«SANTOS CERDÁN, EL RECADERO DE LAS MORDIDAS: CUANDO EL PODER YA NO CABE BAJO LA ALFOMBRA»

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La prisión provisional sin fianza dictada contra Santos Cerdán León, ex número tres del PSOE, es mucho más que una medida judicial: es un misil directo al centro de gravedad del sanchismo y un síntoma inequívoco de que la red de corrupción que comenzó con las mascarillas ha mutado en algo mucho más sistémico, profundo y devastador.
 
Estamos ante una trama de Estado disfrazada de gestión ministerial. Y no lo dice la oposición, ni un columnista con resaca democrática. Lo dice el auto del Tribunal Supremo firmado por el juez Leopoldo Puente Segura, quien tras escuchar —literalmente— las conversaciones entre los protagonistas, no duda en calificar a Cerdán como el cobrador del club, el encargado de repartir el botín, reclamar el “pendiente” y, en definitiva, el recaudador de las comisiones que manaban de adjudicaciones irregulares por más de 537 millones de euros.
 
Cerdán no era un actor secundario. El juez lo coloca en lo alto de la pirámide funcional: Koldo gestionaba, Ábalos firmaba, pero Cerdán mandaba y cobraba. Y eso lo cambia todo.
 
¿Un caso aislado o un sistema institucionalizado?
 
Durante meses, el PSOE repitió el mantra de que Koldo era una “manzana podrida”. Luego, que Ábalos era un verso suelto. Pero con la caída de Cerdán —quien fue el arquitecto del poder interno del partido durante más de un lustro—, esa narrativa ya no se sostiene ni en Ferraz ni en Moncloa. Estamos ante una estructura organizada, con roles repartidos, beneficios distribuidos y una estrategia clara: saquear las instituciones desde dentro, a golpe de licitación amañada y mordida en diferido.
 
La pregunta no es si esto salpica al Gobierno. La pregunta es hasta dónde. Porque si Cerdán era el cobrador, ¿quién era el contable? ¿Quién hacía de caja fuerte? ¿Quién recibía y para quién? El juez sugiere que más personas físicas o jurídicas están implicadas. Y si es así, el PSOE no tiene un problema puntual, sino un cáncer sistémico.
 
El patrón repetido: cuando la meritocracia es sustituida por la lealtad
 
Otra arista que desvela el auto es la colonización institucional. Cerdán no solo cobraba; también colocaba. No quería a Teófilo Serrano en ADIF (“mal tío”, decía por WhatsApp). En su lugar, logró que se nombrara a Javier Herrero Lizano como Director General de Carreteras, quien —oh sorpresa— aparece también en el circuito de adjudicaciones bajo sospecha.
 
La trama no se limitó a elegir empresas amigas, sino también a amoldar el aparato del Estado a los intereses de una camarilla política. Y eso es aún más grave. Porque aquí no solo hay cohecho, tráfico de influencias y malversación. Hay captura del Estado, un secuestro silencioso de la administración pública por parte de quienes tenían el deber de protegerla.
 
El final de la coartada progresista
 
Santos Cerdán ha tratado de defenderse aludiendo a que todo esto es una represalia por haber formado un “Gobierno progresista” y haber negociado con fuerzas independentistas. El juez, con una ironía inusual en un auto judicial, desmonta ese argumento con una frase brutal: “Don Santos mantenía relación con Koldo mucho antes de que existiera ningún Gobierno progresista”.
 
En otras palabras: esto no es lawfare, es corrupción de la vieja escuela. No es persecución política, es saqueo con acento navarro y comisiones con denominación de origen. El “progresismo” fue solo el envoltorio para lo de siempre: enriquecerse a costa del contribuyente, protegerse con la mayoría parlamentaria y blindarse con propaganda.
 
La detención de Cerdán abre una crisis existencial dentro del PSOE. No se trata solo de una caída personal. Es la implosión de un modelo de partido donde la fidelidad al líder valía más que la limpieza ética, y donde el aparato lo manejaban quienes hoy están en el banquillo (o ya entre rejas).
 
¿Puede Pedro Sánchez mirar a otro lado? ¿Puede seguir en silencio mientras su hombre fuerte está siendo investigado por encabezar una red de corrupción institucional? ¿Qué sabían en Moncloa? ¿Qué papel jugó el partido en este engranaje?
 
La justicia avanza y las piezas del puzle comienzan a encajar. Si se confirman los indicios, no estaremos hablando solo de la responsabilidad penal de unos cuantos nombres, sino de la responsabilidad política de todo un Gobierno que pudo mirar hacia otro lado, consentir o incluso beneficiarse de una trama que ahora hace aguas por todas partes.
 
El caso Cerdán no es solo el mayor escándalo de corrupción que ha salpicado al actual PSOE. Es el espejo que refleja el precio de haber confundido disciplina de partido con, militancia con obediencia ciega y progresismo con impunidad. Y ese espejo, ahora, muestra a un Gobierno con demasiados amigos entre los barrotes.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
 
Florentino López Castro

Florentino López Castro

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