«TELDE, LA CIUDAD DEL ANUNCIO ETERNO»

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Más allá de los vídeos, las promesas y los discursos en tono épico, la gran pregunta que muchos se hacen en Telde es: ¿dónde está la gestión?
 
Porque sí, tenemos alcalde —Juan Antonio Peña— y un puñado de concejales con dedicación exclusiva, pero a estas alturas del mandato muchos ciudadanos no sabrían ni ponerles cara. Son, literalmente, concejales fantasma: cobran, figuran y posan, pero de gestión, nada de nada.
 
Algunos incluso se dejan ver más por su despacho privado que por el Ayuntamiento. Otros viven pegados al móvil, grabando vídeos promocionales que anuncian obras que no llegan o proyectos que se eternizan. En Telde, el tiempo pasa… pero los resultados no aparecen.
 
Seguimos con los aparcamientos cerrados, los baches creciendo como cráteres lunares, el mercado municipal clausurado, y unos servicios sociales que parecen estar en periodo sabático.
 
La suciedad se acumula en las calles y los barrios se marchitan entre la desidia y el abandono.
 
Eso sí: fiestas no faltan. En Telde hay festivales, verbenas y fines de semana de puro alcohol y confeti. Si el trabajo escasea, al menos no falta el brindis.
 
Porque, seamos sinceros, Telde se ha convertido en la ciudad del despilfarro: luces, escenarios, promesas recicladas y una gestión que brilla por su ausencia.
 
Mientras tanto, las asociaciones de vecinos sobreviven como pueden. En barrios como Lomo Cementerio, su presidente aún está pagando de su bolsillo los servicios contratados para las fiestas de junio, porque la ayuda municipal fue —por decirlo suavemente— simbólica.
 
Eso sí, las fiestas del centro de la ciudad se pagan puntuales y generosas, porque hay que mantener el decorado para las fotos.
 
Y entre tanto abandono, Gestel, la empresa municipal, sigue siendo el cajero automático del poder. Paga religiosamente las facturas del comunicador oficial del gobierno de Telde —ese cronista de lo evidente, el “hombre del queso digital”— mientras los barrios se apagan y la gente se cansa de esperar.
 
Pero lo más grave es que no hay oposición.
 
¿Alguien ha visto a la oposición denunciar todo esto por sí sola? Hasta ahora somos nosotros, desde los micrófonos y las entrevistas, quienes hacemos hablar a la oposición… y ahí se quedan las denuncias, en titulares sin continuidad.
 
En los plenos, los concejales parecen más interesados en debatir sobre las guerras del mundo que en lo que ocurre en su propio municipio. Se aprueban mociones sobre conflictos internacionales, pero ninguna moción sobre el incumplimiento de los anuncios de Juan Antonio Peña ni de los vídeos de campaña permanente del PP.
 
¿Y los contratos prometidos? ¿Dónde están las obras anunciadas con tanto bombo y platillo? ¿Por qué no salen en ejecución?
 
Y ya los ciudadanos preguntan: ¿dónde está Esmeralda Cabrera?
 
Aquella mujer que salía cada día a buscar soluciones, que corría detrás de los problemas como si no existieran los despachos, hoy parece haberse esfumado.
 
Debe ser que el entusiasmo se agotó, porque ya ni fotos, ni entrevistas, ni declaraciones. Vive escondida tras alguna que otra nota de prensa.
¿Y qué fue de su famoso anuncio de “llevar la documentación conseguida como una heroína”? Nadie sabe nada de esos documentos.
 
¿De qué tiene miedo la señora Esmeralda Cabrera? ¿Será que su partido, VOX, no le deja ni salir a la calle?
 
Ya ven: ni los anuncios del gobierno ni los de la oposición sirven de nada.
 
Mientras tanto, el tiempo pasa y los ciudadanos siguen esperando… como si la paciencia también tuviera dedicación exclusiva.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
 
Florentino López Castro

Florentino López Castro

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