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Ultán ayudado por Rayco y Beneharo cargaron en la camella las dos cajas y los quesos… y despidiéndose de todos salió caminando hacia el muelle…
A eso de las cuatro de la tarde se personaron en casa de Beneharo un grupito de compañeros de la escuela encabezado por Quibey para despedirse y desearle una buena travesía.
-¿No han venido ni Don Salvattore, ni Chaxiraxi, ni Ayrám… ni Bentejui con vosotros? –preguntó Beneharo algo extrañado…
-Creo que no están para despedidas –dijo Quibey… Estaban muy tristes al saber que hoy te marchas y no volverán a verte en un tiempo…
-¡Qué lástima! –exclamó Beneharo… me hubiera gustado despedirme de todos ellos… los echaré de menos…
-Todos te echaremos de menos –dijo Quibey con lágrimas en los ojos… ¡todos!
Entre abrazos… besos… llantos y caricias, la sirena del buque dió la señal para que la tripulación se preparara para zarpar.
Beneharo se despidió de sus Padres y Hermanos y a la orden del Capitán subió por la escalerilla hasta acomodarse en la barandilla de estribor y escuchar los tres tonos del barco que anunciaba ya su salida.
Los motores se pusieron en marcha… Unos remolinos en popa indicaban que las hélices del barco comenzaban a rotar… Quibey soltó el amarre de proa y el barco comenzó lentamente a separarse del muelle hasta que Emmet ordenó a Quibey que soltara el amarre de popa para que el barco ya enfilando la salida, comenzara lentamente a moverse…
Lentamente el barco comenzó a navegar separándose cada vez más del muelle y guiado por el Práctico del Puerto avanzó entre otros barcos hasta la salida del puerto.
Justo al final del último brazo del muelle, entre gritos, saludos y cohetes estaban sus compañeros con don Salvattore que esperaban ver salir el barco para despedirse de Beneharo…
– ¡Beneharo… Beneharo…! –exclamó Emmet… Mira a babor… allí, junto al faro verde… Tus compañeros de escuela y tu Maestro están saludándote… han venido a despedirte… ¡Mira…!
Allí estaban todos viendo zarpar el barco… Hasta Don Gabino, el Cura, agitaba su negro sombrero despidiéndolo y dándole su bendición…
Por expreso deseo del Capitán Rowan y con el permiso del Práctico del Puerto, Achxuraxan, acompañó hasta la salida del barco a Beneharo y dándole un efusivo abrazo entre lloros y consejos, bajó hasta la lancha del Práctico viendo como poco a poco el barco avanzaba y se alejaba del puerto…
Beneharo corrió hasta la popa del barco y agitando un pañuelo se despidió de su Padre que, desde la proa del Práctico lo despedía lanzándole besos y abrazos…
Poco a poco “La Irlandesa” fue cortando las olas hasta que Ailbe, el timonel viró el barco diez grados a babor y comenzó a navegar entre otros barcos que anclados en la bahía esperaban su entrada en el puerto…
Con lágrimas en los ojos y agitando su pañuelo Beneharo contemplaba como poco a poco las luces del puerto y de su Isla se iban alejando…
Padraig arrió la bandera de popa a la vez que se encendían las luces del barco para ser visto en alta mar por otros barcos que arribaban a la Isla Conejera…
Las estrellas se iluminaban tras la caída el sol…
La tarde dejaba paso a la estrellada noche y la brisa del mar comenzaba a notarse…
-Beneharo, ponte este chubasquero para resguardarte del frío y del salpicar de las olas –dijo Oisín. No es bueno que estés sin abrigo en cubierta… El frío de la noche cala en los huesos y no debes ponerte malo en tu primera travesía.
-¿Puedo quedarme en popa hasta que no vea las luces de la Isla? –preguntó Beneharo con lágrimas en los ojos…
-Puedes quedarte el rato que quieras –comentó Oisín, pero ten en cuenta que a las nueve estará la cena servida en el comedor y todos te esperamos…
-¡Allí estaré! –exclamó Beneharo. No me voy a perder mi primera cena en alta mar por nada del mundo y más con el hambre que tengo.
-Recuerda que el interruptor de la luz está a la izquierda… –dijo Oisín.
-Con el manual que Emmet me ha dado de todo el barco seguro que lo encontraré –comentó Beneharo. Abro y cierro la puerta de popa, doy doce pasos y la segunda puerta a la derecha es el comedor, porque la primera es la cocina y ya huelo algo rico…
A la hora convenida Beneharo entró en el pasillo y después de cerrar la puerta de popa se dirigió al comedor y abriendo la puerta lo encontró a oscuras…
Recordando donde estaba el interruptor, lo encendió y… ¡sorpresa! Toda la tripulación estaba allí esperándole para darle la bienvenida con las copas en alza y diciendo: ¡Bienvenido Beneharo… bienvenido a La Irlandesa, tu nuevo hogar!
Todos brindaron con ese rico vino que Adassa les había regalado para esa especial noche…
-¡Por mis Padres…por mis hermanas y hermano… y por todos vosotros, mi nueva familia! –exclamó Beneharo entre sollozos…
-¡Por Beneharo! –exclamó Rowan alzando su copa e invitando a los demás a que hicieran lo mismo…
-Por ser tu primera cena en alta mar te hemos preparado un suculento manjar que seguro no olvidarás nunca –dijo Fiacro. Una sopa de marisco bien calentita, un cabrito frito y papas arrugadas con ese rico mojo picón que Aniagua nos ha preparado…
-¿Y de postre? –preguntó Kiryl…
-De postre tenemos un rico pastel de dátiles que Ennis nos ha preparado…
-¡Cenemos y cantemos! –exclamó Dáithí. Esta noche es especial y el anfitrión lo merece…
-Y… ¿quién pilota el barco? –preguntó Beneharo viendo que todos estaban sentados en el comedor…
-Durante la cena se encarga el piloto automático. El mar está en calma y no hay movimientos bruscos que presagien problemas –dijo Rowan, pero sólo durante cuarenta minutos… Luego subirá Ailbe a vigilar hasta que sea la hora de relevo y Emmet tome los mandos…
-Y… ¿yo? –preguntó Beneharo. ¿Qué hago esta noche?
-Tú… ¡a dormir! –exclamó Emmet. Debes descansar para que mañana estés bien despejado para comenzar con los trabajos del barco…
-Te despertaremos a las seis y media para que veas amanecer en alta mar, desayunes y ayudes a Padraig a dar de comer a los animales que llevamos en el barco…
-¿A qué hora llegaremos a Agadir? –preguntó Beneharo…
-Si todo va como hasta ahora llegaremos después del almuerzo, a primera hora de la tarde… –comentó Dáithí.
-Creo que me voy a mi camarote –dijo Beneharo. Este vinito me está dando sueño. Hoy ha sido un día de muchas emociones y quiero descansar.
-¡Lo mejor que harás! –exclamó Junghans. Te acompaño por si te pierdes…
-Sé cómo llegar –dijo Beneharo… tengo el plano del barco…
-Felices sueños –dijeron todos… Descansa y sueña con tus Padres y Hermanos que, seguro que ellos lo estarán haciendo contigo.
-Felices sueños para todos –dijo el muchacho. Nos vemos mañana…
Beneharo entró en su camarote dispuesto a pasar su primera noche. Estaba cansado y a la vez muy nervioso por ser su primera noche a bordo de su barco, como así lo llamaba…
Tardó en dormirse… contemplaba la noche… las estrellas desde su ventana y alguna que otra estrella fugaz que rápidamente cruzaba el barco de babor a estribor.
Su cama era dura como la piedra, pero el sueño poco a poco venció el cansado cuerpo hasta que quedó profundamente dormido…
Un fuerte golpe bajo su cama lo despertó e inquietó. Era un golpe de mar que, por las corrientes marinas habían balanceado el barco ligeramente.
Su primera noche en el barco fue especial: soñaba con sus Padres y hermanos, con sus cabritas, con su hermano Rayco con el que compartía habitación… recordó lo que don Salvattore le dijo el día de su partida y pensando quedó profundamente dormido…
A las seis y treinta minutos un timbre interior le despertó. Era la hora en que tenía que empezar su jornada en “La irlandesa” y debía cumplir con sus obligaciones. Una buena ducha con agua tibia y salubre, ropa adecuada y al comedor donde el desayuno ya estaba preparado.
En su silla tenía un papel con todo lo que tenía que hacer a partir de las siete en punto: buscar a Ennis, su “maestro” … recorrer todo el barco… aprenderse los silbatos y las bocinas del barco… dar de comer a los animales… y lo mejor de todo, visitar el Puente de mando que tanta ilusión le hacía.
Ennis le fue enseñando donde estaban todas las maromas y cabos de amarre, sus nombres, cómo y dónde colocarlas… el forraje para los animales… el agua para los animales… las letrinas… el izado de las banderas… todo lo que debería saber para ser uno más en el barco.
Kiryl le enseñó donde estaban los tanques de gasoil, la sala de máquinas, las escotillas que debía abrir y cerrar según el oleaje del mar…
Junghans le enseñó las despensas de comida para la tripulación… cómo ayudar a Fiacro en la cocina cuando le necesitara de su ayuda… dónde vaciar los desperdicios de la cocina y algunos otros pormenores.
Padraig le ayudó a limpiar la cubierta del barco… el cuartito donde guardaban los cepillos y las fregonas… el cuarto donde estaba la pintura, las brochas y rodillos para pintar aquellas barandillas que, por el óxido del mar, necesitaban un repaso… cómo ponerse los arneses para ir de una punta
a otra del barco bien sujeto en caso de oleaje y no caer al mar… dónde estaban las balsas de salvamento, su funcionamiento y como arriarlas al mar en caso de necesidad…
En el puente de mando, Rowan le enseñó las cartas de navegación… las banderas para hacer señales a otros barcos… dónde guardaban las bengalas en caso de una emergencia… qué era el timón… para qué funcionaban los radares y el sonar… La centralita de telecomunicaciones… La máquina para mandar señales en el alfabeto morse…
A la hora prevista, a escasas dos millas del puerto de Agadir, el práctico se acercó lentamente al barco para dirigir la maniobra de atraque…
Beneharo ocupó su puesto en popa para lanzar el cabo que debían coger los estibadores y ayudarles a que las sogas de amarre fueran fijadas en los puntos de atraque del muelle donde permanecería amarrado el barco el tiempo de estancia en el puerto.
Lentamente fue entrando en el puerto y haciendo los giros necesarios. “La Irlandesa” quedó amarrado en un muelle de carga próximo a la entrada del puerto.
Varios barcos de menor tamaño estaban amarrados unos contra otros. En los diques de mayor longitud estaban aquellos majestuosos barcos de pasajeros y los grandes mercantes descargando sus mercancías…
Al pie de la escalerilla del barco esperaban los familiares de Ennis que descendiera… Era una emotiva bienvenida que Ennis no esperaba y que a todos les hizo llorar de emoción, máxime cuando Ennis se despedía de toda la tripulación de La Irlandesa que entre abrazos y besos le deseaban mucha suerte en la nueva etapa de su vida.
A los dos días zarparon con destino al puerto de Huelva, en España, no sin antes repostar el carburante necesario para la travesía y reponer los víveres necesarios, así como la mercancía que debían llevar a Huelva y a otras ciudades en Portugal.
Tres largas y potentes bocinas sonaron… “La Irlandesa” comenzaba a dejar el muelle lentamente mientras que los otros barcos hacían sonar también sus bocinas dándoles la despedida.
Ennis y su familia estaban en el muelle despidiéndoles… Fue una despedida muy emotiva y que Beneharo jamás olvidaría.
Lentamente el barco viraba a estribor hasta bordear el último dique y sonando su bocina avanzaba unos metros hasta que el práctico del puerto le dio el permiso para hacerse a la mar.
Virando a estribor avanzaba lentamente hasta alejarse de la costa unas millas y a la voz de Rowan – “Todos a sus puestos…”, “La Irlandesa” avanzaba hacia su nuevo destino.
Cargados casi a tope, la marcha era lenta… El mar estaba tranquilo y el barco navegaba suavemente, como si se deslizara en una balsa de aceite…
Poco a poco se perdía la costa de Agadir y pasaban cerca de Esaura… Safi… Casablanca… Rabat… Kénitra… hasta llegar cerca de Tánger donde una señal acústica en el puente de mando indicaba que se detuviera el barco a unas diez millas de la bahía, cerca del estrecho entre África y España para dejar pasar de estribor a babor a un gran petrolero que salía por el estrecho con un destino desconocido.
“La Irlandesa” comenzó a moverse de babor a estribor por el fuerte oleaje que el petrolero dejaba a su paso…
Rowan comentó a Beneharo que, si hubieran estado más cerca del petrolero, éste les podría haber hecho volcar por su oleaje, ya que el petrolero iba muy cargado y el desplazamiento de las olas era de gran tamaño.
De Agadir a Huelva tardaron dos días y medio en llegar… No había prisa y merecía la pena disfrutar de la travesía…
Beneharo dibujaba y coloreaba todo cuanto veía en la travesía: la costa africana con los pueblos de Marruecos al fondo… el Estrecho… la costa española… el petrolero… y, como había prometido a sus Padres, redactaba todo cuanto hacía en el barco y las maravillas que veía en el mar…
Todos los días escribía una carta a sus Padres contando cuanto hacía en el barco… y, aprovechando los atraques en los puertos que arribaban, aprovechaba para mandar las cartas a Güime.
El cartero de Güime corría a la casa de Adassa y Achxuraxan cada vez que llegaba una carta de Beneharo pues sabía que a sus Padres y hermanos recibir sus noticias les alegraba.
Dácil leía detenidamente todo cuando Beneharo contaba en sus cartas y hasta se podría decir que su mente recreaba lo visto por su hermano.
En la escuela Rayco dejaba que Don Salvattore leyera en voz alta las cartas de Beneharo para que sus amigos escucharan las maravillas que durante el viaje iba viendo… conociendo… y viviendo…
En una de las cartas, en la que se contaba el paso del petrolero, Acaymo se percató que Diegotón tomaba notas de todo cuanto se relataba… casi se podría decir que trascribía el contenido en su libreta…
Durante días Don Salvattore dibujaba, en la pizarra, el mapa por donde el barco de Beneharo navegaba y, cómo no, los puertos en que atracaban y que se nombraban.
Diegotón tomaba buena nota de todo… no perdía detalle… e incluso añadía algunas anotaciones que Acaymo no entendía…
-Beneharo, prepárate para la entrada en Huelva –dijo Emmet. En cuanto el práctico llegue al barco y suba al puente… atracaremos.
-Tengo ganas de llegar para ir a Correos –comentó Beneharo. Quiero mandar estas cartas a mis Padres cuanto antes.
-Tranquilo… que hasta mañana no podrás hacerlo –comentó Rowan. Cuando el barco esté amarrado ya será tarde para que puedas llegar a Correos.
-¡Está bien! –exclamó Beneharo. Por unas horas que espere tampoco va a pasar nada… Mañana las llevaré…
Entre descargas y nuevas cargas, “La Irlandesa” estuvo amarrada dos días hasta que, a la orden del Capitán el barco, retomó la marcha para dirigirse al puerto de Lisboa, en Portugal.
Con el permiso de Rowan y del práctico del puerto de Huelva, Beneharo pudo ver toda la maniobra de salida desde el pequeño barquito del práctico hasta que dejaron la ría.
Beneharo tomó buena nota y dibujó todas las maniobras del barco hasta su salida.
CONTINUARÁ…
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