«LAS VELAS QUE INCOMODAN A LOS MONJES DE SAN LÁZARO»

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En el cementerio de San Lázaro, esos días en que el silencio se llena de recuerdos y promesas, algo ha cambiado: los monjes han retirado la máquina expendedora de velas.
 
¿Casualidad justo antes de Todos los Santos? Difícil creerlo. Da la sensación de que no quieren que los visitantes enciendan velas a sus difuntos, aunque sí han dejado, curiosamente, las velas automáticas que se encienden con monedas.
 
Parece que la devoción manual molesta, pero la que deja unas moneditas, no tanto.
Los monjes —la mayoría con un gesto tan antipático que parece que les pesa hasta el alma— quizá lo que realmente quieren evitar es tener que recoger las velas reales que la gente enciende con amor y fe en la capilla.
 
Y es una pena. Porque las flores, por muy bonitas que sean, se marchitan en pocos días, pero una vela encendida tiene un significado mucho más profundo: es luz, es memoria, es el símbolo de que alguien sigue recordando.
 
Espero que alguien divino sea consciente de que esconder la máquina expendedora de velas es una mala acción.
Por eso aviso: si deseas encender una vela en la capilla del cementerio de San Lázaro, llévatela de casa o pasa por un supermercado o el chino de camino al cementerio.
 
Porque, aunque apaguen las máquinas, la fe no se apaga con un interruptor.
 
Juan Santana, periodista y locutor de radio
 
Florentino López Castro

Florentino López Castro

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