RELATO CORTO (CUARTA PARTE): «LAS AVENTURAS DE BENEHARO» POR JAVIER MARTÍ

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Lea el anterior capítulo del relato aquí

En su camarote, aprovechando los ratos de descanso dibujaba todo cuanto había visto y cómo no, redactaba su nueva carta para sus Padres que mandaría desde Lisboa.

También mandó una carta a su amigo Ennis, su maestro en el barco, enviándole unos dibujos que seguro le gustaría tener como recuerdo de sus años vividos en “La Irlandesa”.

Como estaba previsto, después de dejar Lisboa navegaron hasta Vigo y de allí emprendieron rumbo a Brest, un puerto francés y… poniendo rumbo a Irlanda, en unos días llegaron a Cork, su última parada donde permanecerían en tierra unos meses mientras el barco era revisado en los astilleros.

En dique seco fue revisado todo el barco: repintado el casco… pintados y reparados los desperfectos que tenían las hélices… algunas modificaciones en todo el barco para reconvertirlo en… pintaron las cubiertas… desinfectaron las bodegas donde habían transportado animales… airearon las bodegas de carga de alimentos… limpiaron las cocinas y despensas… la puesta punto de los mandos del puente… revisaron antenas… los cables de las grúas… engrasaron guías y cables de las barcazas de salvamento… las luces de todo el barco… ¡en fin! Una puesta a punto para la nueva travesía que, de no haber contratiempo, que lo hubo… en unas semanas partirían nuevamente a nuevos destinos donde Beneharo disfrutaría viendo y conociendo nuevos lugares y países.

Beneharo disfrutaba ayudando en todo cuando le dejaban… era uno más y debía aprender todo cuanto fuera necesario para ser un buen marinero.

Con el permiso de Rowan, Oisín y Beneharo recorrieron durante semanas toda la isla de Irlanda… todos los pueblos costeros… visitaron lugares impensables que Beneharo jamás antes había imaginado y, cómo no, las fiestas de los pueblos con sus tradicionales costumbres que, como era habitual en él, dibujaba y redactaba para no olvidar nada.

Fue en Galway donde Beneharo conoció a una joven muy hermosa… Dinfna era su nombre. Era hija de unos amigos de Rowan… Era la que años más tarde sería su mujer.

Rowan aconsejó a Beneharo a que estudiase las artes del mar y de los barcos mientras “La Irlandesa” estaba en dique seco. Eso le beneficiaría en un futuro próximo para nuevos empleos y trabajos…

Por miedo a que sus Padres no la aceptaran a Dinfna, por ser de otra religión y país, ocultó este dato en sus escritos y sólo contaba las maravillas que descubría mientras estaba en Irlanda.

A Rowan le gustó que Beneharo hiciera buenas migas con Dinfna. Conocía a su familia desde años y pensó que harían una buena pareja, y dejó que el joven conejero entablara una relación de amistad y con el tiempo de…

Las cartas llegaban semanalmente a Güime y eran leídas por toda la familia y en la escuela.

Don Salvattore se encargaba de buscar en la biblioteca de Arrecife los libros que hablaban de los lugares que Beneharo visitaba para que sus compañeros y amigos supieran donde había estado.

Diegotón seguía anotando en su libreta todo cuanto escuchaba y dibujaba lo que don Salvattore pintaba en la pizarra…

Rowan tenía un buen amigo que era el editor de una reconocida editorial de Dublín.

Conociendo las buenas dotes de escritor y lo bien que dibujaba Beneharo, se puso en contacto con su amigo y prepararon una visita sorpresa a la editorial para que Beneharo conociera dónde y cómo se editaban los libros.

Era un viaje que jamás olvidaría y que le convertiría, sin él imaginarlo, en un escritor de fama.

Carlow, el responsable de la editorial conoció al joven marinero. Escuchó sus relatos… revisó sus escritos y sus dibujos y le pidió permiso para fotocopiarlos y estudiarlos más afondo… más detenidamente…

A Beneharo le pareció bien y le permitió fotocopiar todo cuanto había escrito, dibujado y narrado en su viaje desde Arrecife a Cork, así como todo lo que había visto en esos meses que estaba en Irlanda.

Carlow le aconsejó que en sus próximas cartas a sus padres simplemente les contara sus experiencias en el barco, en las travesías… omitiendo los detalles de todo cuanto viera y había visto, y sobre todo, que no mandara  más dibujos a sus padres ya que, como bien contó Beneharo, eran leídas en la escuela y sus dibujos eran vistos por todos.

Beneharo no entendió muy bien lo que Carlow le pedía, pero algo en su interior le decía que debía seguir sus consejos.

Las siguientes cartas a sus padres eran más normales: explicaba sin hacer dibujos lo que veía, lo que hacía en las cortas travesías… a quienes conocía y sobre todo, ocultaba que su relación con Dinfna que cada día era más intensa y firme, llegando al caso de no mencionar la boda con su amada mujer.

Llegando la primavera y teniendo el barco aún en reparación, Rowan reunió a su tripulación para comunicarles que un nuevo viaje a tierras cálidas se estaba ultimando y en breve partirían rumbo al sur de Inglaterra… De allí al norte de España y desde ese puerto zarparían a la Isla de Madeira y como destino final… la Isla de Lanzarote.

Era para Beneharo y Dinfna, su joven esposa, un viaje muy especial… Dinfna conocería a los padres y hermanos de Beneharo… su isla… esos lugares tan maravillosos y únicos que su joven esposo le había relatado una y otra vez…

Una nueva carta llegaría a Güime anunciando que en unas semanas “La Golosa” arribaría a Lanzarote con grandes sorpresas para todos…

Habían pasado unos años desde que Beneharo partió y sus padres, hermanos y amigos deseaban abrazarle de nuevo.

Zarparon de Cork en “La Golosa” siendo el primer destino el puerto de Plymouth… luego la travesía prosiguió hasta llegar a Gijón y de allí rumbo a Madeira.

Durante la travesía Dinfna dio a luz una hermosa niña…

La llegada a Arrecife se hizo eterna… aquellas doscientas setenta y seis millas se hacían eternas para Beneharo… el mar estaba enfurecido y las olas eran tan bravas que no llegaba a ver las luces del puerto de donde partió siendo un joven lleno de ilusiones y regresaba convertido en un hombre casado y padre de familia…

Como era de esperar, en el muelle estaba toda la familia aguardando la arribada de “La Irlandesa”, pero la sorpresa fue ver llegar otro barco muy distinto… No era ese barco que tanto habían esperado y que se hacía de rogar para atracar… No era el barco que conocían…

Amarrado en el pequeño puerto, el lugar preferido de “La Irlandesa” y abriendo la puerta, Beneharo se asomó a la cubierta de “La Golosa” para saludar a todos cuantos fueron a darle la bienvenida…

Viendo Adassa a su hijo feliz y sonriente, su corazón dio un vuelco y comenzó a llorar…

Achxuraxan entendió que era debido a que su amado hijo había llegado a su tierra, pero no era esa la razón.

Nadie más que una Madre sabe por qué llora al ver a un hijo feliz y contento después de tanto tiempo sin verlo…

Achxuraxan subió las escalinatas para ser el primero en abrazar a su hijo sin saber la sorpresa que le esperaba en el interior del barco…

Un gran abrazo se dieron… El tiempo lo había convertido en un hombre de pelo en pecho y larga barba que lo hacían aun si cabe un hombre más curtido, fuerte y atractivo.

Beneharo agarró a su padre por el hombro y entrando en el comedor del barco le presentó a Dinfna, su mujer…

Achxuraxan lloró de alegría al conocer a su nueva hija (como así la llamaba) y con gran sorpresa y asombro conoció a su recién nacida y primera nieta…

-¿Me permites que baje con mi nieta las escalerillas del barco? –preguntó el nuevo abuelo a su hijo.

-Permiso concedido –exclamó Beneharo. Es un gran honor para mí que mi Padre pueda presentar a nuestra hija a toda la familia…

-¿Por qué tardan tanto en bajar? –preguntó Dácil…

-Algo me dice que a tu Padre le acaban de dar la mayor de las alegrías de esta vida –comentó Adassa… Y creo que no tardaremos en saberlo…

-¡Ya bajan! –exclamó Rayco.

Emocionado y feliz Achxuraxan bajaba lentamente los peldaños de la escalinata portando en sus brazos un hermoso regalo que la familia no imaginaba que pudiera llegar…

Al pie de la escalinata, ya en tierra firme, el abuelo se acercó a su mujer, a su hijo e hijas y con voz entrecortada y con gran emoción dijo:

-Os presento a nuestra nieta y vuestra sobrina…

La emoción invadió a los allí presentes y entre lágrimas y sonrisas contemplaron a nuevo miembro de la familia que fue arropado por todos.

Beneharo y Dinfna bajaban lentamente las escalinatas viendo a sus familiares como lloraban de emoción y cómo corrían a recibirlos entre abrazos, sollozos de alegría y besos.

Adassa lloraba emocionada al tener a su nieta entre sus brazos… Su primera nieta que había nacido en alta mar gracias a Oisín, el sanitario del barco que la atendió con todos los cuidados que necesitaba la nueva Madre y la niña.

Los amigos de Beneharo… Don Salvattore y Don Gabino aplaudieron su llegada mientras que Diegotón se encargaba de escribir en su cuadernillo todo lo que veía en ese momento…

Acaymo vigilaba a Diegotón… no quitaba ojo a cuanto redactaba e incluso dibujaba… no se fiaba de él… Pensaba que algo tramaba…

Tras la llegada a la casa de Adassa y Achxuraxan un asadero les esperaba y Dinfna y la niñita fueron recibidos por todos los vecinos como si fuera la visita de Los Reyes Magos cargados de regalos…

Adassa y Achxuraxan se habían convertido en abuelos de una hermosa niñita que les miraba con una sonrisa que jamás olvidarían.

-Qué calladito te lo tenías –dijo Achxuraxan a su hijo.

-Ese radical cambio en tus cartas que llegaban quincenalmente me hacían pensar que algo nuevo y bueno te ocurría –comentaba Adassa. Una Madre siempre sabe que algo le pasa a un hijo y más aún si no está a su vera.

-No quise decirles nada hasta llegar a Arrecife –comentó Beneharo. Me hubiera disgustado mucho que fuera rechazada mi mujer y… ¡mi niñita!

-¡Cómo íbamos a rechazar a tu mujer si eres tú quien tiene que vivir con ella y ahora con nuestra niñita! –exclamaron ambos abuelos a la vez.

-Por cierto… ¿Cómo se llama la pequeña? –preguntó Aniagua llorando de alegría al ver como su sobrinita le sonreía con aquellos ojos tan vivos y luminosos…

-¡Hermana… que no hace ni doce horas que ha nacido! –exclamó Beneharo. No nos ha dado tiempo en ponerle un nombre…

-Si me lo permiten –dijo Dinfna, me gustaría que se llamase “Réalta Na Farraige”.

-Y… ¿Qué significa ese nombre? –preguntó Dácil algo extrañada.

-En mi idioma “Réalta Na Farraige” significa “Estrella del Mar” –comentó Dinfna. Ella ha nacido en alta mar… en una estrellada noche… y creo que debería llamarse así.

-Y… ¿Por qué no le ponéis un nombre guanche? –preguntó Iraya, la novia de Rayco, el hermano de Beneharo. Sería más fácil de recordar…

-Si la Madre ha elegido ese nombre, por algo será –comentó Adassa. Son los Padres los que eligen el nombre de sus hijos a no ser que Beneharo tenga otra cosa que decir.

-Réalta Na Farraige es mi hija y… si su Madre quiere ese nombre para nuestra hija, así sea –comentó Beneharo abrazando a su mujer e hija.

-Vayamos a comer… –dijo Rayco. El cabrito frío se endurece y no sabe igual.

Mientras Dinfna amamantaba a Réalta Na Farraige ayudada por Adassa, Aniagua y Dácil preparaban la cuna donde fueron criadas ellas y sus hermanos con aquellas sábanas de hilo y las mantitas que con tanto cariño guardaban.

Beneharo, Rayco, Achxuraxan y los invitados disfrutaban del asadero… de la comida y bebida que los vecinos habían traído para celebrar su llegada, la de su mujer y la inesperada niñita que pocas horas antes había nacido en alta mar…

En un momento dado, Acaymo llamó aparte a Beneharo y le dijo por señas, su forma de hablar, lo que había observado de Diegotón durante su ausencia: lo que había escrito… dibujado… pintado… y que temía que algo hiciera con todo ello que perjudicara a Beneharo.

-No te preocupes Acaymo –dijo Beneharo. Mañana hablaré con Diegotón sobre lo que me cuentas. Ahora disfrutemos de la fiesta…

A la mañana siguiente, Beneharo fue en busca de Diegotón para entregarle un regalo que le había traído.

Diegotón quedó sorprendido al ver llegar a su amigo Beneharo cargado con un paquete de gran tamaño que portaba a lomos de uno de sus camellos…

Ambos corrieron para abrazarse pues el tiempo transcurrido les había hecho madurar y ya no eran aquellos chiquillos que peleaban por tirar de las trenzas a las chiquillas de la escuela o por robarle el vino a Don Gabino, aquél que guardaba en la sacristía, el que tenía un sabor dulzón y empalagoso.

Diegotón portaba bajo su brazo un paquete que a Beneharo le sorprendería al abrirlo y examinarlo detenidamente bajo la sombra del palmeral que Diegotón tenía a la entrada de su casa…

-No sabía si ir a tu casa o esperar tu llegada –dijo Diegotón a su amigo Beneharo.

-Creo que lo mismo he pensado yo –comentó Beneharo, pero como tu casa me pilla de paso para ir a Arrecife a recoger un paquete que mi buen amigo Carlow me ha mandado, he pensado en darte la sorpresa.

-Has hecho bien y me alegra que no hayas ido aun a Correos porque tengo una sorpresa para ti –dijo Diegotón.

-Pues… ¡tú dirás qué sorpresa tienes para mí…! –comentó Beneharo mirando aquel paquete atado que Diegotón llevaba en sus manos.

-Sentémonos y tomemos un vinito… ya somos unos hombres y ya nadie se extrañará si nos ve tomando… –dijo Diegotón.

-¡Eso está hecho! –exclamó Beneharo. Tengo ganas de contarte muchas de las cosas que he visto en mis viajes y los lugares que he conocido estando en Irlanda… en Inglaterra… en Francia…

-Antes de que me cuentes nada –dijo Diegotón, tengo que decirte que durante estos años he estado recopilando todo cuanto don Salvattore nos leía de tus cartas y he escrito y dibujado muchas cosas que sé que te gustarán tener para que las publiques, junto a lo que tú tengas ya dibujado y escrito.

-¡Vaya! Me sorprendes –exclamó Beneharo. No esperaba esta sorpresa por tu parte.

-Sé que ayer Acaymo habló contigo de mí –dijo Diegotón. Os vi desde lejos y no quise intervenir para que Acaymo no se sintiera mal. Pero me temo que lo que Acaymo te dijo es todo lo contrario de lo que realmente pasó.

-¡Tú dirás…! –exclamó Beneharo. Te escucho… ¿Qué me tienes que contar?

-Durante mucho tiempo, como ya te he dicho, escribía y dibujaba lo que don Salvattore nos contaba de tus cartas –dijo Diegotón. También recogía los comentarios de tus hermanas y lo que Rayco me contaba y yo, a mi manera, los imaginaba…

-Prosigue… me tienes intrigado… –dijo Beneharo impaciente.

-Una mañana fui a Arrecife, a un Centro del Cabildo donde me asesoraron qué hacer con tus escritos… –dijo Diegotón. Me previnieron que no debía registrarlos a mi nombre porque cometería plagio si tú, por un casual, ya los habías registrado y eso sería castigado con la cárcel y pena de multa.

-Menos mal que no lo hiciste –dijo Beneharo, porque me temo que te hubieras metido en un buen lio si lo llegas a hacer. Sospecho que el paquete que me manda Carlow tiene algo que ver con lo que yo le entregué antes de salir de Cork, cuando lo visité en Dublín.

-Decidí que lo mejor sería dártelos cuando llegaras para que fueras tú quien los revisara –comentó Diegotón. Y… si eran de tu agrado, los publicaras. No todo lo escrito son cosas de tus relatos, también hay invenciones mías…

-Me dejas perplejo –dijo Beneharo. ¿Los puedo ojear?

-Tardas en hacerlo –dijo Diegotón. También pensé en publicar lo que yo había imaginado… dibujado… escrito… pero me dijeron que sería muy parecido a tus escritos y se podría interpretar como un robo de ideas y… la verdad… jamás te robaría tus ideas en beneficio mío.

-¡Son magníficos! –exclamó Beneharo. Cuentas cosas que viví desde una perspectiva neutral y eso seguro que atrae a los lectores. ¿Qué vas a hacer con ellos?

-Son tuyos –dijo Diegotón. Los he ordenado según he creído conveniente.

Durante un largo tiempo Beneharo y Diegotón revisaron los escritos y lo dibujado y asombrados por lo que allí se contaba y se podía ver decidieron mandar una carta a Carlow adjuntando lo que Diegotón había escrito junto a las buenas nuevas que Beneharo tenía preparadas, entre ellas el nacimiento de Réalta Na Farraige que, seguro sería una grata sorpresa para Carlow y… esperar su respuesta.

Diegotón acompañó a Beneharo al despacho de Correos para recoger el paquete que Carlow le había mandado desde Dublín.

Asombrados quedaron cuando al abrir el paquete pudieron ver que, en su interior, había varios ejemplares de un libro titulado: LAS AVENTURAS DE BENEHARO, de ARRECIFE a CORK (1ª parte) y… una nota que decía: Espero recibir la segunda parte que seguro será tanto o más emocionante que la primera.

Fue tal la sorpresa que Beneharo se llevó que no pudo contener las lágrimas y abrazado a su amigo Diegotón lloraron de alegría.

-CONTINUARÁ…-

Javier Martí, escritor y colaborador de ONDAGUANCHE

Florentino López Castro

Florentino López Castro

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