«BULLIES»

Comparte esto:

Esta semana asistimos en Canarias a dos episodios de acoso y violencia entre niños y niñas que nos revolvieron las tripas. Uno en Gran Canaria y otro en La Palma.

Qué impotencia. Qué tristeza. Ver cómo personas tan chicas pueden infligir tanta crueldad, mientras otras la reciben y sufren con una paciencia que no es virtud, sino indefensión. Pero quizá lo más frustrante es comprobar cuánta gente, alrededor, permanece inmóvil frente al dolor de los demás, que diría Susan Sontag, o participando de la banalidad del mal, en palabras de Hannah Arendt. La omisión como forma de consentimiento de la agresión del fuerte contra el débil.

“Gordo, friki, puta, marica, bollera, negro, moro, sudaka, autista…” Aquí cualquiera que no siga el patrón de la normatividad alcanza. Basta una rareza, una timidez, un desliz, una vulnerabilidad. Basta mostrar una grieta para que otros se cuelen dentro y te hagan daño. Y a veces, ni eso. A veces basta con existir, respirar o incluso ocupar un espacio que alguien considera impropio.

Esto no es solo cosa de niños, porque bueno va el mundo de los adultos. A mí, cuando me vienen con el cuento de que “en mi época no pasaba” me descojono. Porque claro que pasaba. Cuántas putadas no se viven a nivel laboral: jefes que humillan, compañeras que excluyen o equipos enteros convertidos en manadas de perros buscando clavarle a algún despistado los colmillos. Y detrás, claro, vienen las piñas, bajas médicas, depresiones, ansiedades e intentos de suicidio.

El problema es que muchas veces no sabes ni por qué te llega. ¿Les habré caído mal? ¿Les dolió una broma que ni recuerdo? ¿Están pagando contigo la frustración que arrastran de casa? ¿Les hicieron daño cuando chicos y ahora devuelven el golpe con creces?

La arbitrariedad es demoledora. Buscas una explicación como quien intenta atrapar humo con las manos. Y muchas veces no la hay: simple y llanamente te tocó a ti, no hay más. Porque estabas ahí y alguien necesitaba sentirse fuerte, aunque fuera a costa de romperte un poco.

Y aunque el azar juegue un rol importante en el acoso, no podemos olvidar que también hay mucho de dinámicas de poder, climas tóxicos, aislamientos sociales o volcados de frustraciones por bajas autoestimas. A lo mejor, jodiendo a esta persona puedo sentirme yo un poco mejor, o que me preste atención, o que se rinda. A lo mejor, incluso, hasta le gustas. O te tiene una envidia que no se la puede digerir. O porque les recuerdas algo que no soportan de sí mismos. Quién carajo sabe.

La política no es ajena a este fenómeno, de hecho, vive instalada en él. La fascinación por el líder-agresor —ese que insulta, humilla, ningunea— está produciendo personajes como Trump, Bolsonaro, Milei, Ayuso, Putin o Abascal. Carismas construidos con dinamita. La mala baba convertida en identidad política. Y claro, eso filtra hacia el resto de la sociedad.

Hoy es habitual leer en redes sociales a desconocidos que te llaman “gandul”, “progre de mierda”, “perroflauta”, “pijo”, “africano”, “maricón” o lo que toque. Supongo que el anonimato y la virtualidad ayudan. Pero no solo, porque agüita como frecuentes ciertos ambientes en los que ser ‘políticamente incorrecto’ se puso de moda.

Sin embargo, esto no es patrimonio de la derecha y la extrema derecha, ni mucho menos. Hay partidos y gentes de izquierdas, de la verdadera, muy progresistas, pacifistas, feministas, canaristas y preocupados por la salud mental de la población que se han dedicado a destruir a sus rivales políticos a base de campañas de difamación, señalamiento, bots, trolls y npcs. Si no conseguimos acabar con el espacio en su colectividad, pues mejor ir uno a uno, que es más insoportable.

Tuits, sarcasmos, burlas, desprestigios, corrillos, culichicheos, comentarios envenenados. El formato resulta indiferente. La intención es la misma: herir. Convertir la discusión pública en un campo de minas emocionales. Quebrar a tu adversario político.

La serie Stranger Things es una increíble metáfora sobre cómo la imaginación de unos niños frikis, asediados por el acoso escolar, idean y crean el Upside Down, un mundo paralelo, oscuro, lleno de criaturas que se alimentan del miedo. Y en cómo ese mundo no es solo una fantasía, sino que existe también en lo cotidiano. En el colegio, en la oficina, en la política. Nadie está a salvo en espacios que se supone que deberían ser de protección y verdaderos cuidados.

Mike, Dustin, Lucas, Will y Max tenían a Once para que les protegiese. En la vida real, es poco probable que alguien vaya a tu rescate, salvo cuando tienes a un equipo de gente a tu alrededor que, aparte de digna y valiente, es buena. Pero supongo que un buen queque mandado al cachete también surtiría efecto en muchos bullies. A lo mejor se lo pensaban dos veces antes de comportarse como unos jediondos de mierda.

Al fin y al cabo, las sociedades se dividen entre quienes estamos dispuestos a lo indecible para construir y quienes están dispuestos a lo indecible para destruir. Entre quienes se quedan de brazos cruzados ante el dolor ajeno y quienes decidimos intervenir. Entre quienes viven en el Upside Down y quienes intentamos cerrarle las puertas.

Que cada cual elija en qué lado de la historia quiere estar. Yo lo tengo bastante clarito. En Drago Canarias también.

Luis de la Barrera, portavoz de Drago Gran Canaria

 

Florentino López Castro

Florentino López Castro

1 comentario en ««BULLIES»»

  1. …todo este rollazo para victimizarte primero y repartir carnets de buenos y malos despues,ves por que no pasas mas que por un cursi mas que se limitan a corifear el relato cursi de la izquierda caviar,desde Galapagar o desde tu comodo sofa,comprado en algun CC……por cierto Luisin no se si te estas preparando cual gudari canarista para machacar a la derecha y a todos los que defenderemos vivir en libertad,creo solo tenemos que esperar a las proximas elecciones y es que compruebo que sobre los problemas reales de los ciudadanos de esta sacrificada tierra,por ejemplo cesta de la compra mas cara y sueldos mas bajos lo aplazas siempre para otro dia,claro que para hablar de eso hay que vivir la realidad de la gran mayoria que ya nos cansamos del buenismo bobalicon y los machacaremos en las URNAS.

    Responder

Deja un comentario