Hay cosas que uno hace conscientemente, como pedir un cortado, y otras que suceden por pura inercia, como acabar siendo socio del “progresismo de centroizquierda” sin darse ni cuenta. Pues bien, eso le ha pasado al Partido Popular en Telde: se han despertado un día, han mirado alrededor… y resulta que gobiernan con los nuevos abanderados del cambio social. Todo sin moverse del sillón. Milagros municipales, marca de la casa.
Hasta hace poco, el PP presumía de ser el pilar del “centroderecha serio y responsable”. Esos tiempos gloriosos en los que hablaban de principios, coherencia y gestión eficiente. Hoy, esos principios están más flexibles que una farola de San Gregorio después de un temporal. En nombre de “Telde, Telde”, se ha tragado tanto sapo político que ya deben tener carné de batracio.
La portavoz popular, María González Calderín, comparte ahora despacho y sonrisas con un alcalde que presume de “progresista de centroizquierda”. Y ella, encantadísima. Porque María, con ese arte natural que tiene, se mueve entre la ideología y la estrategia como quien baila una salsa política: un pasito p’alante, María… un pasito p’atrás. Y mientras tanto, el sillón ni se despeina.
¿Y qué hace el PP regional o el insular? Pues nada, absolutamente nada. Silencio administrativo, pero sin el “administrativo”. Aquellos que un día pidieron el acta del consejero Daniel Reyes —el que Primero Canarias les robó con una sonrisa— ahora ya ni se acuerdan. El tema duerme en el cajón de los recuerdos, junto al carnet de principios del partido.
Porque claro, cuando vieron a Fernando Clavijo en el Congreso de Primero Canarias, alguien en el PP susurró lo que todos pensaban:
“Quietos, que si seguimos pidiendo el acta de Daniel Reyes, se quedan sin trabajo más de trescientos enchufados”. Y así fue: silencio sepulcral y todos contentos.
Y por cierto, ahí sigue el presidente regional del PP, Manuel Domínguez, mintiéndole a los ciudadanos en su currículum. El mismísimo líder del PP de Canarias, presumiendo de títulos obtenidos en universidades que, según parece, ni siquiera existen en el planeta Tierra. Y no pasa nada. Antes, cuando un político mentía, se sonrojaba, pedía disculpas o al menos se escondía un par de días. Hoy, la mentira viene con logotipo, nota de prensa y sonrisa de campaña.
Así está el PP en Telde y en Canarias: un partido que ha cambiado los principios por los puestos, la coherencia por el silencio y la vergüenza por la nómina. Son socios del progresismo sin saberlo, defensores del cambio sin quererlo, y cómplices de un sistema donde la moral se mide por lo que cotiza a final de mes.
Porque, al final, el PP canario ya no necesita ideología: le basta con la foto, la bandera… y una buena nómina a final de mes.
Juan Santana, periodista y locutor de radio
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