“ME PREOCUPA LO CUTRE DEL DEBATE PÚBLICO (Y LO QUE DICE DE NOSOTROS)”

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Hay algo que me disgusta, y no es la subida de la luz ni el precio del gofio. Me disgusta lo cutre del debate público. Hay algo barriobajero, algo insolente, algo que huele más a tertulia de tasca que a política seria. Y lo peor de todo es que ya nos parece normal.
 
Uno pone el televisor o abre el móvil y ahí están: los de un lado gritando que los otros son el demonio, y los del otro lado respondiendo con un “y tú más” digno de patio de colegio. La política española parece una pelea de gallos… pero con gallinas desplumadas.
 
En Madrid, en Canarias, y por supuesto, en Telde —que no podía faltar en esta tragicomedia— la cosa no mejora. Aquí tenemos nuestros propios capítulos del “Sálvame político”. Unos se cambian de partido como quien cambia de bar favorito. Otros se insultan por Facebook, y los que deberían dar ejemplo, se enredan en un rifirrafe digital a ver quién tiene el “zasca” más viral.
 
Yo, que los veo, me pregunto:
 
¿En qué momento el insulto barato sustituyó al argumento?
 
¿En qué punto nos pareció normal que un concejal hable más de su “marca personal” que de los baches de su barrio?
 
¿Y cuándo nos conformamos con que los debates parezcan una verbena sin música, pero con mucha mala leche?
 
Y lo más preocupante es que estos no nacen por generación espontánea. No brotan como setas después de la lluvia. Los hemos elegido nosotros.
 
Sí, usted, yo, el vecino del quinto y la señora que vota “por costumbre”. Y ahí es cuando uno se queda frío: ¿no será que esta cutrez también nos refleja un poquito a nosotros?
 
Porque al final, el político no deja de ser el espejo del votante. Si aplaudimos los gritos, los gestos y las payasadas, pues eso es lo que nos darán. Si premiamos el chisme antes que la propuesta, pues seguiremos con una política de chismorreos y postureo.
 
Y si no, miren Telde, ejemplo de manual de lo que digo.
 
En medio del mandato, y cuando todavía faltan dos años para las elecciones, CIUCA se va con Primero Canarias, un partido que todavía está en obras —sin techo, sin ventanas y con los albañiles en huelga—.
 
Mientras tanto, el PP pierde un consejero en el Cabildo, pero su portavoz en Telde, con una sonrisa institucional, asegura que seguirán siendo leales a CIUCA en el Ayuntamiento.
 
Los otros socios del gobierno están mudos, quizás esperando que pase el temporal o que les llegue el guion de lo que tienen que decir, y la oposición, como siempre, mirando para otro lado, como si la cosa no fuera con ellos.
Un cuadro digno de colgar en el Museo del Surrealismo Político Canario.
 
Y sí, me preocupa. Me preocupa lo torpe, lo zafio, lo plano del debate público. Me preocupa ver cómo los problemas reales —el agua que no llega, las viviendas que no existen, los jóvenes que se van y los mayores que no pueden más— se tapan con una cortina de humo hecha de memes y titulares.
 
En Telde, por ejemplo, da hasta risa ver cómo algunos políticos se tiran los trastos por redes sociales y luego se saludan en los plenos como si nada. Un teatro digno del Teatro Municipal Juan Ramon Jiménez, pero sin guion ni talento.
 
Eso sí, si hay luces de Navidad o fotos con la escoba en la Romería, ahí no falta nadie.
 
Y lo peor no es que sean cutres. Lo peor es que han conseguido que nos parezca normal.
 
Que ya nadie se escandalice cuando un concejal miente, cuando un presidente improvisa o cuando un diputado grita como si estuviera en una lucha canaria, pero sin nobleza ni agarre.
 
No quiero sonar derrotista —aunque ganas no me faltan—, pero a veces tengo la sensación de que el debate público se nos ha llenado de ruido, ego y mediocridad. Y mientras tanto, los problemas de siempre siguen ahí, sin trending topic ni titular.
Quizás algún día recuperemos la política con “P” mayúscula.
 
Mientras tanto, seguiremos viendo cómo los nuestros, los elegidos por nosotros, hacen de la cutrez un arte…
Y de la vergüenza, un espectáculo.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
 
 
Florentino López Castro

Florentino López Castro

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