con croquetas de por medio— para que veterinarios y agentes puedan revisar a la escapista.
 
Mientras tanto, el alcalde se ha convertido en el humano mejor entrenado para intentar atrapar a Lola, lo cual ya es decir mucho, porque ni siquiera ha conseguido poner a trabajar a la mayoría de los concejales, que también se le escapan… pero a sus propias fincas particulares. Unos se esconden tras informes, otros tras “agendas imposibles”, y alguno hasta detrás de un ficus institucional. Pero ahí está el regidor, corriendo detrás de Lola como si en ello le fuera la gobernabilidad.
 
Y si todo esto no fuera suficiente, hay quien ya propone que Lola tenga su propia cuenta de Instagram, candidatura en las próximas elecciones y un monolito en la plaza del barrio. Porque si algo ha dejado claro esta historia es que Lola no es una perra cualquiera. Es una perra con agenda, carácter y mucha más autoridad que algunos concejales de carne, hueso y dietas.
 
Seguiremos informando, siempre que Lola no nos vea venir y nos mande de una carrera a casa.
Florentino López Castro

Florentino López Castro

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