En Telde ya no hace falta Netflix para ver una buena serie de ficción. Basta con mirar al Ayuntamiento y ver cómo CIUCA, Ciudadanos para el cambio, ha hecho honor a su nombre: cambiaron, sí, pero de tal forma que ni los de maquillaje político pudieron disimularlo.
Lo prometieron y lo cumplieron. Cambio hubo.
De la noche a la mañana, un partido que era más de derechas que un plato de garbanzas con gofio, ahora se declara “progresista de centroizquierda”. Un salto tan inesperado que ni los de La que se avecina se atreven a escribir algo tan surrealista.
Y aquí viene el titular de la semana:
El alcalde de Telde, líder de CIUCA, es ahora vicepresidente de Primero Canarias, ese nuevo invento político que suena a grupo musical pero resulta ser la última moda en alianzas canarias.
Hasta ayer, CIUCA se definía como el muro de contención frente a Nueva Canarias. Hoy, ese muro tiene una puerta giratoria y por ella han entrado casi todos los que criticaban. Lo más curioso es que en la política también se sale del armario… político, y CIUCA lo ha hecho con toda naturalidad: un día conservadores, al siguiente progresistas. Sin complejos, sin rubor, y con sonrisa de “aquí no ha pasado nada”.
Los votantes, mientras tanto, siguen en shock.
Algunos aún revisan la papeleta electoral por si en letra pequeña decía “el cambio puede incluir mutaciones ideológicas”. Otros, más prácticos, ya se han resignado: “Si total, todos acaban en el mismo sitio… solo cambian de logo cada cuatro años”.
Y el alcalde, feliz.
Ahora no solo es regidor de Telde, sino también vicepresidente de un partido que abraza la modernidad ideológica con la misma pasión con la que se abraza una buena subvención. Le faltó poco para salir en rueda de prensa diciendo: “Sí, he cambiado, y qué”.
Porque hay que reconocerlo: CIUCA es el camaleón político más hábil de Canarias. Se adapta al entorno, al clima y al socio de gobierno con una velocidad que ya quisieran los meteorólogos. Ayer eran el refugio de los conservadores, hoy la nueva casa del progresismo de diseño.
Mientras tanto, los vecinos siguen esperando el asfalto prometido, los parques cuidados y las luces que no se fundan antes de Navidad. Pero tranquilos, que el cambio ideológico sí llegó. Si no hay obras, al menos hay discurso nuevo, y eso en Telde ya es casi un milagro.
Y claro, ahora todos se preguntan:
¿Este cambio es bueno o malo?
Depende. Para algunos, es una evolución natural, casi espiritual. Para otros, un salto sin red desde la derecha hasta el progresismo canario.
Pero lo cierto es que el “cambio” existe. Y en Telde, como siempre, el humor lo pone el pueblo.
Así que, mis queridos lectores, celebremos:
CIUCA cumplió su promesa. Cambiaron todo lo que se podía cambiar: el discurso, la ideología y hasta el armario político.
Solo les falta cambiar los baches por asfalto, las palabras por hechos y las fotos de campaña por realidades.
Pero bueno, tiempo al tiempo.
Que en Telde, la política es un carnaval eterno…
Y en el desfile de disfraces, CIUCA acaba de llevarse el primer premio.
Juan Santana, periodista y locutor de radio
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